Siempre ha sido un deseo, lujo o capricho llevar un artículo único, personal e irrepetible, trabajado por 'Los Artesanos'. Es la artesanía del cuero en la elaboración de botos camperos a medida hechos a mano, botas de montar, zapatos, zahones, cinturones, bolsos, billeteras, monederos, fajas, carteras o llaveros. No debemos olvidar que la artesanía en piel acompaña al hombre desde sus propios inicios.
Artículos que se liquidan, al 30%, en la tienda 'Los Artesanos', sita en la Rúa Mayor, 30 de la capital salmantina, una de las zonas más monumentales y visitadas de la ciudad. Productos de máxima calidad elaborados con la destreza del último artesano de Salamanca, José María Maíllo Calama, que echa el cierre a su tienda y, también, a su trabajo tras 52 años de trabajar el cuero.
Esta tienda abrió sus puertas en un inmueble anexo a la Casa de las Conchas en 1970. Desde entonces, han sido muchos los visitantes y compradores que han pasado por su mostrador. Y otros tantos, sentados para la medición del pie, porque de entre todos los trabajos realizados por este artesano, natural de Mogarraz -donde el cuero y la artesanía se respiran en cada esquina-, era la elaboración tanto de botos camperos para el campo, toreros y ganaderos, como de botas de montar como zapatos hechos a medida y a mano.
Este talabartero explica con nostalgia a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León que "echo el cierre. Estoy ya mayor y nadie quiere seguir con este trabajo. Tengo un hijo en Bilbao que ya tiene su trabajo en otro sector y lejos". Con cara de pena, se pone su abrigo, deja alguna luz encendida para que se vea el material expuesto, "que se vende con el 30% por ciento de descuento, estando elaborado con cuero de primera calidad y a mano", y cierra la puerta. Es el adiós de un artesano, ya de los pocos que quedan en Salamanca, y con él se va un arte en el que esta provincia era ejemplo y vida para muchas familias.
La artesanía del cuero es un trabajo, aún cuesta hablar en pasado, que tenía una parte artesanal, pero también otra más artística y creativa, que definía al talabartero. Sobre todo, quedaba marcada en los botos camperos y botas de montar, donde las filigranas y adornos eran la firma de cada artesano. Es que este trabajo requería una ristra de pasos para crear artículos con cuero curtido, como eran diseñar, cortar, modelar, coser y probar.
Tras 53 años, muchos cortes, no menos moldeados, miles de puntadas y otras tantas satisfacciones por el reconocimiento al encargo bien hecho, este mogarreño dice adiós a su emblemática tienda de la Rúa Mayor. Un emblema del pasado de esta ciudad universitaria, por su puerta pasaban estudiantes de una facultad y otra, se va con los nuevos tiempos. El negocio "ya no es rentable". Ahora llegan artículos de China y "no sé donde más que no duran ni un invierno". Son los signos de unos tiempos en los que los artistas y artesanos ya tienen poco que decir, sino más bien bajar la persiana y regresar al pueblo a disfrutar y descansar.