Se cumplen 40 años desde que viera la luz 'El tiempo que nos teje' (1982), el primer libro de poemas del profesor y escritor salmantino, afincado en León desde hace 26 años, José Luis Puerto (La Alberca, 1953). Está licenciado en Filología Románica por la Universidad de Salamanca. Premio Castilla y León de las Letras 2018, como un reconocimiento a una amplia trayectoria docente en Sevilla, Segovia y León. Además, ha desarrollado una completa obra poética y un destacado trabajo etnográfico. En este apartado destacan obras como 'Leyendas de tradición oral en la provincia de León' (2013), 'Rumor de la palabra: tradiciones orales de la comarca leonesa de Rueda' (2014), 'Romances y cantares narrativos de tradición oral en la Sierra de Francia' (2016), 'Leyendas de tradición oral en la provincia de Salamanca' (2019), o el último libro, el primer tomo de la serie sobre 'La Alberca, memoria y patrimonio. (I) Lo sagrado', entre otros. Si me quedo con uno, lo hago con las estampas evocativas de 'Las cordilleras del alba' (1991). Merece recordar su admirable reivindicación de dos poetas salmantinos ya fallecidos, José-Miguel Ullán y Aníbal Núñez, "a quien Salamanca les debe un reconocido homenaje", reivindica Puerto.
- ¿Qué hace un albercano en la provincia de los reyes de León?
Salamanca es una de las provincias de lo que Menéndez Pidal llama antiguo dominio leonés, que de alguna manera es una franja de norte a sur de la península Ibérica. De una gran importancia, porque hay caminos prerromanos, está la Vía de la plata o están las cañadas de la Mesta. También el Camino Mozárabe de Santiago y, de alguna manera, pertenecemos a un ámbito que tiene mucho que ver con ese oeste mítico peninsular que, de algún modo, enlanza con uno de los mitos que, por ejemplo en mi poesía, aparecen, como es el mito del jardín del oeste. Esta mañana estaba leyendo una historia del Monasterio de Guadalupe, donde un monje alude a ese monasterio que está en el oeste como jardín. Y las Batuecas está considerado como un jardín, una de las ubicaciones del paraíso terrenal, 'El mito de las Batuecas'.
- O sea, no tiene nada que ver con el tema político del leonesismo, que, según sus palabras, son mundos distintos.
Son mundos distintos. Date cuenta que, por ejemplo también don Luis de Hoyos, uno de nuestros principales antropólogos, en su manual de geografía dice una cosa que yo he comprobado con mis trabajos de campo, asegura que la cultura tradicional campesina, la más hermosa de la Península Ibérica, está en nuestro oeste. Por tanto, nada tiene que ver con la política. La sobrepasa y forma parte de un modo de estar en el territorio que ya viene desde los vetones, que luego se romanizaron. Hay una cantidad de huellas en nuestra tierra impresionantes. Por ejemplo, una de las huellas son las estelas que están en todo el oeste salmantino, que eran muestras de antiguos cultos a la diosa Mitra, que son cultos solares, cultos vitrales. Hubo un momento en el que me empapé de todo eso y escribí uno de mis libros que, curiosamente, los estudiosos consideran decisivos dentro de mi poesía, que es el titulado 'Estelas', lo que queda del pasado.
- Ya que hablamos de libros, cuarenta años desde su primera publicación.
En este año 2022 se cumplen 40 años de la publicación de mi primer libro de poemas, que se titulaba 'El tiempo que nos teje', editado en la mítica Colección Leonesa Provincia, donde publicaron poetas muy importantes de la segunda mitad del siglo XX. Y curiosamente, cuando aceptaron mi libro, que lo envié de manera anónima porque no había publicado ningún libro, era un poeta desconocido. Lo envié en enero del año 1981, y en marzo me contestaron que me publicaban el libro. Para mí fue un motivo muy grande de alegría. Luego, cuando en el verano del 81 fui a la oficina de León, que pertenecía a la Diputación, se llamaba Institución 'Fray Bernardino de Sahagún'. Cuando llegué con la carta donde me decían que se aceptaba la publicación, me dijo la señora que me atendió: "Joven, no sea usted impaciente. Le voy a decir que su libro es el primer caso que admitimos publicar de un poeta inédito". Fue una gran fortuna. Y ahí comenzó mi andadura.
- Pasemos a la etnografía, uno de sus grandes campos de investigación y publicación. ¿En qué situación se encuentra la cultura tradicional?
