Las elecciones en Castilla y León pueden suponer el inicio de un nuevo ciclo electoral cuya próxima cita ineludible será Andalucía y, dentro de un año y medio, las próximas elecciones generales. La estrategia del líder del Partido Popular, Pablo Casado, que quería anotarse un tanto frente a la victoria de Isabel Díaz Ayuso en mayo del año pasado, ha fracasado y el PP tan solo ha logrado cambiar a un socio, Ciudadanos, por otro más incómodo, Vox. Se demuestra por tanto que la subida de los populares en esa Comunidad se debió a la candidatura personalista de la lideresa madrileña y no a una subida generalizada del PP.
El PSOE ha pagado en las urnas el desgaste después de dos años de Gobierno de coalición y de la pandemia, algo que también ha penalizado a su socio, Unidas Podemos. Las expectativas de los partidos provinciales no se han cumplido pero Soria ¡Ya! ha mostrado que décadas de trabajo por la provincia dan sus frutos y UPL ha aprovechado el resurgir del leonesismo. Las elecciones autonómicas más mediáticas y con mayor clave nacional han supuesto un antes y un después que marcará el inicio de un nuevo ciclo político en España.
El resultado de la jornada electoral de este domingo no ha dado un respiro a Pablo Casado. La intención con la que el PP adelantó los comicios el pasado 20 de diciembre –neutralizar a Ciudadanos y obtener una amplia mayoría, emulando a Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid– no se han cumplido, y los populares dependerán de Vox para conformar una mayoría. El PP ha obtenido 31 escaños, solo dos más que en 2019 –cuando obtuvieron su peor resultado histórico en la región–, mientras que la formación de Santiago Abascal se ha disparado hasta los 13 procuradores frente al único representante logrado en la anterior cita electoral.
Los resultados demuestran que el PP no ha logrado movilizar a su potencial electorado durante la campaña, en uno de sus feudos tradicionales, y que las expectativas que tenían hace un mes –cuando aspiraban a lograr mayoría absoluta o a acercarse a ella– se han difuminado por completo. La alternativa que esperaban los populares, depender solo de los partidos provinciales, tampoco es viable ya que estos han obtenido siete representantes en total y el PP necesita a 10 procuradores para conformar una mayoría. Esto les deja irremediablemente a expensas de que Vox decida apoyarles.
La formación de Abascal ha cosechado una importante subida electoral, que se corresponde con el ascenso que pronostican todas las encuestas para Vox a nivel nacional. La candidatura dirigida por el joven abogado burgalés Juan García-Gallardo ha aprovechado ese impulso nacional y ha pasado de un 5% de los votos en los anteriores comicios a más de un 17%, sustituyendo a Ciudadanos como tercera fuerza política. Este resultado puede proyectar a Vox de cara a unas futuras elecciones andaluzas, donde las encuestas les dan un subidón aún más importante, y de cara a las elecciones generales de diciembre de 2023, donde aspiran a convertirse en la principal fuerza de la derecha española.
Vox ha mostrado su intención de entrar a formar parte de un Gobierno por primera vez si los resultados en Castilla y León eran suficientemente potentes. La escasa distancia a la que se han quedado los de Abascal del PP, al obtener casi la mitad de procuradores que los populares, indica que Vox exigirá formar parte del nuevo Ejecutivo autonómico, ya sea con la vicepresidencia, con varias Consejerías o con la presidencia de las Cortes Regionales. La subida de los de Abascal es un episodio más de los éxitos cosechados por el partido durante el último año, tras su gran subida en Cataluña en febrero de 2021, cuando obtuvieron más escaños que PP y Ciudadanos juntos, y después de haber resistido en la Comunidad de Madrid en mayo y haber subido un escaño con respecto a la anterior cita electoral, pese al efecto Ayuso.
El antiguo socio de Gobierno de Alfonso Fernández Mañueco, Ciudadanos, ha sufrido un terrible desplome y ha pasado de 12 representantes a solo uno, aunque durante el transcurso de la noche electoral los liberales temieron su desaparición de las Cortes. Finalmente, el exvicepresidente Francisco Igea logró conservar su escaño por la circunscripción de Valladolid pero este resultado deja a Ciudadanos sin ningún tipo de posibilidad de influencia política en el nuevo Ejecutivo.
