En el oeste de Zamora y Salamanca, donde el Duero se hace frontera con Portugal y se encajona formando los cañones más profundos y extensos -casi un centenar de kilómetros- de toda la Península Ibérica, se encuentra la comarca de Arribes del Duero. Un espacio natural privilegiado en el que destacan la belleza agreste de su paisaje Granítico y una rica y variada fauna y flora. Esta es la nota bonita, pero existe una realidad distinta que no escapa a los habitantes y autoridades locales de los 37 municipios que engloban este Parque Natural, con 58 núcleos de población, y una población de 21.912 habitantes.
La Ley 5/2002, de 11 de abril, declaró el Parque Natural Arribes del Duero (Salamanca-Zamora). En la exposición de motivos para su declaración se recogía: "Arribes del Duero, situados en el límite occidental de la región, a caballo entre Zamora y Salamanca, conforman una parte de lo que tradicionalmente se ha conocido como 'la raya con Portugal', lugar de frontera en el pasado y de encuentro en la actualidad. Se configura y percibe el espacio Arribes del Duero como una comarca natural ligada desde siempre al encajonamiento del río en el granito, al tajo profundo y hermoso que su paso ha generado y a la obligación que ha supuesto a los arroyos y ríos que en él confluyen deban horadar con sus aguas unos profundos cauces hasta dar esa imagen singular en el paisaje arribeño".
El transcurrir del tiempo ha llevado a una situación de "inviabilidad", más allá del valor natural del espacio protegido. Es que, aseguran varios alcaldes consultados por este diario, "la gestión del Parque Natural ha llevado a que los propios habitantes, principales defensores del espacio, no crean en el mismo". Es que, llegado a este momento y casi, 20 años después de su declaración oficial, aquella resolución y primeros deseos "se han quedado en nada". Cuando, añaden estos alcaldes, "la principal razón del Parque Natural era preservar los recursos naturales y propiciar el desarrollo del territorio. Pero ha fracasado".
Ingresos venidos a menos para los municipios afectados
Es que, explican, ni existen actividades culturales, ni presencia turística, ni alicientes económicos y, ahora, tampoco ingresos para los municipios, en cantidad suficiente. A este respecto, las subvenciones que llegan son por un importe total de 103.306,19 euros para una decena de pueblos del Parque Natural Arribes del Duero en Salamanca. El importe correspondiente a 2018 era de 69.237,91 euros mientras que la cifra de 2019 se redujo a 34.068,28 euros, por pueblo, es decir, se ha reducido casi el 30% respecto a los 300.000 euros de los primeros años.
El primer recorte se produjo ya en 2011, cuando de los 314.000 euros que tenían que repartirse estos pueblos le quitó el 70%, lo que supuso una cifra de 219.800 euros menos a repartirse. Pero en esto llegó la crisis y los ayuntamientos no recibieron ni un solo euro hasta 2017, cuando se le aprobó conceder aquella cantidad reducida pero, importante, cada tres años. A ello dicen muchos habitantes de la zona que "¿para qué queremos el parque natural, si no es más que para ponernos impedimentos a nuestras labores agrícolas y ganaderas de toda la vida?".
Pero la situación de minoración de ingresos va mucho más allá, porque el Gobierno de la Junta de Castilla y León también ha suprimido las ayudas a la mejora del entorno rural que iban dirigidas a los particulares afectados por el parque natural, que suponían unos 200.000 euros anuales. Debe tenerse en cuenta que el Parque Natural Arribes del Duero, al contrario que otros parques naturales, tales como el de Batuecas-Sierra de Francia, es en su mayoría de terrenos privados de los habitantes de la zona, no comunales ni públicos. Y finalmente, cabe también reseñar dos recortes más como es la supresión de las ayudas de Tragsa para el fomento del empleo como el cierre de las Casas del Parque, al menos durante los días laborales.
Pero en el Parque Natural Arribes de Zamora es más de lo mismo. Los alcaldes vienen reclamando todos los años a la Junta de Catilla y León que resarza económicamente "la deuda histórica" acumulada con los ayuntamientos del espacio protegido, que han visto perderse en los últimos cinco años inversiones "por importe de más de 500.000 euros". Y, asimismo, exigirán que cumplan los compromisos expresados con la declaración del Parque Natural. La pérdida de ingresos ha repercutido en la realización de obras y mejoras para los municipios y en la creación de puestos de trabajo.
