Después del aislamiento, que voluntariamente me impuse al comienzo del verano motivado por un serio problema de salud encerrándome en mi casa de Simancas, y que me hizo desaparecer de la escena social vallisoletana unos meses, lo que explica mi ausencia en la conmemoración del pregón y las fiestas de la patrona, de los toros, el fútbol, el teatro, los conciertos, los bares vallisoletanos, los medios de comunicación y últimamente la Seminci y el Certamen Nacional de Tapas.
Gracias a Dios, a mi familia y especialmente a mi mujer que, en contra de mi opinión, llamó al 112 y me ingresaron de urgencia en el Hospital Clínico ante un fracaso renal agudo que me habría llevado a la diálisis, y al personal sanitario del hospital que me han evitado males mayores e incluso un desenlace fatal, comienzo hoy esta “nueva normalidad” que me permite incorporarme progresivamente a la vida social. También a los múltiples amigos que a lo largo de estos meses se han interesado por la evolución de mi enfermedad. A todos ellos, muchas gracias.
No es el momento de remontarnos al Derecho Romano, y entrar en disquisiciones entra la auctoritas y la potestas, pero por simplificarlo digamos que la primera que significa literalmente autoridad hace referencia a un poder no vinculante pero socialmente reconocido del liderazgo y prestigio de una persona sobre una determinada cuestión, y la segunda emana simplemente del ejercicio del poder, y era propia de magistrados y personas vinculadas al poder establecido.
Dice la RAE que “autoridad es el poder que gobierna o ejerce el mando”. Y ciertamente, ejercer la autoridad no es fácil, pero es imprescindible y se puede caer en el autoritarismo cuando se ejerce la potestas sin tener la auctoritas. Creo que no hace falta poner ejemplos…
Pero al salir del régimen franquista decidimos abandonar la moral cristiana sin sustituirla por una moral cívica alternativa, por mucho que los sucesivos gobiernos de izquierdas se hayan empeñado y sigan haciéndolo cada vez más en imponer en nuestra sociedad, comenzando en la escuela, esa nueva moralidad ligada al igualitarismo, el feminismo, la ideología de género, y tantos dogmas nacidos desde la izquierda más radical. Y se permiten hablar de franquismo y fascismo quienes carecen de la más mínima formación al respecto, tienen menos de 50 años y no tuvieron la oportunidad de correr delante de los “grises”.
Y de ahí surge la pérdida de autoridad de los padres sobre los hijos, que pasan a ser amigos, y otro tanto en los colegios, donde los profesores pasan a ser colegas tuteados por los alumnos y si surge algún problema, enseguida aparecen los “padres amigos” para defender al niño. Y otro tanto empieza a ocurrir en algunas empresas donde se pretende votar “democráticamente” aquellas decisiones que corresponde tomar a los dirigentes de la misma.
¿Se imaginan un cuartel donde las decisiones del coronel sean sometidas a referéndum entre los soldados? Pues eso.
Y todo esto se ha trasladado a la calle, donde los que por principio han sido considerados agentes de la autoridad, son ignorados, insultados y agredidos por cualquier mindundi analfabeto que se cruce con ellos, y que a duras penas sabe leer y escribir. Y lo que es más grave, sin posibilidad de responder, porque así se lo han ordenado sus jefes. Ahí tienen un ejemplo: Marlaska, que como magistrado ejerció la auctoritas en su lucha contra el terrorismo, como ministro ejerce la potestas. ¿Imaginan estas agresiones que se repiten día tras días con las fuerzas de orden público cometidas contra un policía americano, francés o ruso?
Pues si esto fuera poco, ahora nos amenazan con la abolición de la que llaman “Ley Mordaza”, retirando todos aquellos aspectos de la misma que protegen a los policías, y por el contrario, asumiendo las tesis podemitas, y legalizando todas aquellas iniciativas que se vienen reclamando desde la izquierda radical: se potencian los piquetes de huelga frente al derecho al trabajo, se limitan los medios de defensa de los policías cuando son agredidos por las turbas, se reduce el tiempo de los detenidos en dependencias policiales, se permite fotografiar y difundir las fotos de los policías… es decir, quienes ejercen la “potestas” se ponen claramente del lado de quienes niegan la “auctoritas”, y así nos va. Pero de esto, de la abolición de la Ley de Seguridad Ciudadana hablaremos la semana que viene.
Y, mientras siguen ocupándose de aplicar el programa podemita, los organismos internacionales vuelven a rebajar una vez más las perspectivas de crecimiento del gobierno, seguimos liderando el paro, el paro juvenil y femenino, el previo de la electricidad el gas y los combustibles, el IPC se dispara y, no lo dudéis, nos volverán a subir los impuestos. Vamos, que sólo se preocupan de lo importante.
De momento, sólo nos resta esperar y que algún día recuperemos el sentido común y seamos capaces de sustituir esta nueva normalidad sanchista por la auténtica normalidad. Que Dios me oiga.