El otro día, un amigo me decía que había perdido la vida, que sólo había estado trabajando de sol a sol para que su familia pudiera tener una vida agradable y, mientras él trabajaba “para” ellos, no podía estar “con ellos” y ahora le decían que sólo sabía darles cosas materiales.

Su mujer, con la que sólo podía estar al anochecer, cansado por una agotadora jornada, con la que él creía compartir la vida, ya no pensaba lo mismo, no le seguía y había cambiado sin que él se hubiera enterado.

Cuando él se dio cuenta, ya era tarde, ya no tenía nada y nada podía hacer. Es triste, desolador, verle cómo se sentía, cómo había perdido su vida, su proyecto, su familia, lo había perdido todo.

Pues, algo parecido nos está ocurriendo con nuestra democracia, con nuestra política, con el futuro de nuestros hijos y de nuestra sociedad, que nos hemos pasado la vida intentando construir algo mejor de lo que nos habían dejado, mientras una panda de vividores, sin vergüenza ni pudor, se han hecho con las riendas de nuestra vida, con soflamas de un imaginario perfecto que sólo les sirve para que una sociedad inerme les siga y, finalmente, mostrar lo que son.

El feminismo, el ecologismo, el cambio climático, la solidaridad … etc que, per se, son ideales que todos seguimos y podemos defender, no son más que promesas falsas que transmutan en lemas laicos lo que eran valores sociales de una cultura judeo-cristiana y que vienen no a construir un mundo mejor, sino a enfrentar a unos con otros, con la única intención cierta de conformar un magma muy lucrativo que les sirve a ellos y destroza el entramado social dinamitado por la crispación, la violencia y la mentira.

La defensa de la mujer y la igualdad con el hombre se consigue en nuestro mundo con la evolución cultural que nace en la defensa de la cultura cristiana de seres humanos iguales e hijos de un mismo Dios a cuya imagen y semejanza fueron creados y, no es fruto, ni se obtiene, generando la imagen de que el hombre es un depredador sexual agresivo al que hay que someter “empoderando” a un sexo para “someter” al otro, como no todos los siniestros, son ladrones y vividores, por más que muchos existan, y tampoco es bueno dar esa imagen que sólo sirve para el enfrentamiento.

Que hay que cuidar el planeta y la biosfera es indudable, pero ¿antes no se cuidaban los montes más que ahora? Se limpiaban, se preservaban, no había retén antifuegos, ni UMEs, ni el nivel de incendios forestales que vivimos en el presente. En invierno hacía frío, como ahora, en verano calor, como ahora, en otoño y primavera llovía, como ahora, había catástrofes naturales, menos que ahora, pero haberlas habíalas. Lo que no puede ser es que, para que unos pocos obtengan lucros indencentes, impidamos a los países en desarrollo su desarrollo, cuando quieren lograrlo haciendo lo mismo que hicimos nosotros, que los grandes se lucren sin hacer nada y someter al ciudadano a restricciones injustas que sólo sirven para subyugarlo y no aportan prácticamente nada al fin que se dice perseguir.

La solidaridad, como estructura, se ha consumado como un entramado en el que mediocres profesionales han conseguido unos lucros que les hubieran sido impensables, que no sirven al fin al que dicen servir, que venden una ayuda que no alcanza a los que va dirigida, pero concede una imagen bonancible que no conecta con la realidad, pues de cada 100€, al necesitado le llega 1€. Es verdad que toda generalización es cruel, pero desgracidamente, sálvese la parte, el modelo sólo sirve para el lucro y la canalla.

La construcción social debe de hacerse con esfuerzo, con seriedad, con honradez, trabajo y prudencia, sobre la base de unos valores reales y sólidos, en los que los dirigentes sean personas de alto nivel ético, moral, intelectual y social que sirvan de referente y que vengan a servir a cambio de la púrpura, del reconocimiento social y no “pajaritos” de plexiglás que con cuatro imposturas engañan al ciudadano, que cacarean su defensa de la mujer y las violan, que dicen luchar por el menos favorecido y se compran un casoplón guardado por un regimiento de guardias civiles, que afirman la honradez y su mujer monta un lucrativo negocio en la sede de la Presidencia del Gobierno y sus ministros atienden al narcodirigente que trae maletas para salvar a sus amigos, que quieren defender la democracia desmontando el sistema de poderes, que luchan contra los violadores y los dejan en la calle, que hablan de cambio climático que nos imponen y ellos no hacen nada por él, que te exigen la progresía del plástico y ahora te dicen que eres un vándalo por usarlo y destrozar el mar….

Que Errejón no es más que la punta del iceberg, que Sánchez no es más que el rostro pétreo de un magma corrupto, de uno y otro lado, que no cesa, que Ribera no sabe lo que es la energía y no conoce la zoología más allá de un bote, pero le sirve para lucrar como nadie, que …

La culpa es nuestra por no defender nuestros valores, por no defender nuestra democracia, por dejar en manos de desgarramantas mononeuronales, rojos, azules, verdes, amarillos y morados, nuestras vidas, y las de nuestros hijos y, cuando nos queramos dar cuenta, nos pasará como a mi amigo, que lo perdió todo sin enterarse y sin poder hacer nada. Un ejemplo, Venezuela, referente político de todos estos destripaterrones que nos están destrozando.