La cena en París que hizo que el salmantino Tomás Hijo casi ganara un Oscar junto a Guillermo del Toro
Una propuesta muy loca, charlas sobre terror, un tarot y un desafío que terminó en un "¡Orale, cabrón!"
27 febrero, 2023 07:00"¡Órale, cabrón!". Así es como deberían empezar todas las historias. Y así es como empieza la de cómo Tomás Hijo (Salamanca, 1974) casi consigue un Oscar, o al menos un trocito, junto a Guillermo del Toro. Y es que el artista salmantino fue el encargado de crear el tarot que tanto protagonismo tiene en la película de 2021 del cineasta mexicano El Callejón de las almas perdidas. Una obra que estuvo nominada, entre otros, al Oscar por 'Mejor diseño de producción', en parte por el exquisito trabajo de este ilustrador residente en Santa Marta de Tormes.
Pero tenemos que irnos unos años para atrás para entender cómo se fragua esta amistad e intercambio creativo entre Tomás Hijo y Guillermo del Toro. Y todo fue gracias a una pequeña broma que este artista salmantino quiso hacerle al oscarizado cineasta mexicano.
Tomás colaboraba habitualmente con una serie de galerías de arte de la zona de Hollywood, en exposiciones que tenían que ver con temas de cultura popular, cine, y cómics. Y una de estas galerías organizaba exposiciones temáticas, sobre por otras películas y serie. "Yo mandaba siempre una pieza para esas exposiciones temáticas. Un grabado o una ilustración", explica el salmantino.
Y una de esas exposiciones estuvo dedicada a Guillermo del Toro, un homenaje a toda su obra en Los Ángeles. Como en otras ocasiones, la galería quiso contar con un trabajo de Tomás Hijo y al artista se le ocurrió la idea de crear un grabado donde insinuaba que Guillermo del Toro había copiado el guion del Laberinto del Fauno de un juego de mesa español de los años 30. "Era una cosa muy complicada, muy loca, que igual le podía haber cabreado mogollón, pero que yo pensaba que le iba a molar mucho", detalla.
Y así fue. El mismísimo Guillermo del Toro se enamoró de la creación del salmantino y compró su obra para su colección personal. Un contacto que le acabó llevando a hablar habitualmente por Twitter, y así "empezamos a hablar para determinadas cosas, me hizo algunos encargos personales, adicionalmente, porque se ve que le había gustado mi estilo".
Una cena en París
Con la excusa de este intercambio de trabajos, fue el propio Guillermo del Toro quien propuso al salmantino que "nos viéramos en persona y conocernos". Y como suele ocurrir con las grandes historias de amor (en este caso de admiración) sucedió en París.
Entre vino y sushi, ambos charlaron de todo, sobre todo de sus gustos comunes y de la admiración que Tomás tiene de toda la obra del mexicano. "Tenemos muchos paralelismos en nuestras obras y hablamos de literatura de terror, cine y hasta de Cuarto Milenio", cuenta el salmantino. Y en un momento de esta entretenida cena salió a colación el tarot. "Su madre echaba las cartas y a mí también me interesa mucho el tarot y el misticismo que le rodea", explica. Y así surgió "el embrión" de la primera colaboración ya más oficial y firme de Tomás con el cineasta.
Tomás Hijo le propuso hacer "el tarot del Toro". Una baraja dedicada por entero a los trabajos cinematográficos del oscarizado cineasta. Y la respuesta del mexicano no pudo ser otra: "¡Órale, cabrón!". Así ambos artistas crearon una baraja de tarot tradicional de setenta y ocho cartas, con diseños originales inspirados en algunas de las películas más populares de Del Toro, como El laberinto del fauno, Crimson Peak o La forma del agua.
El Callejón de las almas perdidas
Tras el resultado y el éxito de esta baraja de tarot, Guillermo del Toro tardó muy poco en volver a confiar en el salmantino. El cineasta mexicano estaba preparando su próxima película, El Callejón de las almas perdidas, donde cobraba especial importancia en varias escenas un tarot.
