Dejar de fumar es posible en la Unidad de Tabaquismo
Dejar de fumar es uno de los propósitos de Año Nuevo, pero 2018 ha comenzado con más venta de tabaco en la provincia de Salamanca, según los últimos datos publicados por el Comisionado para el Mercado de Tabacos. ¿Significa eso que fuma más gente? No necesariamente. Las estadísticas más fiables son las que realiza el Ministerio de Sanidad. La última muestra que antes de la ‘Ley Antitabaco’ el consumo entre mayores de dieciséis años era del 31%, después su entrada en vigor bajó al 26-28%, con un descenso mayor en hombres.
Para ayudar a quienes realmente tienen intención de dejar de fumar, el Hospital Clínico de Salamanca dispone de la Unidad de Tabaquismo, compuesta por dos médicos y una enfermera con el doctor Miguel Barrueco al frente, jefe del Servicio de Neumología. El año pasado trataron 488 nuevos casos y realizaron 1.378 revisiones. Desde su puesta en marcha ha logrado que entre el 50 y 60% de los pacientes deje de fumar y siga haciéndolo al menos un año después. “Son variables en función de la intensidad del tratamiento que recibe”, explica el doctor.
¿Cómo es precisamente este tratamiento? En primer lugar, cabe destacar que a la Unidad de Tabaquismo se llega desde otros servicios generales, como cardiología u otorrinolaringología, por recomendación médica, o desde la Atención Primaria después de que hubiera un intenso serio de abandono del tabaco con ese médico pero no ha funcionado. Eso sí, “tiene que querer dejar de fumar seriamente y a corto plazo, no vale venir a ver qué pasa, a ver de qué va esto”, puntualiza Miguel Barrueco.
Verificada esa intención, se inicia un tratamiento multicomponente. Por un lado, contra la dependencia farmacológica de la nicotina, porque un fumador tiene una adicción como cualquier drogadicto. Dependiendo de la intensidad de esa adicción se administran las correspondientes dosis de medicinas “para tratar ese mono”. Pero también hay una dependencia psicológica, de ahí un tratamiento conductual, con un plan de cambio de hábitos. A partir de ahí, como en cualquier acto médico, se realiza una historia clínica y se determina el tratamiento más adecuado, si debe tener mayor o menor intensidad.
Por cierto, el cigarrillo electrónico no es hoy por hoy un remedio para dejar de fumar. Es más, el líquido que se emplea genera un vapor inhalado por la persona que puede ser perjudicial para la salud. “Los fabricantes de cigarrillos electrónicos no pueden afirmar que no son inocuos para la salud”, destaca el doctor Barrueco. Lo mismo ocurre con la acupuntura o la hipnosis, que tampoco son remedio para dejar de fumar. En cambio, sí ayudan los parches y chicles de nicotina, sí son una parte del tratamiento farmacológico para dejar de fumar, pero no el único remedio. Siempre es necesario abordar los hábitos, la dependencia psicológica.
El tratamiento farmacológico puede durar en torno a dos o tres meses, el conductual el mismo tiempo la fase más intensa, pero después hay revisiones hasta un año, porque “lo que se trata es de analizar aquellos aspectos de la vida del paciente que están ligados al consumo del tabaco, es lo que los psicólogos llaman una terapia de cambio de conductas. Para ello se entrega a los pacientes siempre unos libros con indicaciones, una especie de cartilla del paciente, que debe poner en marcha por su cuenta y además irlo registrando en esa cartilla para después valorarlo nosotros”. Antes de los recortes, se pasaba consulta cinco días a la semana un médico y una enfermera, ahora dos por semana los médicos y cuatro por semana la enfermera.