Juan Carlos González, primer guardia civil asesinado por ETA con amonal
Este 12 de octubre, festividad de la Virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil, los actos de Salamanca tienen su epicentro en Béjar. Este año no hay desfile en la Comandancia, pues ya tuvo lugar el pasado domingo 7 de octubre en la Plaza Mayor de Salamanca con representantes de toda España. Pero los cuarteles y puestos de la provincia charra sí llevarán a cabo diversos actos. En Béjar será el que congregue más autoridades.
Tras una misa en la Iglesia de San Miguel, al mediodía en la Plaza España se izará una bandera rojigualda de grandes dimensiones, con la asistencia de la subdelegada del Gobierno en Salamanca, el teniente coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Salamanca, el director general de Presidencia y Comisionado para las Víctimas del Terrorismo, el delegado territorial de la Junta de Castilla y León, y el presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, entre otras autoridades. Pero, sobre todo, se rendirá homenaje al guardia civil bejarano Juan Carlos González Rentero, fallecido en acto de servicio en un atentado de la banda terrorista ETA el 25 de abril de 1986 en Madrid.
Apenas tenía 21 años y llevaba nueve meses en el Cuerpo. Como cada mañana, los agentes relevaban el turno de vigilancia de varias embajadas en el centro de la capital de España. Pasadas las 7:15 horas, el Land Rover en el que Juan Carlos viajaba junto a ocho compañeros, estalló al pasar por la calle Juan Bravo, de camino a la embajada de Estados Unidos. El vehículo se había detenido en un semáforo junto a la Maternidad Nuestra Señora del Rosario, con 55 mujeres y 60 bebés, pero eso no fue impedimento para que el terrorista Antonio Troitiño, miembro del Comando Madrid de ETA, accionara el detonador.
Tal fue la fuerza de la explosión que rompió los cristales de edificios en cuatro manzanas de distancia, abrió un agujero enorme en la fachada del hospital, donde por fortuna no hubo víctimas mortales, y el vehículo de la Guardia Civil quedó completamente destrozado. A su lado había estallado un Seat 124 con matrículas falsas que llevaba 25 kilos de explosivo y unos 50 de metralla. Y una novedad, porque fue la primera vez que ETA empleó amonal para elaborar una bomba. Así lo reconocieron los terroristas en un escrito enviado al entonces jefe de la banda, Santi Potro, incautado un año después por la Guardia Civil durante su detención.
“La fotografía del coche que os mandamos corresponde a un BMW que iba delante del Land Rover, os la mandamos para que os deis cuenta de hasta dónde extendió el fuego la explosión, tras el cual el Land Rover siguió quemándose. Este efecto incendiario creemos que es debido al nuevo explosivo, ya que antes, con la goma, no lo habíamos visto. Insistimos sobre el fogonazo que produjo la explosión, diciendo que el edificio situado al lado de donde estaba aparcado nuestro coche es de seis plantas y aun así toda esta altura fue superada por la llamarada que se produjo. Respecto a la anchura de la llamarada, ésta la podríamos valorar en unos treinta metros aproximadamente”, decía el escrito de los etarras, publicado en el libro ‘Sangre, sudor y paz. La Guardia Civil contra ETA’, de Lorenzo Silva, Gonzalo Araluce y Manuel Sánchez Corbí, este último salmantino de adopción.
En aquel salvaje atentado, además de Juan Carlos González, murieron el cabo primero Juan Mateo y los agentes Alberto Amancio, Juan Catón y Vicente Javier Domínguez. Béjar recuerda hoy a su paisano pero también a los compañeros que dejaron su vida en aquella fatídica mañana en Madrid.