Así que dicho y hecho. Tomás se puso manos a la obra con una primera "fase de tanteo, donde no se me impuso ninguna directriz concreta". Esto le permitió llegar a una estética que convenció de lleno a Tamara Deverell y Guy Davis, los responsables del diseño de producción del filme. "Prácticamente no hubo ninguna modificación, más allá de cuestiones relacionadas con el color, que tienen que ver con cómo se va a fotografiar después el tarot en la película y que necesitan determinado tratamiento de color", detalla.
El equipo de Del Toro confío de lleno en el salmantino y eso fue "una experiencia totalmente grata, de esos trabajos artísticos en los que sientes que se está confiando en ti y que, de alguna forma, se pide que tu aporte sea una visión tuya particular y que no solamente seas la mano lista que sabe dibujar".
Para Tomás Hijo hacer este trabajo fue "una auténtica pasada". Él mismo confiesa que lleva toda la vida admirando y siguiendo el trabajo del cineasta mexicano y del increíble equipo que forma a su alrededor. "Trabajé con algunos de mis ídolos, porque como Guillermo ha ido congregando a gente muy parecida a él, había dibujantes de cómics, directores de arte de cine, que yo conocía sus obras y que estaban en el equipo", explica emocionado.
Ver su trabajo en la gran pantalla fue una experiencia muy emocionante para él, y también obtuvo su pequeño reconocimiento cuando llegó la nominación a los Oscar como 'Mejor diseño de producción'. Tomás Hijo guarda una anécdota muy bonita respecto a esa nominación y que muestra el tipo de equipo del que se rodea Guillermo del Toro.
"Puse en Twitter que era una microparte, el último mono de esa nominación, y Tamara Deverell, directora de arte de la película me escribió diciendo que de eso nada, que me correspondía mucho más, que salía en los títulos de crédito como un miembro más del equipo", explica.
Ejemplos como estos son, para el salmantino, la prueba de que "todo lo que rodea a este hombre es de muy buen rollo siempre. Es un tipo súper cariñoso, simpático, tierno. Todo el mundo le quiere mogollón y al su alrededor se genera siempre dinámicas muy bonitas con el estupendo equipo que consigue atraer".
De los libros de texto a su propia obra
La vida y obra, cual Santa Teresa de Jesús, de Tomás Hijo no acaba en Guillermo del Toro y es tan extensa que es difícil de resumir. Él mismo explica que siempre tuvo "un perfil mixto", le gustaba tanto escribir como dibujar, así que cuando tuvo que elegir la carrera a estudiar se decantó por Periodismo. "Iba más encaminado hacia el tema de la literatura y todas esas cosas, que era lo que a mí me interesaba más en aquel momento".
Pero la afición al dibujo pesaba y acabó haciendo amistad con los estudiantes de Bellas Artes de Salamanca. Poco a poco empezó a participar en concursos, haciendo sus primeras ilustraciones en publicaciones y "al final mis alternativas profesionales rápidamente empezaron a ser más sólidas en el dibujo que en el periodismo".
Sus primeros trabajos fueron ilustraciones para libros de texto. Trabajó con Anaya, Santillana o Edelvives, libros para conocimiento del medio, de religión o tecnología. Algo que servía como modo de vida pero que reconoce que es "poco artístico, es un trabajo bueno para satisfacer a los editores de esas editoriales y ya".
Así que nunca cejó su empeño en hacer otro tipo de trabajos, y llegó hasta a montar su propia editorial, "que fue un fracaso absoluto, porque fue justo en la crisis de 2012". Pero de esa experiencia aprendió que tenía que hacer su propia obra sin que estuviera orientada a ningún cliente concreto, "solamente a hacer las cosas que a mí me gustaban, como una especie de afición, sin un objetivo muy concreto y resulta que al final es lo que funcionó bien".
