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La USAL, reconocida por su excelencia en formación específica del dolor

17 octubre, 2018 18:42

En esta decimocuarta edición del Día Mundial del Dolor, IASP y en nuestro país la Sociedad Española del Dolor (SED), hacen especial hincapié en la falta de formación específica en el tratamiento del dolor y en la necesidad de sensibilizar a la sociedad en general de que el dolor es uno de los principales problemas sanitarios al que nos enfrentamos; y al que es necesario dedicarle esfuerzo, inversión e investigación para, si no erradicarlo, al menos aliviarlo y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen.

Por este motivo, la Sociedad Española del Dolor ha hecho entrega hoy a la Universidad de Salamanca del Premio SED por su excelencia en la formación específica del dolor, mediante la Cátedra Extraordinaria del Dolor, que dirige el profesor Clemente Muriel. El premio lo ha recogido Dña. Purificación Galindo, Vicerrectora de Postgrado y Planes Especiales en Ciencias de la Salud.

En 2004, la Organización Mundial de la Salud declaró el 17 de octubre como el Día Mundial del Dolor, a petición de la International Association for the Study of Pain (IASP), la organización internacional que agrupa a las sociedades nacionales de profesionales que trabajan, de forma específica, en el dolor de más de 123 países.

Enseñar mejor, aprender mejor y hacerlo mejor

Este es uno de los lemas que IASP ha utilizado durante todo este año para destacar la importancia de invertir esfuerzo y recursos en ampliar la formación de todos los profesionales sanitarios en materias específicas sobre el dolor. Para el presidente de la SED, el profesor Juan Antonio Micó: “Cualquier profesional de las ciencias de la salud, va a enfrentarse al dolor en algún momento determinado y tenemos que preguntarnos ¿estamos preparando a nuestros estudiantes para ello en el periodo universitario? Ciertamente no, o sí, pero de manera insuficiente”.

La formación sobre el dolor no va dirigida exclusivamente a un determinado grupo profesional, sino que es necesario involucrar a todos los que participan en el sistema sanitario y ofrecerles las herramientas necesarias no sólo para aplicar las técnicas eficaces para aliviar el dolor, sino también para sensibilizarlos y generar empatía hacia los pacientes que padecen dolor y hacia sus familias.

En nuestro país, son muchas las universidades que ya ofrecen formación de postgrado en materias específicas relacionadas con dolor: Universidad de Salamanca, Universidad de Granada, Universidad Complutense de Madrid, Universidad Internacional de Catalunya, Universidad de Lleida, Universidad de Sevilla, Universidad del País Vasco, Universidad de Santiago de Compostela, Universidad de Cádiz, Universidad de Cantabria, Universidad de Lleida, Universidad del País Vasco, Universidad San Pablo CEU, Universidad Europea, Universidad Camilo José Cela, Universidad Europea Miguel de Cervantes.

Sin embargo, en la formación básica a penas se abordan aspectos relacionados con el dolor y en asignaturas sueltas como Fisiología, Farmacología, Neurología, Cirugía, Propedéutica y Pediatría. Son muy pocas las universidades que ofrecen esta materia específica como asignatura, y en la mayoría de los casos es optativa, y en diferentes años, por lo que la formación se encuentra dispersa y no favorece una visión integral de la especialidad y de cómo hacerle frente ante un paciente que sufre dolor.

Para el Profesor Micó el dolor es un síntoma presente en multitud de situaciones clínicas, pero cuando se convierte en crónico ha de considerarse como una auténtica enfermedad. “Perdimos la oportunidad de incluir una asignatura troncal en el plan de estudios de medicina, señala el presidente de la SED, pero todos tenemos que trabajar para, en una segura reforma que algún día llegará, esta situación se revierta”.

Esta competencia debería ser reconocida, en el ámbito de las Ciencias de la Salud, de igual modo que se obtiene la competencia en otras áreas médicas, sin embargo, no es así, a diferencia de lo que ocurre en otros países de nuestro entorno. “Es frecuente hablar de formación en dolor como sinónimo de educación en dolor y ciertamente no es lo mismo. Hablar de educación en dolor es hablar de algo más, es contemplar la sensibilización, el entorno del paciente y de su familia, las circunstancias específicas que cada persona afronta ante su propio dolor”, explica el presidente de la SED.

