isaac barrientos opinion articulo valladolid 1

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Valladolid

El futuro pasa por el ciclocarril

9 junio, 2017 19:17

Valladolid es una ciudad ideal para ir en bicicleta, cumple gran parte de los requisitos que una urbe debe tener para que el transporte a base de pedales triunfe como un pilar esencial de la movilidad. Es llana casi en su totalidad, las distancias son asumibles y los días de lluvia son más bien ocasionales.

Para que la ciudad a orillas del Pisuerga termine teniendo similitudes con sus homólogas belgas o alemanas y las personas que utilizan la bici sean algo generalizado hacia, hace y hará falta una apuesta decidida por las infraestructuras que lo faciliten.

El carril bici aparece en el imaginario popular al abordar con seguridad el fomento de la bicicleta como vehículo urbano. Una opción que en Valladolid está a medio camino entre una prolongación de la acera para peatones en la mayoría de los casos y el arcén de la carretera acotado para el paso de ciclistas (como en una parte de la avenida Salamanca).

Contando con espacio en la vía, como en el caso de las avenidas, los paseos junto al Esgueva o Pisuerga, es la fórmula idónea, una manera de circular en bici con gran seguridad y que combina también con la opción del ocio. Pero tampoco está exenta de algunas pegas, como la dificultad de conciliar el espacio con los peatones en algunos puntos donde la invasión del carril bici es habitual o la poca eficiencia del trazado como ocurre en la avenida Salamanca.

El carril bici es esencial para confeccionar un anillo verde que circunvale la ciudad y que permita tejer en su interior otras alternativas para el trayecto en bici. Desde muchos de estos tramos de carril bici es sencillo llegar a casi cualquier barrio y en su interior circular por calles donde el tráfico rodado es más pausado, calles de un carril y un sentido en zonas residenciales donde la bicicleta encuentra su espacio con facilidad.

Sin embargo esa tranquilidad del tráfico desaparece en el centro de la ciudad, donde el trasiego de vehículos es permanente y la velocidad va siempre rozando el límite. Calles que atraviesan la zona histórica y en las que las vías peatonales se entrelazan con las que acaparan buena parte de las conexiones rodadas entre los diferentes puntos de Valladolid.

La dificultad para encontrar en la mayoría de ellas espacio para que el carril bici pueda convivir con el aparcamiento y las aceras hace necesaria la búsqueda de otra alternativa. Evidentemente, la bici puede circular por la carretera con normalidad, conviviendo como se ha hecho siempre con el resto de vehículos, pero para un mayor crecimiento del transporte en bici es necesario que la sensación de seguridad se amplíe y que se haga visible el derecho de las bicicletas a circular sin ser intimidadas.

Ahí juega un papel clave el nuevo ciclocarril impulsado por la Concejalía de Movilidad y Seguridad que desde el puente del Poniente confecciona buena parte de esa conexión entre los carriles bici de las avenidas que bordean el centro con las calles del corazón de la ciudad. Tardarán tiempo los conductores en comprender que ese carril, además de preponderar que la bicicleta circule por el centro con garantías, también pretende disminuir la velocidad, regulando ese paso a 30 kilómetros por hora.

Ya me han llegado en estas últimas semanas desde que comenzó esta medida algunas dudas sobre la seguridad que puede otorgar este modelo a los ciclistas urbanos. Evidentemente ofrece menos que el clásico carril bici, pero aumenta sustancialmente la percepción de tranquilidad para el ciclista que ve reforzada su presencia en la calzada con la señalización sobre el asfalto.

Una calle de Lausanne (Suiza).

Mucho trabajo tiene aún por delante Luis Vélez (titular del área) para que Valladolid acabe pareciéndose, por ejemplo, a Lausanne (Suiza) donde al igual que en numerosas ciudades centroeuropeas, a menudo la bici no se encuentra ni tan siquiera con direcciones prohibidas. Una opción que bien señalizada permite que el trayecto en bici sea aún más rápido que en cualquier otro vehículo.

Quizá esa variable sea casi una utopía en Valladolid, antes aún queda camino pendiente, por ejemplo, en Isabel la Católica. Pero la utopía, como decía el maestro Eduardo Galeano, debe servir para caminar hacia ella, para evolucionar y progresar, y si es dando pedales, mejor.