La debacle de la formación de Inés Arrimadas en Castilla y León es un episodio más de la serie de decepciones electorales que lleva encadenando Ciudadanos desde que pasó de 57 a 10 escaños en las elecciones generales de noviembre de 2019. La dura caída en su antiguo feudo de Cataluña en febrero de 2021 –donde pasó de ser primera fuerza a tener seis escaños–, la fracasada moción de censura en Murcia en marzo de 2021, la desaparición del partido en la Asamblea de Madrid y este representante obtenido in extremis en Castilla y León resumen lo que ha sido un annus horribilis para la formación liberal.
El PSOE de Luis Tudanca ha sufrido también un duro varapalo y ha perdido siete escaños con respecto a las elecciones de 2019, en las que obtuvo 35 escaños y se convirtió en la primera fuerza de la región después de 32 años. Los socialistas han penalizado el desgaste del partido a nivel nacional ya que los tres años transcurridos desde los anteriores comicios han sido testigos de una pandemia, la de la covid-19, de una serie de restricciones muchas veces impopulares y de acuerdos con partidos nacionalistas e independentistas que no siempre han sido comprendidos por los votantes socialistas de la España interior.
Esta bajada en escaños incapacita al PSOE para optar a gobernar la región, ya que su máxima aspiración sería obtener 37 apoyos –contando con que Por Ávila o Ciudadanos se plantearan apoyarles– a cuatro de la mayoría absoluta. Los socialistas, por tanto, se ven abocados a la oposición otra legislatura más en Castilla y León, una posición que llevan ostentando desde hace 35 años y que deberán asumir con resignación durante cuatro años más.
Los partidos provinciales no han cumplido las expectativas que se habían puesto en su potencial resultado, aunque uno de ellos ha logrado un éxito sin paliativos. Soria ¡Ya! se ha convertido en la primera fuerza en la provincia de Soria, con más de un 40% de los votos y tres procuradores de cinco en liza, y ha recibido los frutos de más de 20 años de activismo reclamando mejoras para su provincia. Los resultados han mostrado una clara diferencia entre un partido que se basa en una plataforma asentada en el territorio durante décadas y el resto de partidos asociados a la "España Vaciada" que, en su mayoría, responden a creaciones recientes al calor del impulso de este movimiento a nivel nacional. Ninguno de ellos se ha acercado a obtener representación.
Otro partido provincial exitoso ha sido Unión del Pueblo Leonés (UPL). La candidatura encabezada por Luis Mariano Santos ha obtenido el mejor resultado para el partido desde 1999 y ha pasado de uno a tres procuradores, la principal aspiración de los leonesistas en esta cita electoral. UPL ha aprovechado el resurgir del movimiento en favor de la creación de una región leonesa que englobe León, Zamora y Salamanca durante los últimos tres años y ha recogido ese capital electoral de manera incontestable. La sucesión de mociones en Ayuntamientos en favor de esta nueva región y las manifestaciones celebradas en la capital leonesa, que mostraron que una parte de los leoneses se sienten menospreciados por la Junta de Castilla y León, han impulsado a una formación con trayectoria histórica desde la segunda mitad de los años 80.
Los dos últimos escaños los han obtenido dos formaciones que ya contaban con representación en las Cortes durante la última legislatura: Por Ávila y Unidas Podemos. La formación abulense, escisión del PP en 2019, ha logrado mantener el diputado que consiguió en la última cita electoral aunque se prevé que la influencia del partido sea menor en esta legislatura, al haber obtenido PP y Vox una mayoría más amplia que la que tenían los populares y Ciudadanos en la anterior legislatura. Unidas Podemos, por su parte, ha logrado mantener un diputado por Valladolid, su cabeza de lista Pablo Fernández, pero ha sufrido una caída considerable en votos. El partido ha logrado en torno al 5% de los votos, mismo porcentaje que en 2019 cuando se presentaron por separado de Izquierda Unida.