La cultura tradicional se encuentra, desde el punto de vista de la realidad, en una situación crítica, porque el mundo campesino de nuestras tierras ha sido deshabitado. Todo esto que se llama ahora la España vacía o vaciada. Ha habido una emigración muy fuerte desde los años 50 y 60 sobre todo, que ha vaciado el mundo rural y, por lo tanto, vive en una situación muy crítica, es decir, está en peligro de muerte. Desde otro punto de vista, ya el romanticismo trae consigo la valoración de lo local, de las culturas campesinas, de las culturas de la tierra. De ahí nace en Inglaterra la ciencia del folclore. Desde entonces hasta ahora ha existido una gran evolución. Pero los estudios de la cultura tradicional, de la cultura campesina, son importantes, y de algún modo está en líneas generales, vamos a decirlo así, muy bien documentada.
- ¿Salamanca es tierra de etnógrafos?
Salamanca es tierra de etnógrafos, desde luego. Aquí habría que hablar de la figura de un pionero, el padre César Morán, que era leonés. Este agustino curiosamente estudia todo lo que podemos llamar el dominio leonés, porque él tiene estudios de la cultura tradicional de León, de Zamora y también de Salamanca. El padre Morán, por tanto, es una figura pionera. Otra figura esencial es el que en mi pueblo llamaban 'El arquitecto', don Lorenzo González Iglesias, que fue el arquitecto municipal de La Alberca, que tiene tres libros decisivos sobre la Sierra de Francia, 'La casa albercana', 'Los protocolos del amor serrano' y 'El bordado serrano'. Es otro pionero, desde luego. Después de estas figuras precursoras ya han venido otras posteriores. Desde el punto de vista sociológico de la música tradicional, don Dámaso Ledesma, Aníbal Sánchez Fraile o Pilar Magadán, que estudiaron los cancioneros salmantinos. Ya después, hemos venido los demás, los que continuamos un poco esa tarea y se me ocurre citar aquí figuras como Ángel Carril, Juan Francisco Blanco, José Ramón Cid, o yo mismo. Y bueno, creo que Salamanca sí es tierra de etnógrafos y, además, es una suerte para Salamanca, porque hay otras provincias donde no hay tantos estudiosos de la cultura campesina y tradicional. También he de citar a otro pionero, que fue profesor mío en la Facultad de Letras, que es Luis Cortés. La figura de Cortés es, junto con el padre Morán y González Iglesias, otro iniciador que no se me puede olvidar.
- En todo esto, supongo que la Sierra de Francia tiene mucho que ver.
La Sierra de Francia es una zona dentro de la provincia de Salamanca muy especial, porque es un territorio de muchas confluencias. Yo diría que en la Sierra de Francia hay una suerte de sincretismo semítico. Está lo cristiano, lo islámico, lo judaico, un poco todo dentro de la cultura tradicional. Luego, la Sierra de Francia es una zona de transición entre las culturas españolas meridionales del sur y las culturas septentrionales del norte. Es un espacio geográfico de confluencias y, además, una zona que por la cercanía de Portugal le llegan también influencias lusas. Por otra parte, ha sabido preservar su identidad, no todos los pueblos, ni todos del mismo modo. Ahora existe una gran amenaza para la Sierra de Francia, particularmente en La Alberca para el mantenimiento de su cultura tradicional, como es el turismo. Es una riqueza, cierto, pero es también un peligro si no se sabe equilibrar y desarrollar de un modo sostenible.
"Ahora existe una gran amenaza para la Sierra de Francia, particularmente en La Alberca, para el mantenimiento de su cultura tradicional, como es el turismo, Una riqueza, cierto, pero también un peligro".
- ¿Qué es La Alberca para José Luis Puerto?
La Alberca, sobre todo, es mi lugar de origen, con todo lo que eso conlleva. Yo diría que siempre estoy habitando en La Alberca, en ese paraíso de las Batuecas, en ese mito del jardín que es La Alberca, las Batuecas. Curiosamente, La Alberca mía, la de mis vivencias de la niñez, es una Alberca que ya no existe. Es decir, sólo está en mi palabra. En mi memoria sólo viven las recreaciones que de alguna manera hago yo de La Alberca.
- ¿Por qué La Alberca ha llegado a tener esa gran importancia etnográfica?
Observando un poco el modo de ser de los albercanos, La Alberca es un pueblo cuya gente tiene mucha conciencia del valor de lo que es, de lo que tiene, de la cultura que ha elaborado. Es un pueblo, por tanto, que sabe que tiene un patrimonio muy importante, que a veces no sabe gestionar bien, pero en líneas generales ha sabido mantener hasta el presente. Y luego, La Alberca también es un pueblo donde hay una ritualidad que se expresa, por ejemplo, en el mundo de las celebraciones, que forma parte del mundo antiguo, es decir, de lo que ya no existe en el mundo actual. Y en La Alberca se percibe muy bien, a poco que uno observe cualquier tipo de fiesta que haya, incluso desde una boda o hasta otro tipo de rito que se celebre. Incluso a veces en el modo de trabajar, aunque los modos campesinos de producir ya han ido desapareciendo respecto a los que yo conocí de niño.
