El título de mi columna de esta semana puede hacer pensar a alguno que voy a contar un cuento de hadas para alejarme de la situación bélica en Palestina, o de la situación crítica de la política española en la que el Presimiente Sánchez está a punto de dar un golpe de estado, sí, así como suena, porque el golpe de estado en el siglo XXI no necesita de la ocupación del poder o de las calles e instituciones por un grupo armado, sino que se hace de forma sibilina y sin disparar un sólo tiro, ocupando de forma progresiva desde el núcleo golpista, en este momento liderado por SuperSanchez, de las Instituciones del país, haciendo justamente lo contrario de lo que se prometió antes de las elecciones, invadiendo el espacio que constitucionalmente corresponde a los otros poderes del Estado.
Y es que cuando no se tiene otro objetivo que mantenerse en el poder a cualquier precio, se tambalean los pilares de la democracia. Y eso es lo que estamos viviendo en España desde hace meses, quizás habría que decir desde hace años.
Pero volvamos al tema que titula mis comentarios de hoy. Y es que el pasado martes, la princesa Leonor de Borbón cumplía los 18 años, edad imprescindible para jurar la Constitución y constituirse de forma automática en heredera de la Corona. Y una vez más, mi condición de jubilado me permitió presenciar a través de la televisión, la solemne ceremonia que se desarrolló en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo, en la que se reunieron las Cortes Generales, ante las que la heredera debía prestar juramento. Y como son muchos los aspectos de la ceremonia que merecen comentarios, me limitaré a los en mi opinión fueron más llamativos.
En primer lugar, hay que destacar la ausencia en el banco azul de tres miembros del gobierno: las dos ministras podemitas y el ministro de IU. Por cierto, las dos primeras, declaradas abiertamente republicanas, afirmaron abiertamente que harían lo posible para que la princesa Leonor no llegara a ocupar la Jefatura del Estado. Y ante estas declaraciones yo me pregunto qué méritos tenían ellas para acceder a una cartera ministerial… pero será mejor no recordarlo, verdad Pablo Iglesias? Y si estas ciudadanas se salieran con la suya, se imaginan ustedes una república confederal española presidida por Pedro Sánchez o por Rodríguez Zapatero?. Es evidente, una vez más que el Presimiente carece de la más mínima autoridad sobre la parte podemita de su gobierno pues de otra manera estarían cesadas las dos desde hace tiempo…
Pero es que si Sánchez carece de autoridad sobre parte de su Gobierno, quien debería tenerlo es la vicepresidenta Segunda, pero al parecer tampoco la tiene. Ella no puede tener un enfrentamiento fuerte con Su Sanchidad con el que está negociando el gobierno de coalición en el supuesto de que el candidato Sánchez supere la moción de censura, y ya sabemos que para este golpista todo vale con tal de tener los votos suficientes para mantenerse en el poder.
Otro papelón que hay que señalar es el desempeñado por la presidenta del Congreso, que como está ahí colocada para decir amén a lo que diga el jefe; pero alguien debió advertirle a Paquita de la solemnidad del acto y que conviene no confundir la vestimenta para ese momento, con la utilizada para ir a Mercadona a hacer la compra. Toleró que un miembro separatista de la Mesa no acudiera a la sesión, y tuvo una intervención de marcado carácter ideológico y de patadas al diccionario de la RAE con lo que han dado en llamar lenguaje inclusivo. Al menos, esa noche no fue sorprendida tomando copas como en la época de la pandemia, pero se permitió aconsejar a la princesa lo que me hizo recordar otra vez aquello de “consejos vendo que para mí no tengo”.
Menos mal que terminó su discurso recordando la intervención de Peces Barba hace 37 años en ocasión semejante, y se atrevió a gritar: Viva la Constitución, Viva España y Viva el Rey. Y eso sí, al terminar la intervención la princesa, y ante la interminable ovación que le dedicó el auditorio, decidió ponerle punto final al llegar a los cuatro minutos, y levantar la sesión. Y como habían anunciado, hubo dos notables ausencias de quienes, siendo los representantes del Estado en sus CC. AA. se negaron a asistir a un acto presidido por los reyes y se quedaron en Cataluña y el País Vasco. Presidentes a los que hay que mimar para conseguir su voto en la sesión de investidura. Por cierto las concesiones aprobadas ayer son una auténtica vergüenza.
Y en el hemiciclo, como también habían anunciado, los futuros socios de Pedro I el Mentiroso, a quien a partir de hoy me referiré como Pedro I el Golpista, no hicieron acto de presencia, lo cual agradecieron los diputados y senadores que pudieron estar un poco más holgados. Y alguno preguntará, si no es bueno que quien aspira a suceder al jefe del Estado acuda a las Cortes a mostrar su acatamiento a la Constitución ante los representantes de la soberanía nacional, que no de la soberanía popular de la que habló Armengol para no molestar a los líderes nacionalistas…
Y por ir terminando, parece obligado hablar de la protagonista del Acto, es decir, de la Familia Real, y particularmente de la princesa Leonor: llegó con el solemne protocolo previsto por la Casa Real, y esta vez no hubo ocasión de que el público abucheara al Presimiente y la Familia Real por el contrario fue ovacionada cantando el público en la calle el cumpleaños feliz a la princesa. Sonó el Himno Nacional, pasó revista el Rey a las tropas que rendían honores y entraron al Parlamento por la puerta de los leones. Las crónicas de sociedad han coincidido en valorar positivamente la vestimenta de los cuatro miembros de la familia. Fueron recibidos con los parlamentarios en pie y aplaudiendo hasta que Paquita Armengol abrió la sesión.
Ya he hecho referencia a la intervención de la presidenta. La princesa juró sobre la misma Constitución y con la misma fórmula que utilizó su padre en ocasión semejante, quien se mostró nervioso y sonreía con complicidad a la princesa, como lo haría después en el Salón de los Pasos Perdidos, cuando Pedro I el Golpista le felicitó prometiéndole “lealtad, respeto y afecto”, mientras sus más estrechos colaboradores negociaban con sus socios golpistas, entre otros temas terminar con la Monarquía y la unidad de España.
Leticia, visiblemente nerviosa, pendiente de su hija, y a ratos con un semblante un tanto triste, algo que algunos atribuyen a la ausencia de los cuatro abuelos en el hemiciclo. Personalmente creo que la presencia del rey Juan Carlos hubiera distraído la atención de los asistentes y particularmente de los medios. Y para que la heredera se vaya acostumbrando, pasó al Salón de los pasos perdidos donde saludó a la totalidad de los asistentes a la ceremonia.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado… pero mucho me temo que la semana próxima tengamos que hablar de otro clásico: “ Alí Babá y los 40 ladrones…”. Bueno, son bastante más de 40… y no hay más que seguir las negociaciones para la investidura.
Hasta la semana que viene.