La ola de despidos que viene
MADRID, 25 (OTR/PRESS)Los numerosos brotes de coronavirus que están surgiendo por toda España han hecho sonar todas las alarmas. El Gobierno parece haber decidido mirar para otro lado y cargar toda la responsabilidad en las comunidades autónomas. Y así, ahora vemos cómo en cada una de ellas se toman medidas unilateralmente, cuando debería haber una mayor coordinación.
Lógicamente, detrás de estas decisiones hay consecuencias para la economía. Sectores como el de los servicios están más expuestos, ya que las medidas adoptadas para vencer a los brotes tienen que ver con la movilidad y el aforo de bares, discotecas o comercios.
No podemos olvidar que este sector era ya uno de los más castigados. De hecho, una vez metidos en el proceso de activación, las ventas de la hostelería no sólo no han remontado sino que han caído. Y más de un millón de trabajadores del turismo siguen en ERTE.
El panorama es, sin ninguna duda, muy preocupante. Hay numerosos estudios que hablan ya sin tapujos de cifras de paro por encima del 20% de la población activa. Fedea, por ejemplo, asegura que tras los ERTE se perderán 1,2 millones de empleos.
En este contexto, es difícil explicar que el Gobierno siga pensando en subidas de impuestos y en derogar la reforma laboral. El mantra de que la brecha fiscal con los países de nuestro entorno, la recaudación de impuestos, que se ha plasmado en las conclusiones de la Comisión de Reconstrucción, es de 6-7 puntos, es el argumento para seguir empecinados en subir los impuestos.
Precisamente, esta semana el IEE ponía de manifiesto que elevar la presión fiscal, que no el esfuerzo fiscal que es mayor, al nivel de la UE se llevaría por delante 2 millones de puestos de trabajo y restaría 10 puntos del PIB a la actividad.
Habrá que esperar al programa de gasto y reducción del déficit previo a la elaboración de los Presupuestos y si el dinero de Europa y su condicionalidad introduce racionalidad y sentido común a la política económica.