Hace 20 años, el 11 de marzo de 2004, la historia de España dio un giro de 180 grados. Madrid sufrió el mayor atentado que ha golpeado Europa en lo que va de siglo XXI cuando un grupo terrorista islamista vinculado a Al Qaeda hizo explosionar 10 mochilas bomba en cuatro trenes de la red de Cercanías madrileña. A consecuencia de las explosiones, fallecieron 193 personas y resultaron heridas 2.057, en el que es el atentado más sangriento de la historia de España. El 11-M generó un tremendo impacto en toda la geografía nacional y también en Castilla y León, comunidad de la que procedían varios de los protagonistas políticos de aquellas jornadas y que se movilizó en las calles para mostrar su repulsa ante el atentado.
Entre las 07:36 y las 07:40 de la mañana de aquel 11 de marzo de 2004, en hora punta y cuando muchos ciudadanos se dirigían a sus centros de estudio y de trabajo, se produjeron diez explosiones casi simultáneas en cuatro trenes de Madrid: dos de ellos en la estación de Atocha, uno en la estación de El Pozo y otro en Santa Eugenia. Después, la policía detonó de forma controlada dos artefactos explosivos que no habían estallado y desactivaron un tercero que sería clave para la futura identificación de los autores del atentado.
Acebes y la insistencia en la autoría de ETA
El cruel acto terrorista se produjo, además, solo tres días antes de las elecciones generales previstas para el 14 de marzo de 2004 y esa situación generó una crisis política de considerables dimensiones durante aquellas 72 horas. En aquel contexto, jugó un papel crucial una personalidad política procedente de Castilla y León: el entonces ministro del Interior del Gobierno del popular José María Aznar, Ángel Acebes, natural del municipio abulense de Pajares de Adaja.
Acebes fue el encargado de conceder las primeras ruedas de prensa valorando el sangriento atentado y fue el encargado de dar la primera versión oficial del Gobierno sobre la autoría del mismo, adjudicándosela, de forma errónea, a la organización terrorista Euskadi ta Askatasuna (ETA). "ETA buscaba una masacre. En cuatro ocasiones las fuerzas de seguridad del estado han conseguido evitarlo, pero desgraciadamente en esta ocasión ETA ha conseguido su objetivo", aseguró el político abulense en una rueda de prensa a las 13:30 horas de aquel 11 de marzo.
Esa postura se convirtió en la oficial del Gobierno de Aznar durante los días que siguieron pero las investigaciones pronto descartaron que ETA hubiese llevado a cabo el atentado. La oposición acusó al Ejecutivo de haber intentado desviar la atención de la autoría islamista para que no se vinculase, en plena campaña electoral, el atentado al apoyo del Gobierno de José María Aznar a la invasión de Irak, impulsada por el presidente norteamericano George W. Bush en marzo de 2003. Finalmente, el propio Ejecutivo se vio obligado a informar de la autoría islamista.
El día 13 de marzo, el propio Acebes anunciaba la detención de tres ciudadanos de nacionalidad marroquí y dos de nacionalidad india y el 14 de marzo, la misma jornada de las elecciones generales, a las 00:45 horas de la madrugada, el propio Acebes informaba de que un supuesto "portavoz militar" de Al Qaeda en Europa había asumido la responsabilidad del 11-M en un comunicado a través de una cinta de vídeo. La carrera política del abulense, hasta entonces meteórica, se vio duramente afectada por el hecho de haber llevado la voz cantante de una teoría que finalmente se demostró falsa y solo cuatro años después, en 2008, abandonó la primera línea de la política.
Aznar y Zapatero, los protagonistas políticos de aquellas jornadas
Otras dos personalidades políticas vinculadas la Comunidad que jugaron un papel fundamental en aquellos tristes días de marzo de 2004 fueron el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, y el líder de la oposición, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Aznar, a pesar de haber nacido en Madrid, había sido presidente de la Junta de Castilla y León entre 1987 y 1989, antes de dar el salto a la política nacional, y siempre se ha considerado vallisoletano de adopción, mientras que Zapatero nació en Valladolid aunque pasó su infancia y juventud en León.
