Lynch no es de grises. Es de blanco o negro. Este tipo de gente suele ser complicada, pero, para qué engañarnos, también suele ser gente que sabe lo que quiere y, por supuesto, lo que no. Y aquí tenemos uno de los grandes problemas de nuestra sociedad actual: la gente no sabe lo que quiere. Algunos, al menos, saben lo que no. Pero la gran mayoría, ni una cosa ni la otra. Me parece incomprensible. Cuando no sabes lo que quieres y no decides, no te preocupes, el resto ya decidirá por ti. Pero luego no te quejes.
Por la gente mayor que he podido conocer y (sobre todo) escuchar, creo firmemente que la gente “de antes” era más clara y consciente que la gente “de ahora”. Hoy en día no se puede ser claro ni directo. Y parece que tampoco consciente. No está bonito. No es políticamente correcto. Hay muchas veces que es mejor no opinar, no vaya a ser que se saque de contexto según qué cosas y te arruinen la vida. Así de repente. Por esto tampoco te preocupes. Si no eres muy importante, no te tiene que perturbar mucho.
Según dicen, David Lynch también es un tipo obsesivo. Me gusta la gente que se obsesiona con algo y hasta que no consigue su objetivo, no para. Esto se puede extrapolar al deporte, al trabajo, a viajar, al amor… Lynch está obsesionado con el café. Y por eso tiene o tuvo una plantación. Me parece bastante obvio y respetable. No sé qué fue antes, la plantación o la marca de café. Pero la obsesión de tomarse veinte tazas de café a pasar por hacer cientos de catas a ciegas hasta conseguir crear su propia marca, ya me parece lo suficientemente obsesivo y, en consecuencia, despierta bastante mi interés.
Este universo de dualidad que nos ofrece Lynch a lo largo de toda su obra (no solo cinematográfica, si no también escultórica, fotográfica, publicitaria, …) nos permite indagar en nuestro subconsciente sin apenas sonrojarnos. Es capaz de hacer que llegues a plantearte cosas que no podrías contar a tus amigos ni familiares, ni siquiera a tu pareja. Crees que, si lo cuentas, pensarán que estás loco.
Que se te ha ido de las manos. Que ya es hora de que dejes de fumar lo que sea que estás fumando. Pero, sinceramente, si tienes un poco de inquietud es muy probable que entiendas que ese tipo de pensamientos los tiene cualquiera. Incluso la gente más simple. Y si no, pregúntaselo a cualquier psicólogo. Que te cuente los pensamientos que atraviesan por la cabeza de personas que, aparentemente, son normales. ¿Quién es normal hoy en día? Eso ya no está de moda. Ya no es cool. Ya no tiene gracia. Y que pena, ¿no?
Volviendo al tema, en la sala de Exposiciones de la Pasión, en Valladolid, tenéis la muestra “El surrealismo fantástico de David Lynch”. Es genuino hasta rabiar y, aunque a veces puede dar miedo, te hace pensar. A no ser, claro, que seas una de esas personas que ven la vida pasar y únicamente se dedican a criticar lo mal que le va todo y la suerte que tiene el de enfrente. Pero este es otro tema.
A la exposición no le quedan muchos días. Aprovechad e id a verla. Y si no podéis, volved a ver Blue Velvet. Algo aprenderéis seguro.