Al borde de un ataque de nervios: lo que ocurra el domingo en Castilla y León no se quedará en Castilla y León
El cierre de la campaña electoral se convierte en una montaña rusa de emociones: todo puede ocurrir
11 febrero, 2022 21:57Posiblemente la campaña más larga de la historia -casi dos meses de batalla dialéctica y mensajes hiperbólicos desde que Mañueco rompiera la baraja aquel 20 de diciembre- y sin duda la más intensa. Castilla y León baja exhausta esta noche el telón de una campaña electoral de infarto en la que nada es lo que parece. Ni el motivo de la convocatoria fue solo Castilla y León; ni los jugadores son solo los candidatos de Castilla y León, ni lo que se juega es solo el gobierno de Castilla y León. Los grandes partidos han utilizado a Castilla y León como un ring que determinará la fortaleza de los líderes nacionales dentro del gran tablero de ajedrez que es la política nacional.
Cuando Alfonso Fernández Mañueco hizo saltar por los aires el pacto que le encadenaba a Ciudadanos emulando la jugada maestra de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, el viento soplaba a favor. Las encuestas le daban mayoría absoluta, y aunque el momento no era el más deseable (unas elecciones en febrero, con el COVID disparado), la amenaza de una hipotética nueva moción de censura en el horizonte, la necesidad imperiosa de Pablo Casado de fortalecer su liderazgo en el partido con más victorias electorales al margen de Ayuso y el calendario judicial que aguarda a la vuelta de la esquina al PP de Castilla y León obligaban a Mañueco a meterse en el berenjenal electoral.
Las sucesivas encuestas y sondeos han ido rebajando, desde entonces, aquellas expectativas de quien camina seguro al triunfo para dar paso a la preocupación y el nerviosismo. Las previsiones más optimistas hablan ahora de una mayoría absoluta por los pelos junto a VOX; las peores para el PP -como el CIS, o más recientemente el festín de emojis de Electomanía-, dibujan un horizonte de empate técnico, posibilidades para un gobierno de izquierdas o incluso un escenario de bloqueo parlamentario. De ahí que el Partido Popular haya echado el resto, especialmente durante la última semana, para insuflar al candidato Mañueco un chute extra de energía con apariciones estelares de la glamurosa presidenta madrileña, el simpático alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, el solvente presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, y Pablo Casado todos los días en Castilla y León en una gira sin fin… incluso los expresidentes José María Aznar y Mariano Rajoy. En esta jornada de balance de campaña en las sedes provinciales del PP había demasiadas caras largas ante la gran pregunta: ¿qué va a pasar?
Mayor tranquilidad se respira en el PSOE, que no se juega perder un gobierno sino que aspira a hacerse con él por metedura de pata mayúscula de su rival. Las expectativas son elevadas dentro de las filas socialistas, y no descartan la victoria. Se agarran al oráculo del CIS, el denostado instituto demoscópico de Tezanos que, sin embargo, fue el único que en 2019 clavó los resultados. Y esperan que la profecía se repita.
El PSOECyL liderado por Luis Tudanca se ha puesto por montera la esperanza del cambio, que en el caso de los socialistas nunca se pierde en Castilla y León. Como todo el mundo sabe, la derecha lleva 35 años gobernando en esta comunidad autónoma birregional, a pesar de que hace dos la lista de Tudanca fue la más votada, aunque no logró gobernar. Y el PSOE, en el Gobierno de España, ha desplegado en tierras del Cid, de Ordoño y de los Reyes Católicos la artillería pesada de ministros por doquier y el presidente Pedro Sánchez a la cabeza. Tampoco en los actos socialistas ha faltado un jarrón chino, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, cuya figura se ha visto revalorizada en los últimos años por su famoso ‘talante’ y los avances sociales de su gobierno.
El tercero en liza no es Ciudadanos, a pesar de que en los debates televisados sólo participaron Mañueco, Tudanca y Francisco Igea. El tercero en la sombra es VOX, donde el ambiente sí es de incontenible euforia, y cabalgan hacia una noche de triunfo a lomos del desencanto con el bipartidismo y la nueva política. Tanto que hasta se atreven a mentar a los muertos de las gentes del PSOE. Aunque no ganen habrán logrado su objetivo: ser condición sine qua non de un gobierno de la derecha, o en el peor de los casos, conseguir el botín de un trasvase brutal de votos del PP a la urna de Juan García-Gallardo Frings, el inexperto delfín de Santiago Abascal para esta parte de la piel de toro.
Y en Ciudadanos el aplomo y la fortaleza dialéctica e intelectual de Francisco Igea está provocando, en términos médicos, una simbólica ‘mejoría de la muerte’ en un partido moribundo que, sin embargo, en Castilla y León aún puede jugar un último papel. El exvicepresidente de la Junta y exsocio de Mañueco, el mismo que fue destituido por whatsapp pero que se enteró un poco antes en mitad de una entrevista de radio, ha defendido en la campaña la labor de sus consejeros en la legislatura de la pandemia, la más reconocible, Verónica Casado, en el último puesto de su lista electoral. El alfa y omega de un partido que pudo serlo todo y se desmoronó derribado por el mismo al que sostuvo. En Ciudadanos se han despachado a gusto en esta campaña, y plantan cara casi solo por placer. De ahí que Igea afronte pletórico las horas previas a la votación, ya que cualquier resultado que mejore las pobres expectativas con las que ha partido serán una victoria. Anoche Inés Arrimadas, a punto de dar a luz, daba el último espaldarazo a los naranjas en Valladolid.
Y, finalmente, pero no por ello residual, según lo ajustados que sean los resultados, jugarán un importante papel los partidos minoritarios, que este 13-F podrían conformar una nutrida lista. Parte con inmejorables expectativas la Unión del Pueblo Leonés, liderada por Luis Mariano Santos, a quien el PSOE lleva años haciéndole la campaña del leonesismo en el Reino de León (León, Zamora y Salamanca), promoviendo mociones en los ayuntamientos en favor de la autonomía del País Leonés. Hasta tres diputados autonómicos le otorgan las encuestas. Por Ávila, puesta en el disparadero de la convocatoria electoral por unas supuestas negociaciones ocultas en torno a los presupuestos, podría repetir escaño con Pedro Pascual.
Desde Unidas Podemos intentarán mantener el tipo, aunque después del batacazo del 2019 que arrojó al grupo mixto a la formación morada, conservar la cuota actual no sería un mal resultado. Aún así, hasta Castilla y León se han desplazado para apoyar a Pablo Fernández Pablo Iglesias, Ione Belarra, Irene Montero, Alberto Garzón y hasta la mismísima Yolanda Díaz, que fue a dar un mitin a Castronuño, famoso por sus bellas riberas.
La gran incógnita reside en los partidos de la España Vaciada, especialmente en Soria ¡Ya! que, tras veinte años de militancia en forma de plataforma, está decidida a irrumpir en el espectro parlamentario de Castilla y León y conseguir por la vía política para la provincia lo que no ha logrado por la vía de la reivindicación. Vía Burgalesa también tiene opciones de procurador.
Sea como fuere, parece claro que los sobrios escaños de las Cortes de Castilla y León tendrán más colores en el arco (arcoíris) parlamentario que nacerá tras esta convocatoria electoral. Una cita con las urnas que despierta, a partes iguales, esperanza, temor, preocupación e ilusión. Si hay algo seguro es que muchos no pegarán ojo hasta la noche del domingo. Tampoco en Madrid. Porque lo que ocurra en Castilla y León no se quedará en Castilla y León. Que Dios reparta suerte.