El entonces jefe del Ejecutivo fue el principal defensor de la teoría de que ETA había cometido el sangriento atentado y al mediodía de aquel 11 de marzo llamó a los directores de varios periódicos y de diferentes medios de comunicación para transmitir su "convicción absoluta" de que la organización terrorista vasca estaba detrás de las explosiones en los trenes. Durante la tarde, la Policía descubrió una furgoneta vinculada al atentado con una cinta en árabe con "versículos del Corán dedicados a la enseñanza" y siete detonadores pero Aznar siguió insistiendo en que ETA estaba detrás del 11-M.
Al día siguiente, 12 de marzo, a las 11:00 de la mañana, el presidente se ratificaba en su teoría sobre la autoría del atentado mientras que solo dos horas después, a las 13:00 horas, el presidente estadounidense, George W. Bush, aseguraba en una intervención ante Televisión Española que la CIA acababa de informar de la posibilidad de que el terrorismo islamista estuviera tras los atentados. Con todo, durante la tarde el Gobierno siguió insistiendo en que la autoría de ETA seguía siendo "la principal línea de investigación" y la banda emitió un comunicando negando tener nada que ver con las explosiones.
Dos días después, el candidato del PP, Mariano Rajoy, perdió las elecciones generales tras lograr 148 escaños frente a los 164 del PSOE, y José Luis Rodríguez Zapatero accedió a la Presidencia tras ocho años de Gobierno de Aznar. Una derrota inesperada, ya que las encuestas pronosticaban la permanencia de los populares en el poder, y que estuvo indudablemente vinculada al atentado, a sus consecuencias y al descrédito del Ejecutivo durante las jornadas que siguieron a las explosiones. Zapatero, por su parte, hizo bandera de la oposición a la Guerra de Irak y a las "mentiras" del Gobierno y, después de acceder al poder, su primera decisión fue ordenar la retirada a las tropas españolas de aquel conflicto.
La movilización en Castilla y León contra el atentado
Las calles de toda España se vieron desbordadas por una auténtica riada humana al día siguiente al atentado para repudiar el sangriento crimen islamista. En total, 11 millones de personas tomaron las calles de toda España, destacando las manifestaciones que tuvieron lugar en Madrid, con más de dos millones de personas en las calles, o en Barcelona, con millón y medio de ciudadanos protestando contra el atentado.
La convocatoria llevó el lema 'Con las víctimas, con la Constitución y contra el terrorismo' y fue secundada en todas las capitales de provincia y en gran parte de los pueblos de España para rechazar de manera rotunda la barbarie después de la masacre sufrida en Madrid. En Castilla y León, centenares de miles de personas siguieron esa convocatoria y salieron a la calle el 12 de marzo de 2004 para mostrar su rechazo al atentado.
El mismo día 11, de forma improvisada, alrededor de 400 personas se habían concentrado frente al Ayuntamiento de Valladolid para manifestar su repulsa a través de cinco minutos de silencio y, al día siguiente, tras la convocatoria oficial, más de 250.000 vallisoletanos, según la Delegación del Gobierno en Castilla y León, inundaron las calles de la ciudad en una movilización histórica en la ciudad en cuanto al número de participantes.
También se produjo una concentración, de algo más de un centenar de personas, frente a la sede del PP de Valladolid para protestar frente al Gobierno, culpando a Aznar de sus "mentiras" sobre la teoría del atentado y de haber propiciado que el mismo se produjese por su apoyo a la invasión de Irak. Los manifestantes corearon cánticos como "Por vuestra culpa estamos de luto" o "Estos son vuestros muertos", en un clima de tensión que se replicó a lo largo y ancho de España.
Decenas de miles de personas se manifestaron también en Salamanca, León, Burgos, Palencia, Soria, Segovia, Ávila y Zamora, además de en los pueblos más poblados de las nueve provincias, para mostrar su rechazo frontal a un atentado que cambió la historia de España y que dejó una marca imborrable en el corazón de todos los españoles, y por ende de todos los castellanos y leoneses, hace ahora 20 años.
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