El sueño truncado de ser modelo tras un trayecto fatal en coche
La vallisoletana nos cuenta como se produjo el fatídico accidente de aquel 12 de mayo de 1995, en el Camino Viejo de Simancas, que la dejó postrada ya de por vida en una silla de ruedas. Mari Paz conciencia ahora con charlas en colegios, institutos y otros centros para ensalzar la importancia de la seguridad vial
24 octubre, 2021 07:00Noticias relacionadas
Tras conocer el testimonio de Aitor Martínez, con aquel trágico accidente tras una ruta en bicicleta que acabó con la vida de Jesús Negro, y el de Rodrigo García de Pablos que sufrió un desgraciado accidente con su moto minutos antes de entrar a trabajar, hoy nos centramos en la historia de Mari Paz González Gallego.
Nacida en Valladolid pero con raíces segovianas, esta luchadora de la vida es polifacética. Ahora, tras el accidente, es profesora de Educación Vial. Antes, trabajó como azafata de congresos, también de modelo fotográfico en Telecinco y con María Teresa Campos. Además ha estado como empleada en una imprenta y ha competido en doma.
El accidente que sufrió el pasado 12 de mayo de 1995, cuando era adolescente, le impidió cumplir el mayor de sus sueños, el de ser modelo. Sin embargo, Mari Paz mira al futuro con optimismo y busca sacar adelante a Esteban, su pequeño, mientras da charlas en diversos centros para ensalzar la importancia de la seguridad vial.
Un 12 de mayo de 1995 fatídico
“Recuerdo que ese día venía de una revisión médica porque en septiembre del año pasado me habían dado dos paros cardiacos provocados por las alergias. Estuve dos meses ingresada porque con la adrenalina me quedé ciega. Mi médico me dijo que me tomara un año sabático y mi madre, hace cuatro semanas, se había enfrentado a una operación durísima. Ella fue la que me dijo: “Vete con tu hermano y olvídate un poco de lo que está pasando”, nos cuenta Mari Paz.
Nuestra entrevistada narra, de primera mano, cómo vivió el brutal e impactante momento del accidente. Fue en el Camino Viejo de Simancas, ese 12 de mayo de 1995 negro ya para la familia, cuando tras pasar un stop, a su hermano le patinó el coche de atrás, para impactar contra un guardarraíl y volcar. En el turismo, sin cinturones de seguridad en la parte de atrás (era un Renault 5 antiguo) marchaban cuatro personas.
“En el impacto, al no llevar cinturón, volé. Noté un golpe tremendo en el pecho, también en la espalda. Partí el cristal con el brazo, las cicatrices que tengo son tremendas. Quedé aprisionada debajo del coche con medio cuerpo dentro y medio fuera. Me chorreaba la gasolina que me estaba quemando en aquel momento”, añade emocionándose mientras salen las palabras de su boca.
Mari Paz añade que oía, mientras estaba atrapada bajo el vehículo: “¡Ismael está muerto, Ismael está muerto!” y corrió en busca de su hermano, librándose de su particular cárcel bajo el turismo. “Recuerdo que comencé a correr en su búsqueda pero caí desplomada y no podía mover ni brazos, ni piernas ni nada. Fue ahí cuando nos llevaron al hospital”, añade.
Una dura recuperación
Cogieron en brazos a nuestra protagonista, que pudo ver como en otra ambulancia trasladaban a su hermano y a otro de los ocupantes del vehículo y escoltados por la Policía fueron hasta lo que ahora es el Antiguo Edificio Rondilla, mientras ella comunicaba a los sanitarios sus alergias y pedía tacto para comunicar lo ocurrido a su madre, recién operada.
“En la residencia había mucho alboroto cuando llegué, eso sí que lo recuerdo perfectamente. La rabia o la pena de todo esto es que tu cerebro lo guarda todo. Tengo metidos en la cabeza todos los gritos de ese día. Lo único positivo es que de los cuatro que íbamos en ese trayecto en el coche, no falleció ninguno”, apunta González Gallego.
