La plaza militar de Ciudad Rodrigo, como ciudad amurallada y de frontera, fue un enclave de especial importancia en la Guerra de la Indenpencia. Tal fue su interés militar que sufrió dos sitios, uno primero por las huestes de Napoleón, y el segundo por ingleses y portugues en la expulsión de la francesa. Esa importancia recobra ahora nuevo interés a nivel mundial gracias a la quinta entrega de la saga 'Los pilares de la Tierra', donde el mejor Ken Follet publica la emocionante 'La armadura de la luz', donde Ciudad Rodrigo tiene protagonismo, aunque no tanto como se esperaga en un primer momento.
Son cuatro páginas, de un total de 829, donde se reproduce la misiva de un capellán anglicano, perteneciente al ejército británico, concretamente en la página 638. En la carta, este religioso describe: "Me encuentro en Ciudad Rodrigo, en España. Se trata de una pequeña población ubicada en lo alto de un monte, con vistas a un río. Tiene una catedral y me apena decir que, obviamente, es católica romana. Vivo en una habitación diminuta, en una casa habitada por oficiales del 107º Regimiento de Infantería”.
Pues bien. El recorrido por los sitios de Ciudad Rodrigo lo comenzamos precisamante en la Catedral, cuya torre está marcada por numerosos impactos de algunos de los miles de proyectiles que la artillería francesa lanzó sobre la ciudad durante los dos asedios.
Otro de los lugares mencionados en la carta del pastor inglés habla del río, en este caso concreto, es el río Águeda, cuyo Puente Mayor sufrió uno de los ataques finales durante el asedio de 1812, con el objetivo de penetrar en el foso y llegar hasta la Brecha Grande.
Después de dos lugares mencionados en la obra de Follet, tan sólo se une Freineda, una freguesía portugues, donde el duque Wellington había instalado su cuartel general. Pero Ciudad Rodrigo, en esta fatricida contienda tuvo mucho más protagonismo, que los amantes de la historia, no solo militar, pueden disfrutar y puede tener una gran repercusión en el devenir turístico de la ciudad amurallada de frontera.
Los dos sitios
Ciudad Rodrigo, como ciudad amurallada que fue y sigue siendo, sufrió dos asedios durante la Guerra de la Independencia. El primero entre los meses de abril y julio de 1810, realizado por las tropas imperiales del Armée de Portugal, comandado por el veterano mariscal Masséna. La dura resistencia española, liderada por el general Andrés Pérez de Herrasti, tuvo sus frutos: los franceses perdieron un tiempo necesario en el asedio, lo que permitió a Lord Wellington y a su ejército británico-portugués finalizar su estrategia de defensa de Portugal y repeler una invasión que, de llevarse a efecto, habría convertido a la Península Ibérica en un nuevo territorio para Napoleón. Pese a ello, Ciudad Rodrigo se rindió el 10 de julio de 1810 y las tropas españolas defensoras que lograron vivir fueron conducidas a un cautiverio en Francia y los Países Bajos.
El segundo sitio de Ciudad Rodrigo acontenció en enero de 1812, cuando Wellington, que había expulsado a los franceses de Portugal unos meses atrás, decidió que era el momento para recuperar Ciudad Rodrigo y Badajoz -dos ciudades fronterizas- y, además, comenzar una ofensiva que acabara con la presencia de las tropas francesas en España. Tal fue así, que el gobernador francés Barrié rindió la ciudd el 20 de enero de 1812.
Por estas circunstancias históricas, Ciudad Rodrigo, que mantiene sus murallas en un perfecto estado de conservación, se convierte en el destino ideal para los amantes de Ken Follet, así como para entender lo que suponían estos asedios en las guerras napoleónicas y, así, hacerse una idea sobre el territorio del desarrollo de la obra en cuanto a las guerras de Napoleón.
La visita a los lugares históricos
Comenzamos en su muralla, a la que se puede acceder desde cualquier punto cardinal de la ciudad por sus innumerables puertas, en cuyo adarve se puede observar todo el territorio que rodea la ciudad, así como los lugares desde donde se realizaron los dos asedios de franceses en 1810 e ingleses en 1812.
En la muralla también se puede conocer su imponente foso, ahora vacío, considerada una construcción abaluartada, en el que se pueden observar los diferentes efectdos causados en el lugar donde se abrió la Brecha Grande.
No se puede dejar de visitar el Alcázar de Enrique II de Trastámara, hoy un moderno y recientemente restaurado Parador de Turismo, de especial importancia en la vida de la ciudad en aquellos días de guerra, dado el grosor de sus muros, se convirtió en un excelente refugio y un almacén inmejorable para la pólvora.
Ya dentro de la muralla, y muy cerca de la Catedral, que sufrió los sucesivos cañonazos, se encuentra la Plaza de Herrasti, donde se ubica el monumento al general del mismo nombre y que defendió con ardor el asedio francés, así como el mauselo del militar salmantino Julián Sánchez conocido como 'El Charro', y el lugar por donde se rompió el la muralla para entrar el ejército francés, tras un derrumbe debido a las bombas de artillería.
Desde esta zona también se puede observar el antiguo convento de San Francisco, que resultó destruido casi completamente en el asedio inglés de 1812. Los restos del mismo se conocen como la Capilla del Obispo Don Antonio del Águila. Volviendo a la muralla se pueden observar los puestos de guardia, el glacis -pendiente de tierra tras la que se esconden las murallas y que termina en el foso- y los revellines.
Y, si se quiere conocer la historia de Ciudad Rodrigo en las guerras napoleónicas, nada mejor que realizar una visita a la exposición permanente, que se encuentra en el Palacio de los Águila, de estilo plateresco donde se ubica la exposición permanente 'Ciudad Rodrigo en la Guerra de la Independencia: Wellington frente a Napoleón', con objetos de la época, grabados, mapas, manuscritos y dioramas de la Ciudad Rodrigo en la época napoleónica.
Sin lugar a dudas, Ciudad Rodrigo se ha convertido en protagonista en una saga literaria que, a buen seguro, tendrá mucha influencia en aumentar el número de visitantes que, como bien indica el propio escritor Ken Follet, estarían encantados de conocer.