Cerca de la actual Ledesma, la antigua Bletisa romana, en un escondido paraje de singular y agreste belleza, se encuentra el Puente Mocho sobre la ribera de Cañedo, que sorprende al caminante que sigue la ruta abierta por la calzada romana –todavía visible– que unía la villa salmantina con la zamorana de Fermoselle.
Aunque a ciencia cierta no se conoce el porqué del nombre de Puente Mocho, se puede quizá deducir de que proceda del estado de destrucción que en algún momento se conocía, y algo le faltaba a la construcción. Ya que, la palabra mocho significa que no tiene punta, una terminación o remate. Como bien conocen los mayores del lugar, la Rivera del Cañedo sorprendía en temporadas de lluvia a los caminantes que cruzaban el puente por la calzada romana, ya que, incluso, en algunas ocasiones el agua llegó a sobrepasar el nivel del puente.
El Puente Mocho, que cruza la Ribera del Cañedo al norte de Ledesma, se ha atribuido repetidamente a época romana, no tanto por su propia fábrica, que parece muy modificada en época medieval, especialmente los tajamares, cuanto por la existencia asociada al puente de restos bien conservados de calzada, formando parte de una vía de comunicación entre las localidades de Ledesma y Zamora pasando por Fermoselle (Bletisama- Ocelo Dori). El puente, en su configuración actual, y salvando las dificultades inherentes siempre a la datación de estos monumentos, parece en su conjunto obra medieval, y los tajamares, escalonados y en forma de huso, de época moderna.
Sus cinco ojos de desigual tamaño, en la soledad del lugar, dejan caer al agua las lágrimas de sus viejos sillares, anunciando una muerte no muy lejana si no se pone pronto remedio a su paulatino deterioro.
Se trata de un puente de cinco arcos de medio punto, el central de mayores dimensiones, con cuatro tajamares aguas arriba, escalonados y de planta triangular. La fábrica es de sillería de granito, excepto los pretiles, de mampostería trabada con argamasa. Tiene 71 metros de longitud, 5,70 metros de altura máxima y anchura de 3,50 metros.
Calzada romana y BIC
Por la plataforma de puente, y en ambas riberas, se disponen restos bien conservados de calzada, de 185 metros de longitud en la ribera derecha, y 110 metros en la izquierda. La anchura de la calzada es variable, entre 2,60 y 3,90 metros, y el pavimento de losas irregulares de granito, de mayor tamaño en los lados, formando encintados.
La Junta de Castilla y León aprobó, el 29 de junio de 2000, la declaración del Puente Mocho como Bien de Interés Cultural con categoría de monumento. El entorno protegido está conformado por el paisaje agreste de la Ribera del Cañedo, que transcurre encajada por canchales graníticos, con dominio de vegetación de encinas y carrascos.
Se trata de una ruta corta desde la entrada, casi a escala carretera, no se tarda ni dos horas en ir y volver, y de recorrido fácil de realizar, ya que no tiene ninguna dificultad, ni de desniveles ni de estado del camino. Las pendientes de subida y de bajadas son de bajo porcentaje, salvo su tramo final pero de muy corta distancia. Y el recorrido no se realiza sobre un sendero, sino sobre un camino ancho. En el punto de partida del camino se encuentra un panel informativo de la ruta.