Esta valiente de la vida nos cuenta que “nadie le informó de las lesiones” fue ella la que a la llegada de sus padres a la residencia les dijo: “me he quedado en silla de ruedas” ya que ella sentía que no podía mover sus piernas. De ahí, a dos meses de coma.
Mari Paz añade que ese periodo fue muy duro porque “oía todo lo que ocurría a su alrededor” y apunta que “al despertar se acordaba de todo el dolor que se respiraba cerca de su cama”. Apunta además que tuvo que aprender a respirar de nuevo tras despertar y que fue trasladada al Hospital de Parapléjicos de Toledo.
“Estuvimos en Toledo siete meses. Me dieron el alta en la Navidad de 1996 y empecé a recuperar la movilidad en los brazos. A mi madre le reproché que no me hubiera desenchufado durante la rehabilitación. Ella me dijo que dejara de ser egoísta y pensara en mi padre o en mi hermano, que era el que conducía y se sentía culpable del accidente. Pese a estas palabras, el intento de suicidio no te lo quita nadie. Es una situación muy dura”, confiesa.
Un cambio de vida radical tras el accidente
Mari Paz nos cuenta que en su casa “ha habido un antes y un después desde el accidente”. La enfermedad de su madre se iba asumiendo pero el siniestro dio un golpe duro a la familia. Más duro aún cuando su hermano fallecía hace siete años, con solo 41 primaveras, y su padre hace dos. “El entierro de mi hermano ha sido el momento más duro de una vida que no ha sido nada fácil”, asegura.
Tras el accidente y postrada en una silla de ruedas empieza una nueva vida para ella. “Antes del accidente tienes una libertad de la que no voy a poder volver a gozar. Maldices todos los días de tu vida la silla de ruedas aunque sea el único objeto que permita que me mueva. Cuando llega el 12 de mayo prefiero tener la agenda muy ocupada y olvidarme que estamos en ese día porque me entra una sensación de rabia y tristeza tremenda”.
Mari Paz añade que con 17 años tenía “muchos proyectos de vida”. Solo cinco días antes del accidente celebró su cumpleaños con su familia y amigos brindando por un “buen año que se tornó en negro”.
“Tenía mis sueños, mi vida. Quería ser modelo. Tenía altura, medidas… todo. Mis padres no me dejaban meterme en el mundo hasta que no tuviera la mayoría de edad pero yo quería intentarlo y que fueran los profesionales los que me dijeran no vales para esto”, confiesa nuestra protagonista.
Una prometedora carrera como modelo que quedó truncada por el accidente.
Una labor de concienciación imprescindible
Hace 15 años, Mari Paz entra a formar parte de AESLEME, primera Asociación de Personas con Lesiones Medulares que han sufrido siniestros viales, que lleva concienciando a la población de la seguridad vial desde hace 31 primaveras.
Ella da charlas por colegios, institutos, y autoescuelas. En la actualidad lo hace en un total de ocho repartidas por las provincias de Valladolid, Segovia, Zamora y Ávila y coincidió con Aitor Martínez en una de ellas. Ahora hacen un tándem único requerido por muchos para que cuenten su experiencia.
“El fin que perseguimos es el de contar nuestro testimonio. Que a ellos les llegue y enseñar que esto es evitable dando las pautas precisas para que estos accidentes se puedan evitar. Si estás en un curso por alcohol, o por coger el teléfono móvil mientras conducías, piensa que la vida te ha dado una segunda oportunidad que no me ha dado a mí, por ejemplo”, añade.
Mari Paz confiesa, antes de finalizar la entrevista que su vida “ha sido bastante complicada desde que tenía ocho años por diferentes motivos” pero añade que hay que “superar todas las piedras que vengan en el camino”. “No porque te duela un pie te tienes que estar quejando. La vida es bella aunque la hagamos complicada”.
Esta campeona termina asegurando que su objetivo es “sacar adelante a su hijo y ser feliz cinco minutos al día”. Esperemos que así sea porque se lo merece.