La Semana Santa de Castilla y León, o como se la llama en otras zonas geográficas, 'castellana', tiene unas características cuando menos propias que la hacen diferente y, sobre todo, la contextualizan en una sociedad con índole propia. Todo un legado de costumbres, ritos y creencias que han pasado de generación en generación, los que no se han perdido que son la mayoría sobre todo en las zonas rurales, hasta llegar a lo que conocemos y disfrutamos en estos días.
Estas circunstancias nos traen la pregunta de si existe una Semana Santa sentida y, sobre todo, vivida al estilo castellano, y leonés, para no ser menos. Basta observar el desarrollo de una procesión, con todo lo que envuelve, por las calles de Triana en Sevilla, o subiendo por la cuesta de Pizarro en Zamora. No tienen la misma expresión imágenes de Antonio Dubé de Luque en Málaga, como el paso de María Santísima de Lágrimas y Favores de 1982, que el Santísimo Cristo de las Mercedes, de Pompeyo Leoni datado a finales del siglo XVI. Claro que no. Y, además, la propia solemnidad y recogimiento de la procesión castellana que la hace distinta.
Los muchos pueblos que mantienen sus ritos y procesiones religiosas de Semana Santa poseen todo un entramado mundo de emociones, creencias, sentimientos y costumbres que se pierden en la historia de las diversas sociedades, y que convierten a los pueblos en estas fechas lugares ideales para conocer y, a su vez, poder conocer de primera mano ese compendio de tradiciones transmitidas de generación en generación y que, en estos días, se pierden entre oscuras brumas de modernidad.
Si Castilla y León presume de algo, no cabe duda de que es de su Semana Santa. En cualquier pueblo o ciudad de la Comunidad existe una imaginería de una alta calidad artística, además, aderezado con los tipismos propios de cada lugar. No son solo las ciudades como Burgos, León, Salamanca, Valladolid o Zamora, sino también municipios tan pequeños pero tan emblemáticos como Alcañices, Bercianos y Villarrín de Campos en Zamora, o Candelario y Serradilla del Arroyo en Salamanca.
Tal es la importancia y prestigio de la Semana Santa en Castilla y León, que un total de ocho poblaciones gozan de la declaración de Interés Turístico Internacional. Ninguna Comunidad autónoma tiene más. Son las procesiones de Ávila, León, Medina del Campo, Medina de Rioseco, Salamanca, Palencia, Valladolid y Zamora. Pero luego están las que gozan de la declaración como Fiesta de Interés Turístico Nacional, tales como Astorga, Burgos y la Bajada del Ángel en Peñafiel.
Una incursión en la historia
Retrocediendo en la historia, la primera noticia concreta que conocemos sobre los ritos asociados a la Semana Santa data de finales del s. IV y corresponde al relato que la peregrina gallega Eteria (muerta en 388) hace de los cultos y ceremonias que practicaban en los Santos Lugares. Dice que son parecidos a los de su patria (en especial los del Sábado Santo) y que le llamó la atención la procesión del Domingo de Ramos y la Adoración de la Santa Cruz.
Pero avanzando en los siglos, las procesiones de Semana Santa tienen su origen a finales de la Edad Media, cuando oleadas de penitentes, pobres y desheredados recorren Europa portando imágenes y estandartes, flagelándose y entregándose a largas y penosas penitencias.
La devoción popular y las expresiones artísticas habían expresado hasta entonces a un Cristo triunfalista. Ahora, el pueblo padece miseria y sale a la búsqueda de un Cristo humano, que sufre y padece con el pueblo, que pasa hambre como él, es despreciado, perseguido y crucificado.
A ello se suma el fenómeno de las Cruzadas, a las que se enrolan muchos pertenecientes al bajo pueblo y van a ellas no sólo con el deseo de recuperar los Santos Lugares, sino en busca también de libertad y para huir de tanta miseria. La idea de este Cristo pobre, paciente y dolorido, se extiende después por toda Europa, y cobra fuerza con las herejías de entonces, que, fuera de sus desviaciones doctrinales, también buscaban al Cristo pobre y esclavizado por los poderes de la tierra. A ellos se unen los flagelantes, como consecuencia de la Peste Negra que asola a Europa a mediados del siglo XIV. Por todas partes se organizaron procesiones de penitencia, a las que acudían millares de personas y duraban unos cuantos días. En ellas representaban escenas de la Pasión de Cristo, que significaban en sus atuendos y en los emblemas que portaban.
