La política actual se ha convertido en un escenario donde los personajes se dividen en “buenos” y “malos”, simplificando complejas realidades en discursos simplistas y enfrentados.

Cada partido se presenta como la única solución legítima, mientras sus rivales son demonizados como la fuente de todos los problemas. Esta visión, que puede parecer efectiva para captar votos, es peligrosa y superficial. La política, reducida a un juego de héroes y villanos, se convierte en un espectáculo donde los matices desaparecen.

Un ejemplo reciente de esta dinámica se puede ver en la reciente gestión de la DANA en Valencia, donde la derecha y la izquierda han aprovechado la tragedia para reforzar sus propios relatos. Cada bando se apresura a señalar a su adversario como el culpable o el incompetente, ignorando que las soluciones reales a una crisis como esta requieren una cooperación sincera y una perspectiva común. En lugar de sumar esfuerzos, cada lado se presenta como el salvador, mientras acusa al otro de poner en peligro a los ciudadanos.

Esta forma de reducir la política a un enfrentamiento de roles además de polarizar, limita nuestra capacidad para cuestionar y exigir. En este ambiente de blanco y negro, los ciudadanos pueden caer en la "pasividad crítica", aceptando los errores de su bando y despreciando cualquier acierto del contrario, sin espacio para una evaluación objetiva de los hechos. Nos transformamos en seguidores leales de personajes antes que en ciudadanos activos que buscan soluciones tangibles.

El resultado de esta dicotomía es una sociedad dividida y una política que se centra en el espectáculo, en vez de abordar las cuestiones que realmente importan. Los problemas como la gestión de emergencias, la economía o el cambio climático quedan desplazados por la lucha de egos y discursos extremos, donde la búsqueda de consenso o solución queda relegada.

La política debería ser un espacio para el debate, los matices y las soluciones compartidas. Si seguimos aferrándonos a esta narrativa de “buenos” y “malos”, el verdadero daño será para todos.