A la villa de Mogarraz la conocerás por su belleza urbanística, de ahí la declaración de Conjunto Histórico Artístico desde 1986, por su lugar privilegiado como mirador de las sierras de Béjar y Gredos, y también por haberse proyectado a lo largo de los siglos a través de personajes destacados, tales como el ilustrado Juan Antonio Melón González, y ahora, el reconocido pintor mogarreño Florencio Maíllo.
Desde hace once años, Mogarraz se ha convertido también un museo al aire libre. En sus tradicionales fachadas luce casi cuatrocientas pinturas, dentro de la exposición 'Retrata2 388', realizadas por Florencio Maíllo. Este artista, con los negativos de un fotógrafo, de los que se llaman minuteros, que retrató a todos los vecinos para realizar el carné de identidad. Y, así, comenzaron a surgir las cuatrocientas pinturas, aunque tiene cerca de mil, en planchas de latón.
Todo aquello ha supuesto un proyecto artístico que ha puesto a Mogarraz en un centro de atracción turística. Que, además, ha supuesto la transformación total de la villa, porque, sobre todo, sus tradicionales fachadas son el retrato de todos los habitantes que dieron vida a la historia de este pueblo. Esos vecinos que dejaron su impronta serrana en calles, casas, balcones y ventanas, donde luce el o los habitantes de esas viviendas ya fallecidos.
Caminar por las empinadas calles de este municipio serrano es perderse en la historia de la Sierra de Francia y, gracias a estas pinturas, en los años 60. Con sus miradas y sus vestidos, sus colores, sus penas y alegrías. Porque los retratos también expresan el sentimiento del alma. Esa expresión que también ha sabido plasmar Florencio Maíllo.
De antaño a hogaño, lo cierto es que Mogarraz no podrá nunca desprenderse de sus tesoros. Es, en primer lugar, una preciosa balconada hacia el sol naciente, con un horizonte dominante hacia las sierras de Gredos y Béjar. Alberga, en segundo lugar, un casco histórico incomparable, en el que se conjuga el atractivo arquitectónico con variadas reminiscencias reveladoras de su historia, la economía y la cultura de otros tiempos. Sus gentes, ahora recordadas en sus fachadas, y sus tradiciones, muchas, propias y de interés etnográfico.
Porque es una villa medieval construida y repoblada en el siglo XI por franceses, gascones y roselloneses, procedencia manifiesta en sus apellidos de origen galo. Porque se ha conservado perfectamente hasta nuestros días su arquitectura civil de tramonera y piedra. Porque destaca su agricultura en terrazas perfectamente integradas en la naturaleza lo que llama la atención del visitante. Porque la villa conserva sus tradiciones folclóricas, culturales y religiosas en los dinteles esculpidos de sus puertas, se habla de su historia en epigramas, de su religión, de sus miedos y esperanzas. Porque ahora es un museo al aire libre visitado por miles turistas durante todo el año. Por todo eso, Mogarraz está considerado como uno de los pueblos más bonitos de España.