El cabo salmantino que quiso asesinar a Franco
José Rico Martín, un militar nacido en Villarino de los Aires, de ímpetu y conciencia republicana, que fue fusilado tras un intento de atentado contra Francisco Franco en Ceuta
23 octubre, 2022 07:00Noticias relacionadas
Corría el año 1915 en Villarino de los Aires, un pueblecito bañado por el río Duero que hacía de frontera natural con Portugal, en cuyas laderas se cultivaba la uva, el almendro y algunos frutales, como también mies en las zonas altas. Ese año nació un chiquillo que, sin saberlo, pasaría a engrosar la larga lista de represaliados por el régimen que llegaría 21 años después y que marcaría su vida y que, a la postre, pudo evitar la dictadura franquista, pero no fue así.
El niño José Rico Martín vio la luz un 28 de febrero, cuando las heladas en el pueblo, convirtiéndose en el hijo mayor de una familia típica del pueblo, pequeños propietarios rurales con sus predios y tierras donde se cultivaban alimentos de subsistencia y, si terciaba, vender algún trigo, vino, vinagre o aceite en el lugar o pueblos vecinos. En este pueblo transcurrieron sus primeros años de vida porque, al poco tiempo, los abuelos quedaron en el pueblo, y sus padres marcharon al municipio cercano de Monleras, donde nacieron sus seis hermanos, cinco hombres y una mujer.
El niño José Rico no se crio en una familia cualquiera de la España analfabeta de aquellos tiempos. Dentro de la sencillez de las familias rurales de principios del siglo XX, tenía un nivel cultural más que aceptable. La madre, Aurora Martín Conde, cursó los primeros años para maestra, que debió dejar al morir su padre de manera repentina. Su padre, Antonio Rico –un apellido muy propio del pueblo-, era el típico hombre rural, de carácter y esculpido como el terruño donde creció. Como muchos de los habitantes de Villarino de los Aires, emigró a Cuba –donde el apellido Rico se hizo común-, nunca dejaba de leer la prensa. Por ello, mantenía cierta autoridad entre los hombres del lugar, que así lo reconocían, y de espíritu republicano.
A este respecto, decir, según asegura su sobrina Agustina Rico, una activista vecinal y catedrática de Lengua y Literatura catalana en el IES Puig de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), “mantenía una estupenda relación con el alcalde de Salamanca Castor Prieto Carrasco, fusilado al inicio de la Guerra Civil”. Se comenta que, aún siendo muy joven, el joven José Rico ejerció de corresponsal de ‘El Adelanto de Salamanca’, en aquellos tiempos periódico liberal. Donde escribió, a la edad de 16 años, sobre la proclamación de la 1.ª República, el 14 de abril de 1931. Esta relación con la prensa le hizo estrechar muchas relaciones con republicanos de aquella época.
A los 18 años entra en el Ejército de Tierra y llega el alzamiento
El joven José Rico se incorpora al Ejército de Tierra en 1933, tenía 18 años de edad, y fue destinado al Batallón del Serrallo nº 8 con sede en Ceuta. En esta guarnición ascendió a cabo, graduación que tenía el 17 de julio de 1936, cuando los militares de Melilla se sublevaron contra el Gobierno de la República. Este alzamiento fue seguido por todas las unidades militares de lo que se llamaba el Protectorado de España en Marruecos, en el que se incluía Ceuta. En esta plaza fue el teniente coronel Yagüe quien se alzó con la 2.ª Bandera de la Legión, quien antes de la medianoche ya tenía controlada toda Ceuta. En esas horas, Juan Yagüe ordena detener a todas las autoridades republicanas, como también a los militantes del Frente Popular. En este alzamiento, el cabo José Rico fue parte, aún estando en contra del mismo.
De regreso al cuartel, varios cabos del Batallón del Serrallo mantienen una reunión en un cuarto. Entre ellos estaban José Rico, Pedro Veintemillas, Anselmo Carrasco y Pablo Frutos. El motivo de esta reunión era, como no podía ser otro, la forma de hacer frente a la sublevación. En un segundo encuentro, esa misma jornada, el cabo Rico presenta un plan para acabar con la vida del general Franco, que viajaba desde Canarias hasta Ceuta, con aterrizaje en Tetuán, para ponerse al frente del Ejército de África.
Tal era el ímpetu y la conciencia republicana del joven cabo José Rico que, en su plan, estaba ejecutar él mismo a Francisco Franco cuando entrara en el cuartel para pasar revista a las tropas. El resto de cabos apuntarían al resto de mandos militares y, de esta forma, inmovilizar a todos los sublevados. El tercer punto del plan era que, otro grupo de cabos saliera hacia la ciudad para anunciar el atentado contra Franco y los militares golpistas para que el pueblo ceutí se levantara contra el alzamiento.
Pero siempre hay algo con lo que no se cuenta y, más, cuando es el típico chivatazo. Uno de los cabos le contó todo el plan al jefe del cuartel, quien ordenó al cuerpo de guardia detener a todos los cabos y acabar con la conjura. En total, según el acta del consejo de guerra, fueron detenidos más de medio centenar de militares y también personal civil de la ciudad caballa.
Las fuerzas falangistas no estaban al margen. El cabo Veintemillas, junto a otro compañero, fueron sacados de sus celdas el 21 de enero de 1937 y, pocas horas después, sus cuerpos aparecieron asesinados en el Depósito de Cadáveres de la ciudad ceutí. Mientras, José Rico junto al resto de detenidos, fueron hechos prisioneros hasta que se celebró el consejo de guerra, en el Cuartel de Sanidad, con pena de muerte para el cabo salmantino José Rico, que fue fusilado el 17 de abril de 1937 en el conocido Monte Hacho de Ceuta. Igual suerte corrieron otros cuatro militares.
Sobre este consejo de guerra se han escrito muchas líneas. Lo cierto es que fue presidido por el teniente coronel Ricardo Seco. Que no fue más que un juicio que de ello no tuvo más que el nombre, porque fue "sin testigos ni pruebas". Y, del mismo, quienes tuvieron ocasión de estar presentes, narran que el militar y juez solo les dijo: "No sois españoles, sois todos unos cobardes traidores a la patria". El cabo salmantino no se amedrentó y echando mucho valor, sabiendo que su final era el fusilamiento, le contestó: "Juré defender una España democrática y la defiendo porque soy español. Los traidores a la patria sois vosotros".
Como epitafio puede quedar que la historia, muchas veces, no está escrita. Y lo que pudo acontecer, acabar con Franco y todo lo que vino después con la dictadura, quedó con el fusilamiento de unos jóvenes militares valientes que, ante todo, defendieron su honor y lealtad a un juramento.