Con el tiempo, las procesiones se fueron convirtiendo en espectáculo. Y así se llega hasta la época del barroco. Su fastuosidad se hace proverbial a partir del siglo XVII. Se fue perdiendo la imagen primigenia del Cristo oprimido. Porque, aunque se sigue representando la Pasión, ésta va arropada de luminarias, festejos y oropeles ostensibles, con trompetas y estandartes, soldados romanos, judíos que piden muerte y amigos del crucificado que lloran por la vida.
Cofradías para dar cauce a las prácticas religiosas
La puesta en práctica y la organización efectiva de los actos no puede hacerse realidad desde un intento personal, y por ello surgen las primeras cofradías penitenciales, encargadas de dar cauce a las más variadas prácticas religiosas.
Las primeras hermandades y cofradías de España se encuentran ligadas, desde su primer momento, a la Orden fundada por San Francisco en los comienzos del s. XIII, cuando se supera la visión mayestática de un Cristo propio de la religiosidad románica de los grandes monasterios, para contemplarlo desde un punto de vista esencialmente humano.
Otra de las referencias obligadas son la obra fundadora y predicadora de san Vicente Ferrer. Este Santo dominico español instituyó numerosas cofradías penitenciales y agrupaciones piadosas en los muchos lugares que tuvieron la oportunidad de escuchar su vehemencia predicadora, y fue punto de arranque de muchas actividades penitencial y disciplinario.
Por ello, a menudo, encontramos congregaciones de este signo que le veneran como su primer fundador, llevando su imagen, en actitud de disciplina, al frente de sus procesiones. Y Castilla y León no queda atrás en celebraciones y cofradías, de Zamora a Medina de Rioseco, de Salamanca a Astorga, de León a Medina del Campo, o de Ávila a Valladolid.
De Interés Turístico Internacional: recomendación
Ávila: La Procesión del Encuentro se celebra el Lunes Santo. El ‘Vía Crucis’ en torno a la muralla. Comienza en la madrugada del Viernes Santo y recorre el recinto amurallado, hasta la Catedral, con la popular talla del ‘Cristo de los Ajusticiados’.
León: La Procesión del Santo Cristo del Desenclavo que tiene lugar en la tarde del Sábado Santo y cuyo acto principal es la ceremonia pública del Desenclavo frente a la Puerta del Perdón de la Real Basílica Colegiata de San Isidoro. En la mañana del Domingo de Pascua o Resurrección, se realiza el acto del “Encuentro”, frente al pórtico de la Catedral.
Medina del Campo: La concentración de pasos que tiene lugar en la Plaza Mayor de la Hispanidad el Jueves Santo, por la noche durante la procesión de la Vera-Cruz.
Medina de Rioseco: El Desfile de los “Gremios” el Jueves y el Viernes Santo. Una antigua tradición que consiste en agrupar a todos los cofrades que van a participar en las procesiones riosecana.
Palencia: El Acto de Vestición el Lunes Santo que tiene lugar en la Plaza Mayor consiste en que un sacerdote explica las piezas con las que se viste el cofrade.
Salamanca: El Jueves Santo la procesión de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz que realiza una oración y un acto penitencial en el atrio de la Catedral Nueva.
Valladolid: La Procesión General en la tarde del Viernes Santo donde desfilan miles de cofrades junto a 32 pasos talla- dos la mayor parte de ellos por los más insignes imagineros del barroco español.
Zamora: El canto del Miserere, hacia la 1 de la madrugada del Viernes Santo, en la Plaza de Viriato. Los cofrades alumbran con antorchas el paso de ‘Jesús Yacente’ ante el que se entona el cántico de piedad en medio de un impresionante silencio.
De Interés Turístico Nacional: recomendación
Astorga: En la mañana del Viernes Santo, en la Plaza Mayor, tiene lugar la Carrera de San Juanín, una celebración muy apreciada en la comarca: El paso con la imagen de San Juan se apresura a comunicar a la Virgen de los Dolores la muerte de su Hijo.
Burgos: El Vía Crucis Procesional con antorchas que se celebra el Lunes Santo, lleva como elemento procesional una Cruz con un Sudario.
Peñafiel: El acto de la Bajada del Ángel, el Domingo de Resurrección declarado de interés turístico nacional, es otro de los motivos para visitar Peñafiel, una población reconocida por su castillo, su gastronomía, sus vinos, sus museos y el entorno natural, con la confluencia de los ríos Duero y Duratón.
Ponferrada: El indulto a un preso que realiza la hermandad de Jesús Nazareno en el acto del perdón fraterno durante la procesión de la Santa Cena el Jueves Santo.
Segovia: La Procesión de los Pasos el Viernes Santo por la tarde, con la participación de 14 pasos, que sale de la Catedral, pasando por la Plaza Mayor y finalizando a los pies del Acueducto, en una imagen de gran belleza y especial sentimiento para todos los segovianos.
