Los restos de don Julián Sánchez 'el Charro', en un mausoleo a campo abierto en Peramato

Los restos de don Julián Sánchez 'el Charro', en un mausoleo a campo abierto en Peramato Luis Falcao

Salamanca

Los restos de Julián Sánchez García: dos mausoleos en Salamanca para 'el Charro' de la revolución

Julián Sánchez descansa junto a la muralla en la plaza de Herrasti de Ciudad Rodrigo, pero también hay restos bajo un pequeño mausoleo de piedra a campo abierto en Peramato.

6 octubre, 2024 07:00

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Una tarde clara, de esas que sólo se ven en las tierras salmantinas, un grupo de arqueólogos, historiadores y autoridades locales se reunió frente a una tumba marcada por la humildad de su monumento, era la ermita de Etreros (Segovia).

Unos restos que ahora reposan en dos mausoleos: Ciudad Rodrigo y Peramato. Su pueblo, Muñoz, y la alquería donde vino al mundo, Peramato, donde aún quedan restos de la casa donde nació, es guardián de algunos restos de Julián Sánchez. Un personaje esencial en las guerrillas antifrancesas que azotaron España a principios del siglo XIX.

El sacerdote e investigador Jesús Pereira Sánchez promovió el traslado de los restos de Julián Sánchez a Ciudad Rodrigo en 1910, con motivo del bicentenario del primer Sitio. Reposaban en la ermita de Etreros (Segovia), donde vivía 'castigado'.

Ermita de Etreros (Segovia), donde fue enterrado Don Julián Sánchez

Ermita de Etreros (Segovia), donde fue enterrado Don Julián Sánchez

Entró en contacto con el párroco entonces de Etreros don Antonio Balbuena, que le proporciona la partida de defunción. También le indica que desde 1834, en que es construido el cementerio, no se había producido ningún enterramiento dentro de la ermita, salvo un sacerdote.

En 1909 todavía vivía uno de los tres sepultureros y les indicó el sitio de dicha sepultura, afirmando que el cadáver junto al cual encontraron la espada, no fue extraído sino que lo dejaron como estaba. Por lo que dedujeron que la tumba era la de Julián Sánchez. El traslado no se puede producir y la empresa quedó suspendida.

El traslado a Salamanca

En 1980 se vuelve a retomar la iniciativa del traslado de los restos de Julián Sánchez García. El Obispado de Segovia autoriza la exhumación. Se realizan varias catas y en un ataúd se descubren los restos de una persona junto con lo que queda de un uniforme, por lo que se determina que es Julián Sánchez 'el Charro'.

Únicamente se conserva del cráneo la mandíbula. Los restos se trasladan a Salamanca y el 19 de enero de 1985 definitivamente se llevan a Ciudad Rodrigo, donde se encuentran actualmente. Pero por el camino, nos informan, se quedaron algunos restos, que reposan "donde corresponde, en las llanuras del Campo Charro, en Peramato".

Los arqueólogos encontraron, además de algunos huesos, una vieja espuela corroída por el tiempo, una reliquia de aquel símbolo que acompañó a Julián en cada incursión: el caballo, su compañero inseparable. También, un trozo de una bota campera se encuentra en Peramato, guardada como reliquia en un frasco de cristal.

Trozo de una bota de don Julián 'el Charro' en Peramato

Trozo de una bota de don Julián 'el Charro' en Peramato

Únicamente se conserva del cráneo la mandíbula, más huesos del esqueleto. Los restos se trasladan a Salamanca y el 19 de enero de 1985 definitivamente se llevan a Ciudad Rodrigo, donde se encuentran actualmente. Pero por el camino, nos informan, se quedaron algunos restos, que reposan "donde corresponde, en las llanuras del Campo Charro, en Peramato".

En esta alquería, que si antes pertenecía a Muñoz -pedanía de La Fuente de San Esteban-, ahora depende de Pelarrodríguez, aún podemos caminar por calles con empedrado de aquellos años y, también, observar en ruinas la casa donde nació don Julián, el lancero del Campo Charro.

El antes y el ahora de la casa donde nación don Julián Sánchez 'el Charro' en Peramato

El antes y el ahora de la casa donde nación don Julián Sánchez 'el Charro' en Peramato

Verdaderamente, el lugar de Julián Sánchez, el mayoral que recorría el Campo Charro a caballo con sus picas para manejar el ganado, es el pueblecito de Muñoz. Donde creció, suponemos que asistió a la escuela y se hizo mayoral. En el sitio existe un reciente rincón, a modo de homenaje, que recuerda a El Charro.

El Charro de la resistencia

Julián Sánchez García fue un hombre nacido para la libertad. Desde joven, destacó como jinete y hombre de campo, forjando su destreza en las sierras y llanuras de Salamanca. Su nombre, sin embargo, no pasaría a la historia sólo por su destreza ecuestre, sino por su papel en la resistencia durante la invasión napoleónica de 1808.

Partida de nacimiento en Muñoz y carta con firma de don Julián Sánchez

Partida de nacimiento en Muñoz y carta con firma de don Julián Sánchez

Con valentía y astucia, organizó una guerrilla de jinetes, aquellos forjados mayorales del Campo Charro, que sembraría el caos entre las tropas francesas, volviéndose una leyenda viviente entre los campesinos y un enemigo temido por los ocupantes.

El Charro, en su caballo negro, aparecía en las sombras y atacaba sin previo aviso. Era la encarnación de la rebelión española, alguien que conocía cada recoveco del campo, cada sendero olvidado y cada truco necesario para vencer en una guerra en la que las armas de los guerrilleros eran pocas -los lanceros- pero su determinación era imparable.

El héroe olvidado que resurge

Dos mausoleos de don Julián Sánchez, en Ciudad Rodrigo y en Peramato

Dos mausoleos de don Julián Sánchez, en Ciudad Rodrigo y en Peramato

Hoy, cuando se habla de Julián Sánchez 'el Charro', es fácil perder de vista la importancia de su figura en la historia española. Sus restos, exhumados en un acto de profundo respeto, nos recuerdan no sólo a un guerrero, sino también al pueblo español que, como él, luchó con uñas y dientes contra el invasor.

El Charro fue el líder de un grupo de hombres y mujeres anónimos, aquellos que pusieron sus vidas al servicio de una causa mayor, un símbolo de resistencia rural y de lucha incansable. Imaginarlos cabalgar en recios caballos por las extensas llanuras del Campo Charro, de Tamames a Arapiles, y de Muñoz a Ciudad Rodrigo.

Los huesos de Julián Sánchez ya no son sólo parte de la tierra que lo vio nacer, sino testigos eternos de la libertad y el valor. La crónica de su vida, inscrita ahora en esos restos, esté donde estén, nos invita a recordar que la historia de los héroes no se apaga con el paso de los siglos. Mientras haya quienes cuenten sus gestas, su legado seguirá cabalgando entre las leyendas.

En Salamanca, su nombre sigue siendo enaltecido en las plazas y caminos. Y aunque las tropas francesas hace mucho se desvanecieron, la memoria de Julián Sánchez 'el Charro', cabalga invicta a través del tiempo, ahora inmortalizada no sólo en las historias que se cuentan, sino también en los restos que nos devuelven el eco de su vida en Ciudad Rodrigo, Muñoz o Peramato.