La festividad de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos en la provincia de Salamanca, como en la casi totalidad de las provincias de Castilla y León, y más allá de las fronteras territoriales, tiene una gran relevancia cultural y emocional.
Estas tradiciones, enraizadas en el recuerdo de los seres queridos fallecidos, unen a las familias y a las comunidades en una muestra de respeto y memoria. Aunque el enfoque está en honrar a los difuntos, la festividad también se mezcla con costumbres y celebraciones populares, y en algunas zonas incluso se funde con elementos de la moderna fiesta de Halloween debido a la influencia cultural de los últimos años.
Noviembre se puede considerar como el mes de la despedida del ciclo anual. Tiempo en que se da la mano la alegría de Todos los Santos con el recuerdo de los Difuntos la jornada siguiente, con muchos ritos y costumbres en los pueblos, con visitas a los cementerios y el recuerdo del más allá.
Las costumbres, sobre todo las relacionadas con la religión y la superchería, se van relajando con el devenir de los tiempos, pero ahí están las creencias del mundo de ultratumba, los mensajes que llevan y traen a los que ya se han ido, el recuerdo de los muertos.
Especialmente, en tiempos pasados, el recuerdo y la oración por todos aquellos que no han alcanzado el cielo, por quienes se elevan plegarias, celebrándose misas de difuntos, aunque ahora ya no exista, por decisión papal, el Purgatorio.
Las castañas y matanzas
Pero también llega el mes de las castañas que, asadas, los calboches, dan calor en esas tardes y noches de fríos intensos. Y, al amanecer, comienzan las matanzas del cerdo, porque, como dice el refrán, 'a cada cerdo llega su San Martín'.
Son días de alegría por las viandas que ofrece el gorrino y por los bailes, tonadas y ritos que acarrea esta ancestral costumbre y, no menos, fiesta popular que, en estos tiempos, también se pierde en los pueblos quedando relegada a las fiestas matanceras de índole turística que poco tienen que ver con la tradición.
En Salamanca, como en muchas otras partes de España, el Día de Todos los Santos es un día en el que las familias visitan los cementerios para limpiar, decorar y poner flores en las tumbas de sus familiares.
Los cementerios de pueblos y ciudades se llenan de flores, especialmente de crisantemos, símbolo de la festividad. Es común ver a familias enteras en los camposantos, compartiendo historias y recuerdos, lo que convierte el momento en una ocasión especial de encuentro y de unidad.
Además de esta costumbre, Salamanca tiene otras tradiciones asociadas al día, como la degustación de dulces típicos de Todos los Santos. Entre ellos, destacan los huesos de santo (dulces de mazapán rellenos de yema o crema) y los buñuelos de viento, un dulce que se elabora con masa frita y relleno de crema, nata, o chocolate.
Estos postres, de raíces religiosas y populares, simbolizan la comunión con los difuntos y son parte esencial de la celebración porque, como en todo rito, la gastronomía es una parte esencial de la tradición colectiva.
En algunas localidades, pueden encontrarse rituales o eventos especiales, como representaciones de leyendas y tradiciones relacionadas con el más allá, o actividades culturales que rinden homenaje a la herencia y al folclore local.
En la noche previa, es decir, la noche del 31 de octubre, el día que El Mariquelo sube a lo alto de la torre de la Catedral de Salamanca, Halloween comienza a ganar terreno en ciertas partes de Salamanca, especialmente entre los jóvenes, que lo celebran con disfraces y decoraciones de temática tenebrosa.
Sin embargo, esta incorporación importada en los tiempos modernos no ha logrado desplazar el enfoque tradicional de la festividad de Todos los Santos, que sigue centrada en el respeto a los difuntos.
La festividad de Todos los Santos es un día de recogimiento, tradición y sabor local. La combinación de costumbres religiosas, sabores dulces y rituales antiguos, como 'La moza de ánimas' de La Alberca o Mogarraz, dan lugar a una fecha especial para recordar a aquellos que ya no están, mientras se fortalece el vínculo familiar y comunitario en una atmósfera de respeto y homenaje.
Los Fieles Difuntos
La Conmemoración de los Fieles Difuntos, popularmente llamada Día de Muertos o Día de Difuntos, muy celebrada en países como México, donde la muerte es venerada, es una celebración cristiana que tiene lugar el día 2 de noviembre.
El objetivo de esta fecha religiosa es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y, especialmente, por aquellos que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio, cuando existía.
En España, dentro de la tradición católica, se realiza una visita a donde yacen los seres queridos, a los que les dejan flores en las tumbas y se realizan diversos ritos religiosos, como rezos, responsos y bendiciones con agua bendita.
En la provincia de Salamanca, el Día de los Difuntos se celebra de una forma especial que mezcla las tradiciones religiosas católicas con costumbres locales llenas de solemnidad y respeto hacia los antepasados.
Aunque la celebración en Salamanca guarda similitudes con otras festividades del Día de los Muertos en España, tiene matices propios, como el culto a las almas y la visita a los cementerios para rendir homenaje a los difuntos.
Una de las tradiciones más particulares en Salamanca es la celebración de las 'Ánimas', en la que se realizan procesiones nocturnas en ciertos pueblos como La Alberca o Mogarraz, con faroles y antorchas, en un ambiente de respeto y espiritualidad.
Esta tradición representa el paso de las almas al más allá, y se invita a los asistentes a reflexionar sobre la finitud de la vida. Además, en algunas zonas rurales, es común que los vecinos preparen pequeños altares en sus hogares con fotografías y velas encendidas, recordando a sus seres queridos de manera íntima.
