Es 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina. El fentanilo es un potente fármaco opiáceo sintético. Se le conoce popularmente como la 'droga zombi’, arrasa en Estados Unidos y su uso empieza a crecer de manera alarmante también en España.
Se trata de un fármaco con dos caras. Es capaz de provocar la muerte de aproximadamente 70.000 personas en tan solo un año pero, también, aplicado a la medicina, tiene el poder de calmar fuertes dolores y mejorar la calidad de vida de los pacientes. De hecho, el fentanilo se ha usado históricamente para dormir al enfermo antes de someterle a una cirugía cardíaca. “En su día revolucionó el mundo de la anestesia”, explica María Páez, anestesista y jefa de la Unidad del Dolor del Complejo Asistencial Universitario de Palencia (CAUPA) que recuerda cómo, en sus orígenes, el fentanilo era ese medicamento que recibía el enfermo antes de entrar en quirófano.
Con el paso de los años, especialmente en la década de los 80, empezó a utilizarse para paliar los dolores de los enfermos con cáncer hasta que, en la actualidad, su uso se ha ido extendiendo hasta ser muy útil para tratar el dolor crónico. “Antes se hablaba de una escalera analgésica y los pacientes iban subiendo escalones hasta llegar a la morfina. Ahora lo habitual es hablar de un ascensor y, en función de la intensidad y de las características del paciente, pueden pasar directamente a tomar opioides”.
Lo cierto es que su consumo crece a un ritmo vertiginoso. De hecho, las últimas encuestas realizadas reflejan que el 15 por ciento de la población entre 15 y 65 años reconoce haber tomado este tipo de fármacos a lo largo de su vida y las dosis diarias se han duplicado desde 2012. Casi el 50 por ciento de los pacientes abandonan estos tratamientos porque empiezan a sufrir efectos secundarios tales como nauseas, vómitos, estreñimientos, mareos, sedación o depresión respiratoria y muerte en los casos más graves, e incluso, se le achaca ser el causante de numerosos accidentes de tráfico con víctimas mortales.
Asimismo, el fentanilo puede ocasionar una importante adicción. “Notas que el paciente cada vez necesita más droga para conseguir el mismo efecto. Es altamente adictivo, no en el dolor agudo pero sí en el crónico. Por eso, la retirada del fármaco debe ser muy gradual y con unos estrictos controles médicos porque sí que es verdad que los pacientes lo pasan mal por la habituación a la que están sometidos”, explica la doctora Páez.
Solo el año pasado en Estados Unidos se incautaron más de 4.500 kilos de fentalino, una cantidad que sería suficiente “para matar a toda su población”. El peligro aumenta si se tiene en cuenta que normalmente, en el mercado negro está de moda la combinación del fentanilo con otras drogas como la heroína o la metadona. Este tipo de mezcla potencia sus efectos elevando tanto el riesgo de adicción como el de sobredosis y muerte.
Para entender lo qué está ocurriendo allí, hay que remontarse a los años en los que la producción del fentanilo dependía de China. Situación que cambió en 2019 cuando el gigante asiático decidió frenar su creación por miedo a que “se les fuera de las manos”. Eso es precisamente lo que ha ocurrido en México, país que monopolizó su fabricación desde entonces. “Es a partir de ahí cuando se empieza a inundar el mercado negro de norteamerica con pastillas de fentanilo mezcladas con cocaína o anfetamina. Ha creado miles de adictos. Un tercio de las personas que se mueren por sobredosis lo hacen por el consumo alterado e ilegal”.
Por eso, María Páez cree que sería “prácticamente imposible” que ese escenario casi posapocalíptico que se está viviendo en EEUU se repita aquí en España donde se requisan 30 ó 40 gramos al año y donde, además, los controles para poder acceder al fentanilo son mucho más estrictos. De hecho, ni si quiera es un fármaco accesible para aquellos médicos que no sean internistas o anestesistas y, en el caso de los pacientes, tan solo pueden retirarlo aquellos que lo tengan incluido en la receta electrónica y únicamente la dosis que tengan prescrita. “No hay peligro de que se retire y a nivel médico tampoco”.
Pero además de considerar que en España no hay riesgo, la jefa de la Unidad del Dolor del CAUPA quiere evitar la demonización de esté fármaco, siempre y cuando se le dé un uso adecuado. “Siguiendo las indicaciones adecuadas y administrado por personal médico especializado que conozca sus efectos secundarios y posibles contraindicaciones, es un fármaco seguro, capaz de aliviar el dolor de los enfermos y que, con toda probabilidad, va a seguir en el mercado”.