Molina: “Unionistas me enamoró desde el primer día”
- ¿Cómo viviste el gol de Razvan?
- De espaldas, no vi el penalti en el momento, sino en las repeticiones. Me giré, porque si me hubiera puesto a mirar, se me habría salido el corazón por la boca. Preferí girarme y ver a los niños. Cuando les vi saltando y gritando, rompí un poquito a llorar, pero mi cabeza dijo “cuidado, que todavía queda tiempo”. Tuvieron una oportunidad que nunca se me va a olvidar, una chilena del contrario. Piojo y yo hicimos un pequeño paripé para perder tiempo, el árbitro pitó y cuando terminó fue algo inexplicable.
- Además, tienes grabado ese ascenso en la piel.
- Sí, por supuesto. Además se lo prometí a Sando. Le dije: “como vamos a ascender, cuando baje a mi tierra tengo un amigo que es un buen tatuador, y me voy a tatuar algo que simbolice ese ascenso”. Es mi primer ascenso de Tercera a Segunda B, y lo tenía que llevar en mi piel para toda la vida. Son los dos guantes que llevé, con la fecha del ascenso y USCF.
- ¿Portero por elección propia o ajena?
- Yo creo que era porque le rompía todos los pantalones a mi madre (ríe). En principio yo jugaba de medio centro, pero empecé a tener problemas de crecimiento. Tuve problemas en los talones, en las rodillas, en la espalda… y al final me pusieron de portero porque era alto. Y parece ser que ha funcionado.
- ¿Cómo vive un portero un partido de fútbol? Estás viéndolo desde atrás, y sabes que eres el último, el que puede salvar al equipo.
- Al final cada partido te va enseñado, y lo vemos normal. Es verdad que cuando un compañero celebra un gol te gustaría estar con ellos y abrazarlos, pero últimamente me estoy acostumbrado hasta casi no celebrarlos. Me gusta ir tranquilo y no llevarme después un desilusión. Un poquito de soledad sí que hay.
- ¿Cómo se afronta un penalti?
- Me da mucha rabia, porque muchas veces se dice “lo ha tirado mal”. Un delantero tiene muchas opciones, pero el portero tiene que acertarla. El jugador puede querer tirarla arriba y que termine abajo, pero si el portero no acierta el lado, ya ha fallado. Se afronta con la máxima frialdad que se puede. Inhalas y sueltas el aire justo cuando vaya a iniciar la carrera. Aguantas lo máximo que se puede y se reacciona rápido.
- ¿Qué te parece el nuevo campo? ¿Te gusta?
- La verdad es que sí. Estamos entrenando, e incluso jugamos un partido allí el año pasado contra el Guijuelo, y el campo está muy bien. Tiene unas dimensiones muy buenas, y el césped está muy bien. Parece ser que este verano se ha rajado un poco, pero arreglar esas zonas sería fácil. Con una buena obra para que nuestra gente pueda estar encima del campo y notarla más aún, va a ser un campo espectacular.
- Has jugado en equipos de fútbol clásico y ahora estás en Unionistas CF, uno de los máximos exponentes del fútbol popular. ¿Qué comparación tienes desde dentro?
- Hay bastante diferencia. En los clubes clásicos manda una, dos o tres personas, e interesa el resultado. Aquí se demuestra cada día que, al ser socios todos y cada uno de los aficionados, estos luchan por el mismo objetivo y para que el club sea más grande. Me parece precioso que cada uno luche por su club, y ver cómo lo hace. A la vista está cómo cada fin de semana tiene a los voluntarios desde primera hora de la mañana para que el campo esté adecuado para jugar al fútbol.
- Ya es tu segundo año. ¿Cómo fue tu adaptación?
- La adaptación fue rápida. El año pasado tuvimos la suerte de tener un grupo excepcional. Con el cuerpo técnico, desde el primer día, muy bien. Y la afición nos acogió como si fuésemos su familia. Me siento como en casa, e incluso mi familia está agradecida de que me sienta así. Me enamoró desde el primer día que lo vi.
- En tu trayectoria también habrás tenido algún punto bajo.
- El punto negativo fue que estuve a punto de dejar el fútbol, no hace muchos años. Entrenaba, estudiaba y trabajaba… y echaba muchas horas en el trabajo. Casi no pasaba por casa y, encima, haciendo méritos para tener más minutos, no recibía esa recompensa. Llegué a plantearme dejar el fútbol para seguir dedicándome a estudiar las oposiciones. Al final, mi familia, mi representante y mis amigos me empujaron a terminar esa temporada. La siguiente empezó la cuesta arriba. En el Eldense no empezó bien la cosa, pero personalmente yo me iba notando mejor. Después llegué a Somozas y me olvidé de todo lo anterior. El equipo descendió, pero a nivel personal seguía creciendo. Al año siguiente tuve la suerte de caer en este club. Cada día me noto mejor, y eso es gracias a la estabilidad.
- Lluis Andreu, siendo muy jovencito, no está disputando muchos minutos. ¿Cómo tenéis esa relación? ¿Eres su mentor, le ayudas?
- Intento que, dentro de que no esté jugando, esté a gusto en los entrenamientos. Intento ayudarle, animarle… Me encantan las bromas, y me gusta meterlo ahí, tanto a él como a Loki (Lachlan). Que el momento de entrenamiento también esté para que lo disfruten. Le dije el primer día que, para lo que necesite, ahí me va a tener. Es muy buen chico y muy buen portero. Cada día va a ir mejorando y dando más.