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Proyecto para crear invernaderos sostenibles en las zonas frías

22 junio, 2018 08:33

El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA, centro del CSIC) ha acogido la jornada ‘Rentabilidad y sostenibilidad de los cultivos forzados para el mercado de proximidad’, que ha servido para dar a conocer el proyecto Grupo Operativo ‘Huerta 4.0: invernaderos sostenibles en zonas frías’. Esta iniciativa pretende ofrecer un modelo de negocio rentable en áreas despobladas mediante la adaptación del modelo de invernadero solar pasivo y una mejora de la comercialización de las producciones gracias a la introducción de variedades tradicionales y a la proximidad. El objetivo es generar una renta sostenible en el tiempo, fijando población y reactivando el flujo económico en el mundo rural.

El proyecto está diseñado para los dos próximos años y prevé una serie de actuaciones que tienen como hilo conductor la implantación de dos invernaderos piloto en las provincias de Salamanca y Huesca, por eso la jornada se repite mañana en la localidad oscense de Barbastro.

Los grupos operativos supra autonómicos como el que se ha constituido son una iniciativa del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación. Además del IRNASA, en éste participan el Área de Producción Vegetal de la Universidad de Salamanca (USAL), la Fundación Cajamar, la Cooperativa Agrícola de Barbastro (SCLAB), UAGA-COAG Aragón, ASAJA Salamanca, el Centro de Desarrollo del Somontano, el Centro de Transferencia Agroalimentaria del Gobierno de Aragón, Desarrolla Consultores, OFISET y la Asociación Nordeste de Salamanca.

Fijar población en el medio rural

“Como grupo de acción local, estamos interesados en buscar alternativas que supongan un aliciente para resolver los problemas del medio rural, empezando por la despoblación”, ha explicado a DiCYT Javier Bajo, gerente del Grupo de Acción Local Asociación Nordeste de Salamanca. Según ha explicado, la clave para lograrlo es la sostenibilidad apoyada en las nuevas tecnologías y la eficiencia energética.

“Cualquier línea de investigación que suponga fijar población, mejorar las producciones agroalimentarias, complementar las rentas y una visión medioambiental sostenible nos parece fundamental”, afirma. En ese marco, este proyecto experimental con invernaderos encaja perfectamente. “Tenemos temperaturas extremas, veranos cálidos e inviernos fríos, nuestras condiciones bioclimáticas son singulares, pero en la comarca de La Armuña tenemos regadío y hay que dar alternativas a estos monocultivos de remolacha y maíz. Estamos pensando en producciones de calidad, biosostenibles, energéticamente eficientes y tecnológicamente avanzadas”, agrega.

La experiencia de Almería

Juan Carlos López, responsable de tecnología de invernaderos de la Estación Experimental Cajamar Las Palmerillas de El Ejido (Almería) también ha participado aportando su experiencia. “Somos una estación referente a nivel mundial, tenemos experiencia en este sector y vamos a intentar trasladarla a este grupo operativo”, asegura. Aunque las condiciones de la meseta son diferentes, “la tecnología nos permite controlar el clima. Tenemos experiencia con sistemas de calefacción, refrigeración y aporte de CO2. Quizá lo más interesante son los sistemas pasivos, que requieren poco uso de energía”. La clave está en que la producción en invernaderos sea sostenible en energía y agua, pero también sostenible económicamente para el agricultor.

Variedades tradicionales de Salamanca

Por su parte, Remedios Morales, investigadora de la Universidad de Salamanca ha dado algunas pinceladas sobre los productos de variedades tradicionales que podrían cultivarse en los invernaderos. “Hay que buscar producciones de calidad que puedan tener una rentabilidad interesante y una de ellas es el tomate”, asegura.

Junto a ello, se pueden introducir lechugas y alguna leguminosa, por ejemplo, judías y guisantes. “El suelo natural en Salamanca es de gran calidad y se puede hacer una producción de proximidad que casi se podría vender directamente al consumidor”, señala.
Su grupo de investigación tiene experiencia en la recuperación de variedades hortícolas tradicionales. “Las tenemos conservadas, pero se están produciendo poco, así que sería una vía de salida de productos que tienen buena calidad, podría funcionar como un cultivo sostenible y, si es posible, ecológico. Además, se podrían incluir técnicas de trabajo con fertilizaciones orgánicas y compostaje, que nosotros también hemos estudiado”, agrega.

“Dentro de un invernadero tenemos un control mayor de las condiciones. Debido a las temperaturas en esta zona tenemos ciclos cortos de producción y así podríamos empezar antes y terminar más tarde. También se pueden realizar mejor el control de la humedad y la fertilización, así como de plagas y enfermedades; el cultivo tiene menos riesgo dentro del invernadero”, según la experta.