Resulta agotador el clamar en el desierto para que nadie se percate de nada. No estamos ante un gobierno esquizofrénico, canalla o ruin, sino ante una situación generada por todos de absoluta ponzoña, zurriburri y miserable de una democracia pobre y vaciada.
No es un problema de un Sánchez que, únicamente, vive y ve aquello que le beneficia personalmente, que tiene una visión del poder como algo propio y que, la democracia, como la oposición, es un estorbo o molestia que se debe liquidar, que la democracia es él.
No es un problema de Casado o Feijóo o de Santi, que no tienen el norte definido, que unos no saben cuál es el mínimo común denominador de la derecha democrática y al otro no le interesa por servirle la imagen de líder sin nada que liderar.
Sánchez llegó al PSOE para revitalizar el partido, democratizarlo y liquidar los barones que lo atornillaban al pasado. Algo parecido sucedió con Casado, que fue votado mayoritariamente para lo mismo que Sánchez y, finalmente, Santiago llegó al liderazgo con las manos libres, con la "sumisión" de las bases, procedió a varios cambios de estatutos del partido para tener él las riendas del partido... Los 3 hicieron lo mismo, prometer transparencia, regeneración, libertad y hacer política de otro modo y, tras haber metido, nada de lo prometido.
Es evidente que los discursos son diversos y distantes y que la entrada en escena de Feijóo parecía que supondría un cambio que, a fecha de hoy, no se observa, sigue con un problema de definición ideológica que le lastra e impide crecer a la velocidad que pareciere lo podía hacer.
En este panorama, en el que los "perritos sin alma" buscamos una nueva forma de hacer política, la defensa de unos u otros valores, el fortalecimiento de la democracia y la reconstrucción de los campos de juego precisos para que los fundamentos democráticos se fortalezcan con la fuerza del esfuerzo, la verdad, la serenidad, la preparación, el control y la transparencia real y efectiva, lo que comprobamos es un avance a velocidad de AVE hacia una democracia vacía, pobre y manipulada para manipular a los ciudadanos y destruir nuestro pasado, nuestro presente y construir un futuro rosado pero tremendamente cruel.
Cuando comprobamos este futuro, o uno muy parecido a él, nos preguntamos ¿qué hacer? ¿corro peligro si me enfrento al sistema? ¿cómo actuar si soy un simple ciudadano? Pues es claro, generando, en tu entorno, un modelo de defensa de valores, una transmisión a los tuyos de esos valores, un actuar en el día a día entre los tuyos sin miedo, creando redes, construyendo unidades, formando estructuras, pequeñas, medianas o grandes, que defiendan los mismo que tú, sin miedo, con ganas, con la intención de hacer un pequeño surco, para que otros lo engrandezcan y, finalmente, alguna vez, se convierta en una autopista defensora de aquello que crees: una democracia sólida, solvente, seria y de calidad, que defienda la vida, la libertad, la verdad, los derechos humanos y un modelo de vida que nos permita avanzar a un futuro próspero y construido entre todos.
Si no das dos pasos, por miedo a que te critiquen o te llamen iluso, no caminarás y, si no caminas, no alcanzarás aquello que anhelas.