- ¿Existe algún otro territorio en la provincia de Salamanca que pueda tener tanto interés etnográfico como La Alberca o la Sierra de Francia?
Para mí sí. Por ejemplo, todas las áreas del occidente de la provincia, de norte a sur, son zonas que tienen, y lo percibo cuando hago trabajo de campo, una ancestralidad que se percibe en Las Arribes, en El Rebollar o en todas las áreas de Ciudad Rodrigo. Es decir, ahí existen manifestaciones de la vida antigua, de la vida campesina, que tienen una gran importancia. Más o menos creo que están bastante bien estudiadas, pero todavía habría que seguir investigando más. Y luego hay otras dos zonas, para mí, que percibo en la medida en que las he recorrido y elaborado determinado trabajo de campo. Curiosamente ese territorio está menos estudiad, como son las comarca de la Huebra y de Las Bardas. Esas comarcas tienen un gran interés e importancia, porque ahí existe una cultura tradicional escondida todavía, que tiene que ser descubierta hasta cierto punto. Por ejemplo, en Berrocal de Huebra, donde vivió un maestro que tuvo un hijo, Virgilio Bejarano, que fue profesor, y tiene en la revista 'Dialectología y Tradiciones Populares', creada en 1944, un estudio sobre los trabajos del lino en la Huebra, que son maravillosos.
"La poesía siempre es un territorio mucho más minoritario. Tengo buenos lectores en Salamanca, y si hay gente que conoce mi poesía y la valora y la estima, me doy por satisfecho. Tendría anécdotas curiosas para contar".
- Otra importante faceta de José Luis Puerto es la de poeta, quizás sea la menos conocida en Salamanca.
Posiblemente, porque la poesía, de algún modo, siempre es un territorio, vamos a decirlo así, mucho más minoritario. Tengo buenos lectores en Salamanca, y si hay gente que conoce mi poesía y la valora y la estima, me doy por satisfecho. Tendría anécdotas muy curiosas para contar, pero la poesía siempre tiene receptores minoritarios, pero son lectores ya más conscientes. Y ahí estamos.
- ¿Qué poesía compone José Luis Puerto?
Mi poesía, yo diría que está marcada por varios rasgos. Por una parte, es una poesía de la memoria. Mi poesía parte de lo vivido, parte de la memoria, del origen, pero luego parte también de una observación del mundo, de la realidad, de todo aquello que pasa desapercibido y que, de alguna manera, es lo que el poeta tiene que captar. Luego es una poesía también marcada por la intensidad, por la emotividad. Creo que no hay poesía lírica sin emoción y, en ese sentido, es una palabra intensa, emotiva. También es una palabra existencial, que está conectada con rasgos existenciales y luego también tiene un cariz simbólico. Hablaba del jardín, pero por ejemplo, hay otro tipo de símbolos en mi poesía, como el término de las sílabas, que algunos estudiosos lo han visto como un símbolo. El término melodía, que también es otro símbolo recurrente en mi poesía. Y eso serían, de alguna manera, algunos de los rasgos. También hay otro elemento que se ha ido imponiendo en mi poesía, sobre todo desde mi libro 'De la intemperie', de 2004 hasta hoy mismo, que es una poesía que ha ido tendiendo hacia lo esencial. Y luego hay dos elementos que la marcan también y que tienen una gran importancia. Por una parte, la poesía como ofrenda. La poesía es una palabra que se ofrece, y luego la poesía también como palabra que protege. Y en la medida en que es palabra de ofrenda y de protección, de algún modo, la poesía tiene también un carácter sanador, nos sana, nos equilibra, nos da sentido, hace que de alguna manera podamos compartir con los demás, a través de la palabra, esa celebración del mundo en la que estamos.
- ¿No cree que la literatura, principalmente la poesía, es un antídoto contra esta sociedad actual?
Sí, sin duda. Por eso hablaba de ese carácter sanador de la poesía. Claro que es un antídoto en ese sentido. Podríamos decir también que es un talismán. El talismán es aquel objeto que llevamos, que nos está protegiendo frente a los sinsentidos del mundo, frente a la violencia, frente al caos. Y, de ahí que la poesía, en la medida en que es un antídoto contra ese caos, esa violencia, esos sinsentidos del mundo, también aspira a ser cosmos, orden, manifestación del sentido del mundo frente a tantos caos como nos tocan vivir.
- En Salamanca son conocidos los novelistas como Carmen Martín Gaite o el actual Luis García Jambrina, por ejemplo. Pero poetas, no tantos. ¿A quién destacaría usted de Salamanca?