De Interés Turístico Regional: recomendación
Segovia: La Procesión de los Pasos el Viernes Santo por la tarde, con la participación de 14 pasos, que sale de la Catedral, pasando por la Plaza Mayor y finalizando a los pies del Acueducto, en una imagen de gran belleza y especial sentimiento para todos los segovianos.
Agreda: Conocida como la 'Villa de las Tres Culturas' tiene declarado de Interés Turístico regional su Viernes Santo, día en el que tienen lugar las procesiones del Sermón de las Siete Palabras y la General del Santo Entierro. Los cofrades visten un traje de gala conocido como ‘felipecuarto’ inspirado en la nobleza del siglo XVII. Los alumbrantes son niños que actúan de pajes y las hermanas van ataviadas con mantilla española, traje negro y capa morada.
Aranda de Duero: La iglesia de Santa María es el epicentro de la Semana Santa arandina en la que, junto con los desfiles de tallas de valor significativo, destacan actividades musicales así como sermones y meditaciones propias de estas fechas y que gozan de devoción en la ciudad ribereña. Los diez días de la semana cuentan con procesiones u otros actos penitenciales, pero las fechas grandes son, sin duda, el Viernes Santo y la Pascua de Resurrección.
Bercianos de Aliste: Desde hace más de 500 años, la pequeña localidad de Bercianos de Aliste sigue celebrando de la misma manera la procesión del Santo Entierro en la tarde del Viernes Santo. Los cofrades de la Cofradía del Santo Entierro, ataviados con las túnicas blancas, que les servirán de mortaja cuando mueran, acompañan al Calvario la urna con el cuerpo de su Hermano Mayor, Jesús.
Los hombres mayores o viudos desfilan detrás con la típica capa parda Alistana. A las 22,00 horas con el pueblo absolutamente a oscuras se celebra la procesión de La Soledad.
Burgo de Osma: A la sombra de su impresionante Catedral, la Semana Santa de El Burgo de Osma se desarrolla por calles angostas, típicas, el escenario idóneo para representar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Celebraciones como la procesión del Santo Entierro, el Viernes Santo, los Santos Oficios en la Catedral o el acompañamiento musical de algunos de los actos penitenciales, convierten a la villa burguense en una parada obligada en los días de Semana Santa.
Navaluenga: Esta población abulense es reconocida por la popular procesión de Los Romances, que se desarrolla el Jueves Santo por la tarde y durante la que se declaman versos de Lope de Vega ante distintas tallas de la localidad. Es el acto más destacado y el que le ha valido la consideración de Interés Turístico Regional, pero no el único de la Semana Santa de Navaluenga
Sahagún: Un hito del Camino de Santiago en tierras leonesas, la localidad de Sahagún nos recibe con una Semana Santa plagada de actos propios, exclusivos de estas tierras, como la subasta de los pasos (una semana antes del Domingo de Ramos), La Isa, La Ronda Poética, la Adoración de la Cruz o las representaciones del Santo Entierro y el Desenclavo sin olvidar el reparto del llamado ‘Pan de Jesús’ (pan con orujo).
Soria: La ciudad de Soria celebra la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor de manera cronológica, desde el Domingo de Ramos al Domingo de Pascua. De este modo, cada una de las cofradías representa un pasaje distinto y cronológico de los textos evangélicos, lo que confiere a las celebraciones sorianas una peculiar unidad narrativa.
Tordesillas: La Escuela Castellana, especialmente Gregorio Fernández, dejó su huella en esta población a orillas del Duero. Destaca en Tordesillas Felipe Espinabete, con dos de los pasos más importantes, junto a Adrián Álvarez. Las iglesias y conventos que se asientan a lo largo de sus rúas son el escenario adecuado para las representaciones de estos días. La exposición de pasos suele estar abierta de Jueves Santo a Sábado Santo.
Toro: Siguiendo la ruta del Duero, ya en tierras zamoranas, llegamos a Toro, cuya Semana Santa muestra tallas de gran valor. La Pasión toresana destaca, también, por sus sonidos característicos, como los cánticos de piedad, y la localización de enclaves como la Colegiata, sin olvidar la devoción que el pueblo fiel profesa a Jesús Nazareno y a la Virgen de los Dolores y La Soledad.
Noticias relacionadas
- La Semana Santa de Salamanca 2023 ofrecerá un recorrido conjunto en la tarde del Viernes Santo
- Programa completo de la Semana Santa en Valladolid 2023: procesiones, recorridos y horarios
- El Ayuntamiento de Zamora lanza su propio itinerario de Semana Santa con 800 unidades y un estilo moderno
- Toro se prepara con ilusión para la llegada de su Semana Santa