Para Víctor Mayoral, secretario general de la SED, “los españoles podemos considerarnos pioneros en cuanto a la elaboración de documentos de recomendaciones y normativas oficiales consensuadas entre la Administración y las Sociedades Científicas. Sin embargo, aún no se han podido poner plenamente en práctica”.

Desde el año 2004, “la SED lleva reclamando un área de capacitación específica en dolor que garantice una homogénea excelencia en el diagnóstico y tratamiento del dolor. Otros países, como Irlanda o Australia, ya han reconocido incluso una especialidad específica en dolor. También, las asociaciones internacionales en dolor y la SED, cuentan con planes formativos y diplomas acreditativos a los que acceden voluntariamente los profesionales, por el interés creciente en el mejor tratamiento de los pacientes”, explica el secretario general de la Sociedad Española del Dolor.

Víctor Mayoral se muestra rotundo al afirmar que “los pacientes más complejos, que se calcula son alrededor del 7% de la población, merecen una atención más especializada y compleja, actualmente sólo disponible en la cartera de servicios de las unidades del dolor mejor dotadas y con prestaciones multidisciplinares. Las ofertas formativas para acceder a estos conocimientos necesarios para abordar a estos pacientes más complejos, sólo se ofrecen en los programas de formación continuada que ofrecen las sociedades y en los programas universitarios postgrados oficiales o títulos propios. Sin embargo, todos estos esfuerzos, difícilmente se traducen en un reconocimiento curricular para los médicos del sistema nacional de salud”.

La Organización Mundial de la Salud trabaja en la elaboración de protocolos de lo que denomina “Educación Interprofesional”, que contemplan la actuación de dos o más equipos profesionales y especialidades en el tratamiento de problemas complejos como es el dolor. “La IASP, promotora de este Día Mundial del Dolor, asegura el profesor Micó, cuenta con un mapa curricular en dolor excelente, al igual que la European Pain Federation (EFIC), a través de su diploma y nuestra propia Sociedad, mediante el plan de formación que ofrecemos a los profesionales sanitarios de nuestro país”.

Infraestructuras insuficientes y escasez de profesionales especializados

Desde 1968, año en el que se crea la primera Unidad del Dolor en España, hasta hoy, son 180 las que se han creado en el sistema público y la cifra total se aproxima a las 300 incluyendo las Unidades del dolor de la Sanidad privada.

“Podría parecernos que todo esto muestra un panorama halagüeño, explica la doctora Concepción Pérez, Vocal de la SED, pero no es así. Actualmente, en el Sistema Nacional de Salud existen más de 800 hospitales públicos y sólo una cuarta parte tiene una Unidad del Dolor. Además, la mayoría tienen carácter unidisciplinar, es decir suelen ser llevadas por un anestesiólogo que frecuentemente no se dedica a tiempo completo y comparte su actividad con el quirófano”. En muchos casos, la formación que han podido adquirir estos profesionales sobre el tratamiento del dolor se reduce a cuatro meses de formación durante su periodo de MIR.

La doctora Pérez muestra su preocupación cuando afirma que “aún existen provincias de nuestro país sin unidad de dolor de referencia; rara vez trabajan psicólogos en ellas y el obligatorio carácter multidisciplinar y la transversalidad que requiere un abordaje como el tratamiento del dolor es poco habitual”.

Ante lo que la doctora Pérez califica como una “plaga silenciosa”, urge crear un área de capacitación y de formación para todos los profesionales sanitarios (médicos, enfermería, fisioterapeutas, etc.) ya desde la Universidad; y mantenerlo en el postgrado. “Esperemos que pacientes, autoridades sanitarias, educación y profesionales de la salud consigamos realmente avanzar en un modelo adecuado que permita cambiar el curso de la enfermedad del dolor crónico”, concluye la doctora Pérez.