La recientísima censura presentada al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por VOX a través de Ramón Tamames, y que ha merecido toda clase de epítetos nada elogiosos como considerada estrafalaria y sin sentido, ha traído a mi memoria una que me presentaron como alcalde que era del Partido Socialista de Ciudad de Ciudad Rodrigo, por el Partido Popular, que a mi juicio carecía de toda lógica.
Y no es que yo fuera inmune a ser censurado, Dios me libre de creerme perfecto en mi gestión, sino porque llevado de mi buena voluntad y de pacificación, había otorgado como alcalde Delegaciones a todos los concejales de los demás Grupos, entre ellos el Popular, que a través de dichas Delegaciones gestionaban y ejecutaban actuaciones municipales, esto es, en cierto modo gobernaban.
Por ello, la primera crítica que surgió es que más que una censura era una autocensura, ya que, además no dimitieron de sus Delegaciones, como era lógico, por lo que tuve que cesarlos como tales delegados para darle un poco de coherencia a aquel desaguisado.
Guardando las distancias, que son muchas, de aquel episodio, ya que fue en los años 80, y la gran diferencia de la magnitud de la de ahora comparada con una ciudad entonces de 16.000 habitantes, es lo cierto que lo disparatado de una y otra se dan la mano.
Pero a lo que iba, siempre es molesto que aunque sea sin la más remota posibilidad de tener éxito, como la de ahora, y en la sinrazón de la mía de entonces, uno tenga que soportar una moción de censura, pero en fin la vida política se ha hecho para eso, para meter y sacar la pata y a veces ni eso, dejarla metida hasta que se gangrena
En política, como dijo Adenauer, “Lo importante no es tener razón sino que se la den a uno”, y, por ello, se ven tantas sinrazones buscando desesperadamente que no lo sean.
En esta última moción se ha hablado de respeto y yo francamente creo que es lo que ha faltado. No sé lo que dirán los libros de historia, pero viene también a mi memoria otra cita, lo que dijo Boris Marshalov “El Congreso es tan extraño. Un hombre se pone a hablar y no dice nada. Nadie le escucha… y después todo el mundo está en desacuerdo”. Creo que eso ha pasado en esta última moción de censura y aunque mi memoria ya me falla después de tanto tiempo, creo que pasó también en la mía, pero a pesar de todo los censurados tuvimos que soportarla.
Ojalá no se repita de nuevo este folletín, pues el país y los ciudadanos no estamos para perder el tiempo con tonterías.