Del mismo modo que recientemente criticase la forma, los modos, la falta de inteligencia política y, fundamentalmente, la soberbia con la que en Castilla y León se han planteado los modelos de defensa de la vida y contra el aborto por parte de Vox, ante la reacción de la izquierda, del PSOE y la ultra, así como aquellos que defienden el mantra del derecho a decidir, no queda más que entristecernos y reaccionar.
El aborto es una conquista de la izquierda que ha cursado, como suele ser habitual en ellos, de forma ladina, lenta, en fases, pero con un plan que se ha desarrollado con una solidez digna de reconocimiento.
Comenzó con el planteamiento de que no se podía perseguir a las mujeres que abortaban y que ello era motivo suficiente para despenalizar, que no legalizar, la eliminación voluntaria del futuro ser humano. Así planteado parece lógico, de no ser por la inexistencia práctica de mujeres condenadas por ese delito.
En ese modelo de alteración del código penal, se introdujo la sensibilidad de la necesidad de despenalizar el aborto en casos de violación, que queda muy sensible, acomodado al corazón de la víctima y fácil de asumir; pero, nuevamente, se oculta que por dicha causa los embarazos son mínimos y que se decide la eliminación voluntaria sin anexar, promover u ofertar otras alternativas sociales, económicas, etc que permitiesen la vida del no responsable del delito sin sufrimiento para la víctima.
Asimismo, se despenalizó el aborto en los casos de malformación del embrión humano, ocultando igualmente que dichos defectos son habitualmente desechados por la naturaleza y las diferencias detectables no son malformaciones sino síndromes que no inhabilitan la vida del ser humano, al que habrá que facilitar la vida con apoyos, con recursos sociales y que no merecen la liquidación adelantada de su vida pues, si lo aceptamos, lo equiparamos a la eliminación racial de otras épocas, que suprimía aquellos que no cumplían el canon ario o marcado políticamente.
Una vez conseguida la apertura de la puerta de la despenalización indicada, lo que se produce, por la vía de los hechos y de las sucesivas legislaciones ad hoc, es la legalización, facilitación, apoyo, desarrollo, implementación de políticas a favor del aborto que han calado de forma importante en la población, que pasó de estar mayoritariamente en contra de la interrupción voluntaria de la vida humana a que se considere un derecho inalienable.
Lo que defienden los colectivos pro-vida es una recuperación de políticas alternativas a las establecidas, en las que se permita la información, el apoyo, la gestión de recursos y, en definitiva, la equiparación práctica de políticas que permitan el desarrollo normalizado del proceso de gestación de un ser humano. Simplemente que la pareja, pues debe de ser una decisión de ambos, que se encuentre en un proceso de gestación y se plantee la eliminación del futuro hijo, ante dicho dilema, tenga políticas públicas que le faciliten mantener ese hijo con vida, igual que se facilita el aborto.
Se clama por un derecho de la mujer frente al derecho a vivir del hijo, motivo por el que se desarrollan todo tipo de políticas que permiten su práctica sin ofrecer alternativas a esa mujer, a la par que se respete el derecho a vivir del pequeño que cursa en su vientre, y nadie se pregunta ¿por qué si facilito el aborto no puedo, en igualdad de condiciones, facilitar la vida? ¿qué motivo existe para, si estoy dispuesto a gastar fondos públicos -de todos- en aborto, no puedo gastar el mismo importe en facilitar la gestación y su desarrollo sin interrupción?
Estimada amiga pro aborto ¿en qué te molesta que los fondos públicos que se te facilitan para ejercer tu derecho se me faciliten a mí para ejercer el derecho a permitir la vida de mi hijo?
La sociedad es plural y con diversidad de visiones, también en el aborto, de forma que para aplicar políticas adecuadas deberá de cubrir esa pluralidad y diversidad y, por ende, ofrecer a la mujer (a la pareja) la decisión tanto en un sentido como en otro. Y hacer esto no es facha, fascista o retrógrado; lo que sí que supone una acción totalitaria, radical y de retroceso es la de imponer el aborto como única alternativa.
Que un novato soberbio cometa errores no invalida la posición, pues la verdad lo es, la diga Agamenón o su porquero.