Tomás Hijo se decantó por hacer grabados sobre las obras "que a mí me interesaban, ilustrar cosas de Tolkien, de Lovecraft, y todo este tema de fantasía y de terror que a mí me interesa". Y, además, hacerlo con una técnica medieval y no precisamente sencilla.
La culpa la tuvo Tolkien
Y no eligió una técnica sencilla precisamente. El salmantino se decantó por el grabado en linóleo y la culpa de todo no la tuvo Yoko Ono, como cantan los Def Con Dos, sino Tolkien.
Tomás es fan absoluto del imaginario del mítico escritor creador de El señor de los anillos, el Silmarillion o El Hobbit, y encontró en el grabado "el camino" para encontrar un estilo que "me encajara bien con los mundos de Tolkien, porque siempre ha sido una de mis grandes pasiones". El salmantino vio en este corte pseudomedieval algo que "podía irle muy bien a ese tipo de textos y para ilustrar el reino de los anillos".
Y ese fue el motivo. Tomás Hijo hizo de este tipo de grabados la seña de identidad inequívoca de sus trabajos desde entonces y encima le funcionó. "Son esas cosas chulas que pasan en la vida, porque, bueno, empecé a hacer ese tipo de trabajos por propia iniciativa, haciendo series de grabados que después vendía por Internet y rápidamente la gente se interesó muchísimo por ello", explica.
La técnica consiste en un matriz que tiene una parte resaltada y una parte rehundida, que se trabaja con herramientas de corte. En una superficie se van retirando "trocitos y se van dejando unas partes que están más altas que las otras". Después, esas planchas se untan, se embadurnan de tinta con un rodillo y se meten en una prensa. La parte que está en relieve, se marca sobre el papel, y se imprime sobre el papel.
Una técnica medieval que para el salmantino crea "unos efectos muy interesantes, únicos, que no se consiguen en una imprenta convencional, porque el papel queda con cierto relieve, no hay píxeles, no hay trampas". Tomás Hijo admite que está "enganchado" a esta técnica, aunque sea minoritaria, y reconoce que "no me ha dado más que satisfacciones".
El salmantino explica que se trata de una técnica muy minuciosa, "que no admite errores". Es difícil de manejar, "pero en el momento que lo consigues, haces unas piezas que son muy distintas a lo que se puede conseguir, por ejemplo, con técnicas digitales".
Netflix, Cuarto Milenio y Alberto Chicote
Con este estilo tan característico y particular con el que dibuja Tomás Hijo ya ha conseguido una prolija obra, que incluye otro tarot dedicado a El señor de los anillos; o un grabado especial dedicado a Stranger Things, del cual parte de sus derechos fueron adquiridos por el departamento de merchandising de Netflix.
También ha ilustrado reportajes para Cuarto Milenio y la tienda de la Nave del Misterio, e incluso diseñó el logotipo del nuevo restaurante de Alberto Chicote, Omeraki. Lo cual el cocinero agradeció enormemente a través de sus redes sociales.
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Y el salmantino también ha tenido tiempo de mirar para la tierra y encargarse de ilustrar el libro El mundo encantado de Castilla y León de Jesús Callejo, que fue editado por el Museo Etnográfico de Castilla y León. "Me fascina el mundo de las leyendas, de las tradiciones, del folclore, todas esas cosas", explica. De hecho, él mismo había hecho ya un libro recogiendo las leyendas de Salamanca.
Así que cuando Jesús Callejo y el Etnográfico llegaron con esta iniciativa no pudo negarse. Primero le encantó poder trabajar con "uno de los grandes divulgadores del folclore y de las leyendas en España", y luego, la propuesta de crear un bestiario castellano y leonés le fascinó. "En Asturias, en Cantabria o en el País Vasco hay muchos libros de este tipo, pero aquí no había ninguno mínimamente sólido y nos decidimos hacer este libro", detalla.