Ésta es la historia de Salamanca en la que sobra Franco
La Justicia obliga a retirar la efigie del dictador Francisco Franco del mural del salón de plenos del Ayuntamiento. Un lugar que representa a todos los salmantinos, pero que no muchos conocen. ¿Qué y quiénes están representados en este mural donde sobra Franco?
Esta obra de arte de Ramón Melero diseñada en 1962, dividida en tres partes, realiza un recorrido por la historia de la ciudad desde la época medieval hasta el siglo XX. Así, se recuerdan hechos trascendentales como las construcciones de las catedrales, San Juan de Sahagún, la boda de Felipe II en Salamanca con María Manuela de Portugal, que hoy en día se representa, o la crecida del río Tormes el día de San Policarpo, inolvidable en el arrabal charro. Vayamos por partes.
El primer mural de la historia de ‘Salmántica’ comienza, como no podía ser de otra forma, con los dos símbolos de la provincia charra, el toro y la encina. Desde los primeros pobladores se pasa a la invasión musulmana, siendo conquistada la ciudad por Musa ibn Nusair.
Pero la Reconquista impulsada por el rey Ramiro II propició expulsar al invasor y acometer una repoblación que dirigió Raimundo de Borgoña. Gracias a ello floreció la ciudad, se construyó la Catedral de Santa María con su torre del Gallo, hoy Catedral Vieja, iniciándola Jerónimo de Perigord como obispo. Al mismo tiempo, Alfonso IX de León concedía a Salamanca su Fuero, una serie de normas para regir su día a día, y creó el Estudio Salmantino, germen de lo que actualmente es una universidad con ocho siglos de historia.
El segundo mural comienza con el proceso contra los templarios que tuvo lugar en Salamanca en 1310 y decidió su expulsión de España, además del inicio de las obras de construcción de la Catedral Nueva, que recientemente ha cumplido cinco siglos. Debajo está en el centro María la Brava, personaje destacado en la historia salmantina por vengar la muerte de sus hijos cortando la cabeza a sus verdugos, lo que inició una guerra de bandos en la ciudad. Fue apaciguada por quien aparece a su derecha, San Juan de Sahagún, patrón de Salamanca.
La parte inferior está reservada para un hecho trascendental en la historia de la Humanidad, albergado por Salamanca, como es la reunión entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón para iniciar el viaje de lo que finalmente sería el descubrimiento de América. Encuentro fallido en primer lugar, refugiándose Colón con los dominicos, donde tuvo lugar la famosa anécdota del huevo (para demostrar que nada es imposible) y el almirante recobró fuerzas para convencer a los monarcas. Finalmente, aparece representado otro personaje ilustre en la historia charra, Fray Luis de León, humanista y profesor de la Universidad de Salamanca que fue encarcelado por la Inquisición, pero eso no le impidió seguir con su labor pedagógica y ser una de las figuras más importantes de la literatura renacentista española.
Finalmente, en la tercera parte del mural, en la que aparece abajo a la derecha la efigie de Franco en forma de vítor universitario y del desaparecido medallón de la Plaza Mayor, también está a su izquierda el ex rector de la Universidad y escritor Miguel de Unamuno, junto a una de las pajaritas que tanto le gustaba realizar. Más a su izquierda, el guerrillero Julián Sánchez ‘El Charro’ durante la Guerra de la Independencia que expulsó a los invasores franceses de España.
En la parte superior está representado Alberto Churriguera, diseñador de la Plaza Mayor de Salamanca, con más de un cuarto de milenio de historia, y Felipe II durante su enlace en la capital charra con Manuela de Portugal, celebración en la que tuvieron lugar fustas medievales. El cuarto concilio de la Iglesia Católica en el que se debatió el futuro de la institución y la gran riada de 1626, que destrozó la mitad del Puente Romano y se llevó por delante decenas de casas del Arrabal, completan esta tercera parte del mural.
¿Qué pasará ahora con este mural? La familia del autor decidirá si eliminar sólo la parte de Franco o mantenerlo intacto y por tanto obligar al Ayuntamiento a llevarlo a un museo para su exposición o guardarlo en el depósito municipal de obras de arte. Y es que se trata de una obra de arte que no puede ser mutilada sin permiso del autor, en este caso de sus descendientes al estar ya fallecido, no es tan simple como pintar algo encima de la parte del dictador Franco.