En cuanto a la gastronomía, los 'huesos de santo' y 'buñuelos de viento' son dulces típicos en estas fechas, especialmente populares en Salamanca. Estos postres, de origen medieval, simbolizan la dulzura de la vida y el recuerdo de los difuntos.
También es común que, durante estas fechas de recuerdos y emociones, las familias se reúnan a compartir la 'limonada de muertos', una bebida típica que suele prepararse en esta época con vino, frutas y especias.
La celebración de los Difuntos en Salamanca es una mezcla de respeto, devoción y tradiciones profundamente enraizadas, donde las comunidades, tanto rurales sobre todo, como las urbanas, muestran un gran amor y dedicación hacia la memoria de sus ancestros. La festividad no solo es un momento de reflexión, sino también una reafirmación de los vínculos familiares y de comunidad.
Y llega Halloween
Halloween tiene su origen en una festividad céltica conocida como ‘Sam Hain’, que deriva de irlandés antiguo y significa fin del verano. Los antiguos británicos tenían una festividad similar conocida como ‘Calan Gaeaf’. En el ‘Sam Hain’ se celebraba el final de la temporada de cosechas en la cultura celta y era considerada como el ‘Año Nuevo Celta’, que comenzaba con la estación oscura.
Los antiguos celtas creían que la línea que une a este mundo con el Otro Mundo se estrechaba con la llegada del ‘Sam Hain’, permitiendo a los espíritus (tanto benévolos como malévolos) pasar a través.
Los ancestros familiares eran invitados y homenajeados mientras que los espíritus dañinos eran alejados. Se cree que el uso de trajes y máscaras se debe a la necesidad de ahuyentar a los espíritus malignos. Su propósito era adoptar la apariencia de un espíritu maligno para evitar ser dañado.
Otra práctica común era la adivinación, que a menudo implicaba el consumo de alimentos y bebidas. Cuando tuvo lugar la ocupación romana de los dominios celtas la festividad fue asimilada por éstos.
Aunque ya celebraban los últimos días de octubre y primeros de noviembre una festividad conocida como la 'fiesta de la cosecha", en honor de Pomona (diosa de los árboles frutales), se mezclaron ambas tradiciones. Las manzanas eran muy populares y pronto formaron parte de las celebraciones.
Ritos en la provincia
Los pueblos salmantinos, sobre todo en La Ribera, Sierra de Gata y la Sierra de Francia, por cierto, lugares con reminiscencias celtas, siempre han sido muy proclives a ritos y costumbres muy arraigadas, bien por su geografía de difícil acceso, bien por su lejanía de los centros culturales de la época correspondiente.
El hecho es que las celebraciones y recuerdo a los muertos han sido siempre motivo de respeto y no menos temor por parte de sus familiares. Comenzaban el día anterior, Festividad de Todos los Santos, con las vísperas que se cantaban en la iglesia parroquial a continuación de un rosario o un responso y con la procesión en sufragio de los difuntos alrededor del templo.
Durante todo ese tiempo comenzaban a doblar las campanas, que producía pánico a los más pequeños, porque antes de anochecer comenzaban los lúgubres tañidos que se repetirían de tiempo en tiempo a lo largo de toda la noche. Era el toque a muerto.
Son muchas las leyendas que abundan en los pueblos relacionadas con historias o vivencias acontecidas en los cementerios. Historias que a los más pequeños gustaba que los abuelos contaran al calor de la lumbre en las noches frías y de niebla en noviembre.
Estos recuerdos a los muertos no solo eran la leyenda del abuelo, sino también los ritos que se celebraban, con características propias en muchos lugares, pero con denominadores comunes como hablarles y llevarles a la tumba aquellas comidas o ‘antojos’ que tenían en vida.
Recuerdo, concretamente en Villarino de los Aires, mi pueblo, a una familia que, junto a ramos de flores, le ofrecían en la tumba a sus familiares difuntos tabaco, comida y vino. O más cerca, mi propia madre cuando iba con 'marauz', hierbabuena, a la tumba de mi padre, que gustaba de esta planta siempre en su boca.
Como también ritos religiosos en las iglesias con el canto de las 'Rejinjonias', una especie de canto que se hacía en los funerales o entierros en latín y en las novenas de difuntos:
Regem, cui omnia vivunt, Venite adoremus.
Venite exultemus Domino, iubilemus Deo
salutari nostro: praeoccupemus faciem eius
in confessione: et in psalmis iubilemus ei.
Regem, cui omnia vivunt, Venite adoremus.
Quoniam Deus magnus Dominus, et rex
magnus super omnes deos: quoniam non
repellet Dominus plebem suam: quia in
manu eius sunt omnes fines terrae: et
altitudines montium ipse conspicit.
Venite adoremus.
Como también lo era tocar a muerto todas las noches en las novenas de difuntos o esos sermones que inducían al temor y traían la muerte como el castigo, el fuego eterno y el rezo a la Ánimas del Purgatorio, que ahora, con un dictamen papal, ya no existe.
Muchos recuerdos, muchas leyendas y muchos temores de todos aquellos que ya no están pero anidan en el corazón de cada uno de nosotros. Sin embargo, en su esencia, la festividad de Todos los Santos, a pesar de las modernidades y los nuevos tiempos, sigue siendo una ocasión para honrar y recordar a los seres queridos que ya no están.