Disparate tras disparate van pasando las semanas. Vivimos en el país del bochorno, la falta de vergüenza y dignidad, donde la inteligencia parece siempre que está de vacaciones. Esta semana hemos visto a los que nos administran ir a pedir gallinas a los jefes de los gallineros sin ofrecer nada a cambio. Formación en origen y a ellos que les importa. Viven de mandarnos pollos cobrando. Se los sacan así de encima y les quedan a más gallinas por barba. Les importa tres huevos lo que hagamos con ellos con tal de que no se los devolvamos que ellos ya los han desplumado.
Sigue el culebrón de Venezuela donde nadie publica las actas electorales aunque en España es peor pues se pierden. Nadie da un palo al agua, nadie hace nada. Todo fluye de forma difusa. A nadie importa. La UE en solitario parece que es impotente, es un gigante económico cada día con más pies de barro, un enano político y un gusano militar. Al final nadie nos hace caso. Carecemos de cualquier tipo de liderazgo.
Son los inmigrantes los que deben demostrar interés por integrarse en el país y no el país quién debe emplear tiempo y recursos ilimitados para suplicar empatía a los recién llegados. No es solución regularizarlos para que algunos partidos políticos se vean favorecidos. La nacionalidad no es una patente de corso. No deberían de poder votar hasta pasados al menos treinta años habiendo cotizado. Nuestro esfuerzo y nuestros ahorros son resultado de nuestro trabajo y el de nuestros antepasados. La cosecha no es para el primero que le gusta la fruta, ese es un ladrón. Estamos entrando en una fase de destrucción acelerada del tejido social y cultural en gran parte del país.
La nueva definición de error administrativo es pagar más de trescientos millones a empresas sin domicilio por contratos con la administración. Alemania sufrió cerca de catorce mil ataques de cuchillo el pasado año, aquí se suceden todos los días pero no sabemos contar. Hace dos semanas asesinaron a un niño en un campo de fútbol, la nueva normalidad ha finiquitado el tema.
Para nota es el que afirma que los alquileres han subido por culpa de la migración masiva de jóvenes a algunas urbes metropolitanas para estudiar en universidades privadas, en un país como el nuestro que no hay dinero para pagarse los estudios. Millonarios todos en educación. Las universidades privadas tendrán que construir sus propias residencias.
Da la sensación de que vivimos dentro de una batidora en la que cada cual va por su cuenta mirando de como restar. La realidad no existe. Cada vez hay más gente que no sabe usar ni un tenedor para comer. Cualquiera se constituye en opinión y autoridad competente. No sabemos si se acaba el verano o el cambio climático. Mientras en Salamanca y su alfoz algo sigue oliendo mal por las noches.