En Salamanca tenemos dos poetas contemporáneos que, por edad, pertenecerían a lo que se llama el grupo de los novísimos, como son José-Miguel Ullán y Aníbal Núñez, dos poetas extraordinarios. Dos poetas además de culto, que, cada uno a su modo, tienen una actitud ante el mundo convencional de rebeldía. Son dos rebeldes que, de algún modo, por eso precisamente innovan. Son dos renovadores de la poesía, porque ellos perciben, cada uno a su modo, que la poesía sólo tiene sentido si transforma la vida y el mundo. De ahí esos ejercicios vanguardistas, a veces irónicos y siempre maravillosos, de José-Miguel Ullán, que se adentra incluso en lo visual. O ese clasicismo contemporáneo de Aníbal, un poco de mirar la realidad contemporánea a través de una poesía musical, e incluso a veces de formas clásicas. Y en Aníbal, en concreto, hay una percepción del lugar de Salamanca como elemento simbólico, no como elemento terruño ni lugareño. Como ese espacio en el que al hombre le toca vivir. Son, sin duda alguna, dos poetas importantísimos.
"En Salamanca tenemos dos poetas contemporáneos que, por edad, pertenecerían a lo que se llama el grupo de los novísimos, como son José-Miguel Ullán y Aníbal Núñez, dos poetas extraordinarios".
- Me comentó usted en una ocasión que era seguidor de José-Miguel Ullán, y se lamentó de la poca importancia que se le había dado en la propia Salamanca.
Claro. A mí me sorprendió mucho, porque al morir José-Miguel Ullán (Villarino de los Aires, Salamanca, 30 de octubre de 1944 - Madrid, 23 de mayo de 2009) en mayo de 2009, curiosamente me quedé muy sorprendido porque no se le hizo ningún tipo de reconocimiento. Salamanca le debe un gran homenaje a José-Miguel Ullán, como se lo debe a Aníbal Núñez. Recuerdo que aquel mismo 2009, me invitaron, con motivo de las fiestas de San Juan de Sahagún a mediados de junio, a una suerte de lectura de poemas que se hacía por la noche, y lo hicimos en el Patio de Escuelas, frente a la fachada de la Universidad, además me acuerdo que estaba lloviendo. Cayó como una suerte de tormenta. Yo llevé preparados para homenajear a José-Miguel Ullán, que hacía unos días había fallecido, unos poemas suyos, y quise que en aquel Patio de Escuelas, en esa plaza tan emblemática de la cultura y de la Universidad salmantina, resonara la palabra de José-Miguel. Y elegí unos poemas suyos de tema salmantino, ya que son muy interesantes.
- Finalmente, ¿en qué proyectos de libros y de estudios anda embarcado en este momento?
Este año 2023 que va a llegar, se publicará mi último libro de poemas. El anterior se editó en 2017 y se titulaba 'La protección de lo invisible'. El que voy a publicar ahora, que saldrá en primavera del próximo año, se titula 'Ritual de la inocencia'. Como habrá visto, la protección de lo invisible. La poesía como protección de la que he hablado y el ritual de la inocencia. También le acabo de hablar de ese sentido ritual de 'las albercas' que yo tengo y que también está en mi palabra. Luego estoy en un proyecto que edita la Diputación de Salamanca, a la que siempre le tengo que expresar mi gratitud porque ha editado muchos libros míos de etnografía. Días atrás publiqué el primer tomo de un proyecto de investigación sobre mi pueblo, que lo titulo 'La Alberca, Memoria y Patrimonio', que tiene dos volúmenes. El primero, 'Lo Sagrado', que ya lo presentamos. Tengo que entregar la primavera próxima el tomo dos sobre 'Lo Profano'. En ambos libros, al tiempo que hago una suerte de homenaje a La Alberca, doy muchos datos que se desconocían, inéditos sobre el pueblo, o sea, datos desconocidos que nadie hasta ahora sabía que existían.
- ¿Algo más?
Por otra parte, yo siempre he sido un vitalista como serrano que soy. Y como persona también tengo esa suerte de sincretismo semítico, que es entregarse a la vida y siempre disfrutar en lo que ella nos va mostrando. Y, por otra parte, libar en la realidad. A mí me gusta hacerlo en el mundo campesino, para descubrir esa maravilla de lo que es la cultura que la gente normal y corriente ha ido realizando a lo largo de la historia.
Mientras era tu rostro la ribera del Esla:
Ninfas junto a los chopos tejiendo primaveras,
Diana entre los desnudos brazos del buen Sireno,
Y Silvano que acecha con fuego en la mirada.
Ya poblaban tu sangre los endrinos, las urces,
Los majuelos, el soto con negrillos, carrizas,
Zarzales, altimoras, lecherinas. Invierno
De la edad que cercena tesoros de la infancia.
('El tiempo que nos teje', 1982)