La frenética vida de Jonatan Armengol: ciego, paracaidista, youtuber y crítico gastronómico
Es uno de los paladares que pone nota en los Premios Zarcillo de vino y los Premios Cincho de queso en Castilla y León. Pero la vida le pide más y también es empresario y se atreve con el vuelo a motor. "Ciego, ¿y qué?"
13 agosto, 2022 07:00Lo de que lo llamen invidente no le gusta nada. Le parece mal. Él es ciego, "y calvo", y es feliz siendo exactamente como es. "Lo de llamar invidente a los ciegos es molesto porque es tratarnos con condescendencia, como queriendo tapar lo que somos, cuando las limitaciones de la ceguera, exceptuado algunas obvias, están más en la mente de los demás".
Jonatan Armengol (Barcelona, 1977), considera Castilla y León como su segunda casa. Nació ciego y sus padres no se dieron cuenta de ello hasta que tuvo un año, aunque su madre "se negó a aceptarlo hasta seis meses después de que se lo confirmaran". Hoy, es el crítico gastronómico de moda en las redes sociales. "No puedo conducir un camión por motivos obvios, fíjate la que podríamos liar -se ríe a carcajadas-, pero el resto lo puedo hacer casi todo", asegura.
Se pone al frente de los fogones de su cocina y comparte los secretos de sus recetas a través de su canal de YouTube (en apenas un año tiene ya más de 2.000 seguidores), y lleva 24 años con su propio programa en Radio Intereconomía dando recetas diferentes y para todos los gustos. Hoy es uno de los críticos gastronómicos con más renombre en el panorama nacional.
En Castilla y León es un personaje conocido entre fogones y bodegas. Es un habitual en el jurado de los más prestigiosos certámenes nacionales e internacionales. Lo es de los Premios Cincho, el concurso de quesos más importante de España que se celebra cada año en la Comunidad. También lo es de los Premios Zarcillo, el certamen nacional de vinos más importante del país y uno de los más importantes en el ámbito internacional. También se deja caer por Valladolid para analizar los mejores pinchos y tapas en el concurso nacional que cada año demuestra por qué la ciudad es la número uno año tras año en esta categoría.
Su vinculación con Castilla y León es absoluta. Envidia nuestra "completa gastronomía" e incide en "el trabajo que se hizo desde la Consejería de Silvia Clemente cuando se puso en marcha la marca 'Tierra de Sabor', que ha conseguido algo único en España que ahora quieren copiar en Andalucía, Galicia o Madrid: la gente de todo el país reconoce la marca de Castilla y León porque sabe que lo que va a comer es exigente y de la máxima calidad. Lo habéis sabido hacer muy bien".
Es uno de los mejores embajadores de la excelencia gastronómica castellano y leonesa allá donde va (y no suele parar quieto más de dos días en el mismo sitio), y también desde su propio canal de cocina y programa de radio: "Castilla y León es una fuente inagotable de productos de calidad, me tiene abducido, es algo único en España".
El segundo perro guía que tuvo no fue de la ONCE, sino de una asociación zamorana sin ánimo de lucro que adiestra perros para terapias. "Era un pastor alemán de color blanco que llamaba la atención, era maravilloso", recuerda. Así que su vinculación con Castilla y León tiene un poso personal que va mucho más allá de su profesión como crítico gastronómico.
Fue durante una visita de enoturismo organizada por la Denominación de Origen Rueda donde Armengol conoció más a fondo estos vinos. "Lo que ha conseguido la DO Rueda es fantástico: han generado un vínculo entre la marca, el entorno, el producto y la gente. Así que decidimos organizar una cata a ciegas para el ciudadano que fue un éxito absoluto: la gente se olvidó durante más de hora y media de consultar su móvil, se concentró y disfrutó de la experiencia. Se trataba de eso".
