Mensaje del nuevo 'jefe' espiritual de Ciudad Rodrigo: "Volverá la calma"
El nuevo administrador apostólico de la Diócesis de Ciudad Rodrigo, Francisco Gil Hellín, que sustituye al obispo Raúl Berzosa tras solicitar un retiro temporal por motivos personales, afirmó en su homilía: “Tengamos confianza. No pasa nada y la de ahora es una tempestad pasajera. Volverá la calma”.
"Los plazos de Dios para realizar sus planes no suelen ser de hoy para mañana. Al contrario, Dios tiene la costumbre de mirar a lo lejos y saber esperar", explicó a los fieles presentes en la Catedral mirobrigense. "Estamos viviendo, a nivel de diócesis, una situación semejante a la que describe el evangelio. Allí se narra la tempestad que sufrieron un día los apóstoles, mientras atravesaban el lago de Genesaret. A pesar de que ellos eran pescadores de oficio y conocían el lago como la palma de su mano, tuvieron miedo de naufragar y morir ahogados. Jesús, que estaba rendido por el trabajo del día, dormía profundamente mientras ocurría todo esto. Daba la impresión de que no le interesaban la barca ni quienes iban en ella. Pero no era así: él cuidaba de sus apóstoles. Por eso, cuando estos le gritaron: “¡Sálvanos, que perecemos!”, él mandó al viento que se parase y vino de nuevo una gran calma".
"Nuestra diócesis es ahora la barca sometida a prueba. Para fortuna nuestra, Jesucristo va en ella, porque esta Iglesia de Ciudad Rodrigo es su Iglesia. Puede parecernos que no es así y que se despreocupa de nosotros. Tengamos confianza. No pasa nada y la de ahora es una tempestad pasajera. Volverá la calma. Lo que nosotros hemos de hacer es fiarnos plenamente de Dios. Para que cuando vuelva esa calma, que volverá, no lo dudéis, no tengamos que oír el reproche del Señor: Hombres de poca fe, ¿por qué habéis dudado?", añadió Francisco Gil.
Y concluyó: "Nosotros vivimos en un momento de la historia en el que se necesitan profetas que den a conocer y preparen el camino del Salvador anunciado por Isaías y el Bautista. Esos profetas somos nosotros. Vosotros y yo. No solo los obispos sino todos y cada uno de los bautizados". Porque "además de venir a misa, necesitamos dar a conocer nuestra fe, hablar de Jesucristo con toda naturalidad, sin miedos ni vergüenzas. El mundo de hoy necesita, más que nunca, que los padre transmitan la fe a sus hijos, que los esposos se apoyen mutuamente para permanecer fieles a los compromisos asumidos con el matrimonio, que los novios se ayuden para prepararse con responsabilidad a la gran opción de su vida, que es el matrimonio, que los niños hablen de Jesús a los otros niños, en una palabra: que cada uno, en el puesto y lugar en el que se encuentra, se convierta en una luz que lleve a los demás a descubrir y amar a Jesucristo".