Los pavorosos incendios que arrasaron diversos parajes de Castilla y León tuvieron un epicentro en el más devastador, que se originó y quemó gran espacio natural de Monsagro. Por ello, el nombre de este pueblo, a orillas del río Agadón, dentro del Parque Natural de las Batuecas-Sierra de Francia, a un tiro de piedra del monasterio de la Peña de Francia, está asociado al fuego. Pero no todo es desolación. Monsagro es el centro de la Ruta de las Huellas Fósiles, donde es obligado realizar un paseo por los mares antiguos que inundaron estas tierras.
Retrocedemos en el túnel del tiempo para recordar que, según diversos estudios geológicos, hace unos 450 millones de años, este paisaje de montaña, aunque parezca difícil de creer, fue un fondo marino. Las duras peñas o rocas, que ahora forman las pedrizas, fueron arena sobre la que muchos seres vivos dejaron sus huellas, en lo que se llama icnitas o itnofósiles.
De una parte para acá, los habitantes han utilizado esas piedras para decorar las fachadas de sus casas. De esta forma, sin necesidad de subir a los riscos y pedrizas de las montañas, se puede realizar una ruta por las calles del pueblo, donde se observan todas las variedades posibles de fósiles marinos, destacando los trilobites, que había de diverso tamaño y los más numerosos.
Un océano helado
En aquellos tiempos, hablamos del segundo periodo de la era primaria, cuando los seres vivos solo se encontraban en el mar, un inmenso océano helado cubría casi en su totalidad la Península Ibérica, situada cerca del Polo Sur. En ese mar, de escasa profundidad, vivían infinidad de seres vivos, como los mencionados trilobites, que han desaparecido de la tierra, diversos tipos de gusanos, así como otras especies que integraban la vida, y que dejaron sus rasgos o huellas grabadas en las cuarcitas y arenas de los fondos marinos.
En el paseo por las bonitas calles de este pueblo serrano, conservado con su fisonomía típicamente de la sierra de Salamanca, se pueden apreciar diversas muestras de los fósiles en una especie de museo natural al aire libre. Así, pueden observarse diversos tipos de Crucianas, rastros que reflejan los rastros de los trilobites. También, los gusanos marinos están representados por las huellas de los Skolithos, conocidas como galerías verticales, que fueron las moradas de estos seres vivos y que, científicamente, se las conoce como Daedalus, que son estructuras verticales en forma de cono.
Pero si existe un lugar que destaca es la Calle Francia, donde la calidad y la variedad de huellas que adornan todas las fachadas y balcones, es un auténtico museo en todo su recorrido. También la calleja del Chorro, donde destacan las múltiples muestras de Crucianas o, mismamente, la calle Carreras. Todas son ejemplo de lo que fueron estas tierras hace decenas de millones de años y que, de una forma u otra, pero sobre todo las convulsiones de la tierra sufridas a finales del periodo ordovícico, que dieron un cambio radical a la forma de la tierra. En ellas, las laderas o valles o mares se convirtieron en montañas por efecto de fuertes presiones y altas temperaturas, y, por ello, el rastro o las huellas de muchos seres vivos marinos, quedaron sepultados entre diversas capas de diversa dureza, lo que da origen a los fósiles que, ahora, se pueden contemplar en Monsagro.
Centro de Interpretación
En 2018 abrió sus puertas el Centro de Interpretación de los Mares Antiguos de Monsagro. En el mismo se pueden ver gran cantidad de fósiles esencialmente marinos datados hasta en el periodo Cámbrico. Es decir, hace 640 millones de años.
Además, se puede aprender a interpretar los rastros fósiles que se muestran en las fachadas del pueblo e, incluso, sumergirse el visitante en un mar de hace 458 millones de años a través de la realidad virtual.
Pero el Centro de Interpretación va más allá. En el mismo se pude conocer la historia del planeta Tierra. Periodo como el Paleozoico, Mesozoico y Cenozoico se muestran ante el visitante a través de sus fósiles.
Además de este paseo por los mares antiguos, Monsagro ofrece otras interesantes propuestas, como es el museo etnográfico de la cultura tradicional y de la caza, las antiguas eras levantadas sobre muros, el recoleto puente de la Yunta o un baño en el charco de los Mozos. Imprescindible subir a la Peña de Francia, santuario de la Virgen Negra y espléndido mirador a 1.723 metros de altura, de toda Salamanca.
Monsagro es un remanso de paz, un lugar idóneo para vivir alejado de las prisas, los ruidos y los sinos de los nuevos tiempos. Unos parajes para envolverse con el silencio y la plácida naturaleza que aún, a pesar de la vorágine del fuego, aún se encuentra salvaje, y las cordiales gentes, que, por suerte, aún viven en el bucólico ambiente de un espacio rural.