"Todo son impedimentos"
Los municipios incluidos en el Parque Natural Arribes del Duero, ahora también Reserva de la Biosfera, reconocen "agravios comparativos" con otros pueblos. Además de no recibir compensación económica, ya que, por ejemplo, si alguien quiere poner molinos eólicos o placas fotovoltaicas, se exigen solicitudes de todo tipo o están prohibidos, y "eso no ocurre en otros lugares fuera que no tienen parque". Es más, en lugares cercanos a una ZEPA (Zona de Especial Protección de las Aves) ya están prohibidos de antemano. Muchos pueblos ven como importantes proyectos de energías renovables se van 'al garete', aún en término municipal fuera del Parque Natural por su proximidad.
Los alcaldes son claros al respecto: "Si pertenecer a un espacio protegido tiene requisitos debe tener algunas ventajas, porque si no rompemos la baraja y todos igual. Sobre todo para los que viven aquí que son los que mantienen los pueblos". Además, a esas restricciones se suma ahora el escabroso asunto de las águilas y las rapaces, "que están muertas de hambre. Tampoco hay conejos en cantidad suficiente, y en cuanto pare una vaca van directas al ternero". "Es hasta difícil echar a la fauna de comer los animales que mueren", aseguran las asociaciones ganaderas. Además, explican a este diario, ahora llega otro problema añadido, como es la invasión de especies que "por aquí no existían". Así hablan de la inmensa cantidad de corzos, pero, sobre todo de los meloncillos.
Desde hace unos meses está de actualidad la cuestión del lobo y su convivencia con la ganadería, debido a la propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de dejar de considerar a esta especie como cinegética. Pero hay otro animal que también causa estragos en las explotaciones ganaderas del Parque y que se expande por toda la comarca de Vitigudino, y del que prácticamente nadie habla. Se trata del meloncillo o mangosta común.
La dieta de estos animales incluye desde pequeños mamíferos como conejos y perdices, hasta insectos, aves o reptiles. Sin embargo, se le considera un depredador oportunista que consume las presas más abundantes y disponibles, por lo que no es raro que se produzcan ataques de meloncillos en explotaciones ganaderas, siendo sus víctimas preferidas animales como terneros y ovejas.
También aseguran a este diario que la Junta Rectora del Parque Natural Arribes lleva "dos años sin reunirse". Un asunto que hace "aún más, desprestigiar, entre los vecinos, el nombre del Parque Natural". Además, no hay más que darse una vuelta por los pueblos integrantes y se escuchara que los habitantes que están allí todo el año y son los que protegen y conservan el valor medioambiental del Parque, están "hartos de tantas restricciones".
Y ya de las Casas del Parque Natural Arribes, una en Fermoselle y otra en Sobradillo, es también motivo de queja, ya que, explican "sus actividades y visitas son muy limitadas, porque no existe personal". Finalmente, el personal que trabaja en el Parque es "muy escaso y, casi siempre, no son de los pueblos". Salvo un para de agentes forestales durante el año, solo existe la contratación de una cuadrilla durante el verano.
La falta de depuración, asignatura pendiente
Una de las principales asignaturas pendientes de la Junta de Castilla y León con los municipios del Parque Natural Arribes, tanto en Zamora como en Salamanca, es la solución a la depuración de las aguas fecales, que corren regatos abajo hasta el río.
Es darse una vuelta, por ejemplo por el regato del Matadero en Villarino, donde se vierten las aguas fecales de la mayoría del pueblo, y se verá que son utilizadas para regar huertos fértiles y surtidos, vertidos residuales que recorren ladera abajo zonas de alto valor paisajístico hasta llegar al Duero, olores que tiran para atrás cuando se pasea por el Pozo Concejo. También existen importantes sanciones para ayuntamientos e industrias por la Confederación Hidrográfica del Duero.
Es la gran asignatura pendiente de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, que ya desde hace casi 15 años, vienen anunciado, por boca de los respectivos consejeros, como fue entonces María Jesús Ruiz, que todas las poblaciones del Espacio Protegido contarían con depuradora para el año 2011. Es decir, estamos en 2022, y en el Parque Natural Arribes de Salamanca tan solo tienen depuradora Aldeadávila de la Ribera y Lumbrales. Pueden decir que están en fase de "licitación o adjudicación", pero el problema se arrastra desde 2007, cuando fue la Unión Europea la que marcó las directrices de depuración en Parques Naturales.
El Parque Natural Arribes del Duero, un espacio de gran valor natural, cultural, paisajístico y faunístico que, para los habitantes, no ha traído más que impedimentos y trabas. Y menos ingresos para los municipios afectados.