Jonathan Alamillo, asediado por los lobos en su granja de Burgos: "Mi padre no duerme aterrado por estas visiones"
- En las últimas semanas ha sufrido tres ataques y denuncia el "espectáculo espeluznante" que los animales provocan en su granja.
- Más información: Castilla y León denuncia que los ataques del lobo han aumentado un 33% desde que se prohibió su caza
La problemática del lobo en Castilla y León sigue candente en la actualidad. Entre sus afectados, Jonathan Alamillo, un joven ganadero de Salazar (Burgos) que en las últimas semanas ha sufrido tres ataques. "Mi padre, que me acompaña en la labor, no duerme por las noches aterrado por estas visiones", relata.
El ganadero, perteneciente a COAG, ha relatado en una entrevista con la organización la situación que lleva viviendo en estas últimas semanas. Desde el organismo agrario añaden que el lobo, además, ha implantado "un nuevo modelo de acoso: la intimidación".
"La manada se aposta en una colina y otea la finca donde se ejerce la ganadería extensiva: ni las reses ni los ganaderos pueden estar a lo suyo con tranquilidad", denuncian en el escrito remitido a los medios de comunicación.
Jonathan explica que a veces ve a los lobos "a lo lejos", a un lado de la carretera, pudiendo distinguirles con "más nitidez" a medida que se va acercando con el coche. "Hay cuatro. Son enormes. Solo cuando estoy a pocos metros dan un brinco y se ocultan en el bosque", relata.
En las últimas semanas, la granja de Jonathan Alamillo ha sufrido hasta tres ataques de lobos, dando como resultado dos terneros y una vaca "devorados por el canis lupus". "Son muy exquisitos: se comen el corazón, los pulmones y el hígado, pero dejan las tripas. El espectáculo es espeluznante", lamenta.
El joven ganadero recalca que debe hacer un "esfuerzo inmenso para no ponerte a llorar". Jonathan es ganadero y cuenta con 150 reses que pastorea en una granja llena de robles y encinas.
El ganadero de COAG apunta que en los 10 años que lleva con su ganado "jamás había tenido problemas" y que ha sido en los "últimos meses" cuando una manada de lobos se ha instalado en la zona y está "sembrando el pánico".
Una situación que ha provocado que las reses estén "todo el rato alteradas", pero también Jonathan y su padre. "Ya no es el dinero de la compensación, que tarde o temprano terminas cobrando, es la sensación de angustia que te queda", puntualiza.
Precisamente, asegura que en uno de estos últimos ataques los "lobos desagarraron a un ternero de dos días se produjo casi delante de nuestras narices". "no había ni 100 metros. La manada se coló en el cercado, rodeó al ternero, le asestó varios zarpazos y se largó", recuerda.
Un episodio en el que "ver al ternero allí abatido, con el estómago abierto y vacío" le ha hecho "replantearte muchas cosas", como, por ejemplo, "el futuro". "No puedo con el lobo. Terminaré encerrando al ganado", sentencia Jonathan Alamillo.
Desde COAG advierten de una "tendencia creciente" en los ganaderos a decantarse o plantearse la estabulación de sus cabañas, a raíz de la "permanente sombra del lobo sobre sus economías y sobre sus estados de ánimo".
Además, resaltan que incluso los veterinarios, sobre todos los más cercanos al problema, que acuden a la zona afectada reclamados por los ganaderos tras los ataques, "reconocen que es casi imposible que la práctica de la ganadería extensiva pueda desarrollarse en las zonas donde el lobo campa con la mayor protección legal".
Un problema que, lamentan, está "lejos de resolverse", según los últimos datos de la Consejería de Medio Ambiente, que arrojan que los ataque se "han disparado" desde que el Ministerio "sobreprotegió al lobo".
"Desde enero de 2022 y hasta el 30 de junio de este año, el número de ataques de lobo ha subido un 38%, hasta sumar 8.386 las veces que las granjas han sido asaltadas. El número de reses devoradas ha sido de 13.091", sentencian.