"No veo, así que no tengo miedo escénico"
Casado, con una hija, empresario de dos sociedades, crítico gastronómico y adicto a las nuevas experiencias. La ceguera de Armengol no le ha impedido hacer submarinismo, montar a caballo o lanzarse a sentir el aire desde las alturas en un ultraligero. "Sí, soy ciego. ¿Y qué?". Cree que ser ciego "es peor que no serlo, pero puedes hacer prácticamente lo que te propongas, porque las barreras son relativas".
Las catas a ciegas "lo sacan a uno de su zona de confort, porque le falta un sentido, pero permiten una concentración mayor de toda la información que el vino te da porque realmente el 90% de la cata es el aroma y el gusto. ¡Yo os llevo ventaja a todos!", bromea. Pero cuando le toca ser jurado gastronómico, "es más heavy porque no veo los platos ni la comida, no veo nada", dice mientras se ríe sin complejo alguno.
Después de más de veinte años como periodista gastronómico, Armengol recomienda "hacer catas ciegas con la familia, con la pareja, con un buen vino de la DO Rueda y distintos quesos, sin ninguna distracción. Se crea un ambiente único, íntimo y un feeling brutal", asegura. Cuando se le pregunta cómo se imagina físicamente a su mujer, asegura que la puede 'ver' perfectamente: "La tengo ya muy vista a mi manera, que lo que no me falla es el sentido del tacto, ése no me falla nada de nada". Se ríe con cada cosa que dice y envuelve la entrevista en un halo de naturalidad con el que elimina cualquier victimismo a su ceguera. Él ve las cosas, pero distinto.
Ahora pasa unos días en Galicia, probando nuevas recetas que incorporará a sus platos a través de su canal de YouTube, y con ganas de volver a ser el miembro del jurado que menos le teme al miedo escénico de ponerse delante de tanta gente a catar o a cocinar a través de la cámara "porque me da igual, no veo a nadie". Se ríe.
Le hacemos la pregunta más difícil: si pudiera recuperar la vista, ¿querría hacerlo? Responde sin dudar: "No. Me generaría una ansiedad enorme. Yo la vida ya la veo a mi manera, con la composición que me he hecho de las cosas a través del resto de los sentidos. Nunca cambiaría tampoco poder ver a cambio de otro de los sentidos que tengo intactos".
¿Cómo ve un ciego un cuadro en El Prado?
Además de catar vinos, sumergirse en el océano con una bombona de oxígeno o trabajar como crítico gastronómico, Armengol es un apasionado del Arte. Pero ¿qué hace un ciego parado ante un cuadro de Velázquez en el Museo del Prado? "Entre la audioguía y los textos de los cuadros, además de percibir las sensaciones de la gente que está a mi alrededor y que está viendo ese cuadro, me hago a la idea de cómo es", asegura.
Evidentemente, Armengol 've' los cuadros de forma más conceptual y conforme a lo que percibe de esa obra de arte, por lo que le da una importancia mayor a las sensaciones que a cómo sea estéticamente el óleo. Lo mismo le ocurre cuando toca una escultura. "Las de Eduardo Chillida te vuelven loco, son una pasada", asegura.
El miedo es un concepto que se le resiste. Cuando hace submarinismo "tengo una sensación de libertad absoluta ya que me muevo en tres dimensiones. Ver, no veo, pero cuando toco el fondo marino o cuando toco lo que mis acompañantes me acercan, es una sensación de libertad infinita", explica.
El hecho de que no vea le ahorra a este ciego experto en gastronomía los horrores que ven las personas sin ceguera. "Se puede sentir más libertad y paz por ahorrarse muchos de los horrores que todos veis en los telediarios todos los días mientras coméis sin que ya os afecten. Es una cuestión de perspectiva".
En cuanto acaben sus vacaciones volverá a los fogones, a su canal de YouTube y a su programa de radio. Y todo apunta a que regresará a Castilla y León como miembro del jurado de los concursos gastronómicos más importantes de España. Porque Armengol lo ve todo, de otra manera.