Estamos a la puerta de las elecciones europeas y me da igual el resultado de las mismas, pues en ellas siguen haciendo todos exactamente lo mismo, unos nos roban, nos mienten, nos avergüenzan, pero, con echarle la culpa a la derecha y utilizar el miedo al fascismo inexistente, se encaman con el comunismo muy presente del que aquellos países que lo padecieron huyen; pero, lo malo es que los otros siguen sin comprender, o si lo comprenden son unos auténticos canallas que miran su ombligo y su buchaca antes que España, que sin una cooperación, una colaboración y un trabajar juntos esto no hay quien lo remedie y siguen que si cobarde, que si extremo, que si tú, que si no tú más… ¡Imbéciles!, con perdón del imbécil.
Necesitamos que la decencia, el mirar a los ojos y decir la verdad, el no manipular, el trabajar, el respetar, cumplir la palabra dada, formalizar un contrato con el votante, que se tiene que cumplir y ser coherente, se reimplante en la política y, para ello, somos nosotros los que lo tenemos que exigir y reclamar en nuestro único beneficio.
Estamos haciendo leyes de cumplimiento normativo, de defensa del consumidor, de implantación de un capitalismo honrado que, cuando acudimos a la política, no se cumplen o incluso se desmontan. Así se ha organizado una amnistía de un delincuente, un perdón del ladrón, una rebaja de penalidad al corrupto, se permite mentir en campaña y fuera de ella si es para obtener rédito, es dable cambiar radicalmente de opinión sin dar la más mínima explicación y sin que los cambios supongan consecuencias, etc. y luego nos quejamos, cuando somos nosotros los que validamos esas actitudes o no le infligimos un severo castigo al que así actúa.
No es un problema de derechas o de izquierdas, sino de ciudadanos que aceptan la mentira, permiten la farsa, el engaño y la manipulación si es para los suyos, si aceptamos el sectarismo y el fanatismo no podemos avanzar, no progresaremos jamás, por más que uno u otro se apropie del progreso o de la patria, del avance social o de la solvencia económica.
Es precisa una política de seriedad y solvencia profesional y moral, no puede ser que aquel que nada en la corrupción, que nació entre prostíbulos, creció de la mano de la manipulación, se envuelva en la progresía que no cumple, en la defensa de la infancia que se hunde en la miseria con su trabajo, que cambia las reglas del mercado de trabajo para encubrir la falta de trabajo efectivo y de calidad.
No podemos dejar en manos de quien copió su máster, le facilitaron el doctorado, le entregaron una cátedra sin tener ni el grado, destrozan sus ordenadores para encubrir su corrupción, cambia los estatutos para blindar su sillón, no ha desarrollado un trabajo previo, no tiene una vida pasada o mejor no mirarla y aceptar la mayor de las canonjías. No debemos de admitir los vividores del servicio público que sólo han lucrado mientras cubren el mismo, pero no tienen, no han tenido y luchan por no tener ningún trabajo al que volver.
Claro que hay que garantizar al servidor público un regreso digno a la vida personal que le permita recuperar lo que hacía antes de la política, que le permita no perder aquello que había construido hasta el momento en que decidió servir a los demás, pero lo inaceptable es sólo haber servido en política, pues eso no es servir, sino servirse y hace que nos suceda lo que estamos viviendo. Venden España con tal de no perder su posición, aceptan la extorsión no por debilidad sino por falta de vergüenza o necesidad de ocupar la posición para servirse, para lucrarse, para mantenerse en el “trono”, pero cuidado que esto no es propio de Pedro, que si miras a las autonomías verás muchos “pedros” de todos los colores y partidos, azules, verdes, rojos, etc. pues el problema no es Pedro o los “pedros”, es admitir un modo de hacer política que permite estas situaciones porque nosotros, los “perritos sin alma”, hemos ido bajando el listón, admitiendo la mentira, aceptando la basura hasta tener esta hedionda, putrefacta y vomitiva forma de hacer política.
España, los perritos sin alma, no se merecen unos políticos que les mientan, les engañen, no sean decentes, ni asuman sus responsabilidades… señores, no merecemos que nos traten así y nosotros debemos de reaccionar de una vez.