San Juan de Dios gana un premio nacional de buenas prácticas por un proyecto inclusivo
El centro cuenta con un sendero verde que convierte al alumnado con discapacidad intelectual en monitor de la actividad y enseñar a los escolares de colegios ordinarios
18 diciembre, 2021 12:57El Centro de Educación Especial (CEE) San Juan de Dios de Valladolid ganó el Premio de Buenas Prácticas a la Educación Inclusiva, que entrega el Ministerio de Educación, por un proyecto desarrollado en sus instalaciones que promueve una conciencia ecológica sostenible, sensibilizada con el cuidado y protección del medio ambiente. Todo ello gracias a un sendero verde de 2.500 metros acondicionado para el aprendizaje y también accesible en silla de ruedas. La iniciativa convierte al alumnado con discapacidad intelectual en monitores y guías de la actividad y enseñar a los escolares de colegios ordinarios todo lo relativo a 30 especies vegetales que circundan el circuito.
Recogerá el galardón el lunes en el Centro Cultural Miguel Delibes, donde se pondrá en valor que el proyecto da a conocer además la biodiversidad y otras iniciativas sostenibles que se desarrollan en el colegio vallisoletano en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.
Tres profesores del colegio están involucrados en el proyecto, que se encargan de formar al alumnado con discapacidad intelectual para que éste, más tarde, lo haga con los escolares que acuden al centro. Una de estas docentes es Lourdes Casas, explica a Ical que la tecnología les ha permitido “hacer accesible cognitivamente los contenidos que se presentan a través de tablets, con los que generan códigos QR en la identificación de las especies junto a cada una de ellas y eso ayuda a los alumnos cuando actúan como monitores”. Son los propios escolares del centro los que elaboran y preparan el material necesario para la actividad.
La actividad llama la atención de numerosos centros escolares ordinarios que, hasta la irrupción de la pandemia, solicitaban su participación para niños de Educación Primaria y Secundaria. “Se organiza una actividad de tres horas: senderos adaptados o reconocimiento micológico, entre otros, pero lo importante es que el rol de guía se sitúa sobre una persona con discapacidad”, destaca. Precisamente, la ayuda de la tecnología ayuda a que el alumno “no tenga que memorizar grandes datos porque en el QR está el nombre de la especie, su tipo de hoja y características”. “Es muy interesante porque ellos se lo cuentan y los niños anotan todo”, reseña.
Además, los participantes evalúan al final el trabajo a través de escritos, encuestas, redacciones o dibujos. Gracias a ello el centro se encuentra en un “proceso de mejora continua”.
Tras el sendero, todos interactúan juntos en varios juegos, como un pasapalabra, murales, con un “recreo para que socialicen como quieran, jugando también al fútbol...” Después del paso de alrededor de 1.500 escolares por la actividad durante los cinco primeros años, todo eso se truncó con la llegada de la pandemia. Por eso, con el inicio del pasado curso escolar se activó el propio sendero de forma virtual, en 360 grados. “Creamos un scape room, se lo mandamos a los coles, adaptado a sus centros. Les hacemos un sendero con sus imágenes y las nuestras y aprenden especies y reconocen las que tienen en sus patios. Ha sido el último miniproyecto para darle continuidad en esta etapa de educación presencial, pero sin juntarse”, relata Casas.
Mostrar sus capacidades
En resumen, el objetivo era encontrar una actividad en el que las personas con discapacidad demostraran su “capacidad para mostrar sus conocimientos y ejercieran un rol protagonista en el que ellos aportaran”. La experiencia para el alumnado es de “éxito en cuanto a su autoestima”, porque ponen en práctica “habilidades sociales para desenvolverse”. A ello se suma, incide la profesora, que los niños que participan de otros centros “responden muy bien y ponen en valor a la persona con discapacidad, pues le mandan evaluaciones siempre positivas”. “Valoran que aprenden gracias a estas personas, no se fijan en la discapacidad”, ensalza.
El Premio que el CEE San Juan de Dios recogerá el lunes coincide en el tiempo con otros que consiguieron en junio sobre Ecoinnovación, de Endesa. El de Buenas Prácticas a la Educación Inclusiva, dotado con 10.000 euros, lo han obtenido ex aequo con el CEIP Isidro Almazán de Guadalajara.
Además, en la modalidad de Buenas Prácticas al Desarrollo Sostenible, el Premio del Ministerio recayó en el CEIP La Pradera de Valsaín (Segovia), con el proyecto 'Próxima estación ODS 2030: Un camino muy real'; mientras que el de Buenas Prácticas en la Mejora del Éxito Educativo, se otorgó, también ex aequo, al CEIP San Esteban de Ávila, con el proyecto 'Al compás de IKIGAI'.