"No lo intentes, te vamos a encontrar": mensaje del CSI Valladolid a los delincuentes
La Brigada de la Policía Científica de Valladolid abre sus puertas a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León y le muestra algunos de sus secretos
6 marzo, 2022 07:00La inspectora jefa, Mónica Martín Bragado, los inspectores Ignacio Nieto y José Carlos Da Silva, los oficiales de policía Javier Pérez y Marta Hernández y el policía Luis Martínez. Todos ellos podrían ser los protagonistas de una novela negra o una serie de televisión al estilo de la americana CSI. Pero no lo son. Son parte de la veintena de personas que forman la Brigada de la Policía Científica de Valladolid que, cada día, trabajan para poner nombres y apellidos a los delincuentes que actúan en la provincia y resolver todos los delitos que necesitan de su trabajo. Personajes reales que realizan una minuciosa labor para encontrar cualquier tipo de pista o de prueba que facilite el trabajo de sus compañeros.
Su sede, en la Comisaría de Policía Nacional de la calle Gerona, ocupa prácticamente una planta de uno de los edificios. Ordenadores, despachos, un laboratorio o distintos utensilios para su trabajo están repartidos por las diferentes salas en las que dividen, por áreas, distintas tareas siempre dirigidas a resolver, con indicios, lo que ha podido suceder.
“Somos una rama dentro de la Policía Nacional que se encarga de la investigación técnica policial de los delitos y los escenarios de los delitos para aportar pruebas incriminatorias que se puedan presentar en el procedimiento judicial”, declara Mónica Martín Bragado. La Inspectora Jefa, jefa de la Brigada Provincial de la Policía Científica de Valladolid espera, a dos periodistas de EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León, en las oficinas que ocupa su departamento para dar a conocer qué labor desempeña y algunos de los ‘secretos’ de su trabajo.
“En Valladolid estamos 20 personas en la Brigada, todos con años de experiencia siendo especialistas en diferentes áreas. Trabajamos a diario ya que intervenimos en prácticamente en todos los delitos, especialmente aquellos que dejan vestigios”.
En Valladolid la Brigada trabaja en tres áreas: identificación (reseña biométrica de los detenidos, de personas solicitantes de protección internacional denominados asilados, identificación de cadáveres y el sistema automático de identificación de huellas dactilares), criminalística (balística y documentoscopia- informes sobre falsedad documental y grafoscopia- y un tercer área en la que se agrupan las investigaciones técnicas, , donde se incluye la investigación de incendios, delitos violentos, inspecciones oculares e investigación de grandes catástrofes, así como un laboratorio de revelado químico.
La Brigada de Valladolid está acreditada por la ENAC en dos áreas, tanto en la de identificación como en la de revelado químico. “Esa acreditación se ha concedido en base a la norma ISO 17025 “lo que supone que actuamos de acuerdo con unos procedimientos, llevamos a cabo unos registros de todos los trabajos y actividades, validamos periódicamente la cualificación de nuestros especialistas y mantenemos actualizada la verificación y mantenimiento de nuestros equipos”.
Su misión diaria
¿Qué es lo primero que hace la Policía Científica? Lo primero es realizar una inspección ocular de la escena del delito. “Se acude para realizar un examen del escenario y buscar cualquier tipo de indicio que pueda servir para la investigación”. Así lo explicó el oficial de policía Javier Pérez. Especialista en estas tareas, así como en balística, su labor consiste en analizar cada rincón del lugar para encontrar los rastros que se hayan podido dejar tras la infracción.
Para ello “la experiencia” su mejor arma, dejando la intuición para las películas. “En cualquier lugar puede haber indicios” y una vez encontrados “también nos ocupamos de recoger esas pruebas para traerlas al laboratorio”. Esa tarea necesita también de una minuciosidad exquisita y el cumplimiento de un protocolo estricto para que no haya ningún tipo de contaminación que altere el resto de la investigación.
Una vez recabadas, se trasladan hasta su sede en la que empieza el trabajo de identificación. En el caso de las huellas, por ejemplo, la labor de laboratorio es fundamental. Allí, la oficial Marta Hernández es una de las responsables de sacar a la luz, por ejemplo, las huellas dactilares encontradas. El laboratorio entra en juego. Una ‘cocina’ en la que el uso de reactivos, colorantes y productos químicos es imprescindible.
Lo mismo que una especie de hornos en la que, “en función de la superficie en la que se halla utilizamos unos u otros vaporizando los objetos con una serie de productos que hacen salir a la luz las huellas”. A partir de ahí, se utilizan diferentes líquidos “dependiendo de lo que se quiera lograr”. Y pese a que se pueda pensar que es un paso inmediato “hay que tomarse tiempo para que después lleguen al SAID y se puedan cotejar con las bases de datos que poseemos”. La tarea es lenta, detallada, muy meticulosa y en la que es necesaria mucha paciencia.
El sistema clásico y a la vez más importante
En ese momento es cuando entra en juego el trabajo del inspector Ignacio Nieto, jefe del grupo de identificación. “En el SAID, sistema automático de identificación dactilar, una de las secciones clásicas y aún hoy más importante” lo que se hace es la identificación de huellas dactilares.
“Aquí hay un doble flujo en el sistema. Uno hace la reseña de detenidos, que es la identificación de todas las personas que entran en comisarías y el otro es el de las huellas latentes. Esta última recoge las huellas reveladas en inspecciones oculares”, aclaró.
El SAID es una gran base de datos de huellas dactilares que permite no solo identificar a delincuentes, sino también para reconocer la identidad de cadáveres, personas amnésicas o las que llegan a un hospital sin documentación. “Hace una labor social muy importante”.
En esa base de datos están las personas que han sido detenidas a efectos policiales. Bien es cierto que hay otros flujos de menores o asilados e incluso se podría crear una gran base en el caso de una gran catástrofe para poder identificar a las víctimas.
¿Y como se realiza una identificación? En el ordenador se introduce una huella fotografiada y redimensionada que se haya encontrado en el escenario de un delito. No hace falta que sea total, con una parte de ella valdría, y se coteja con la base de datos. “El sistema trabaja con un algoritmo de puntos y da unos porcentajes de similitud. No trabaja con nombre y apellidos ni ningún tipo de filiación”. En la legislación española, con doce puntos que coincidan entre ambas huellas ya serviría como identificativa del posible delincuente.
Una vez dado ese paso se acude a una base de datos diferente que ya sí permite ver la filiación de la persona. Así, lo que hace la Policía Científica es revelar que la huella está en el lugar del delito, pero “no decimos que sea el autor”. De eso ya se ocupan los grupos de investigación que son “los que tienen que explotar la información forense”.
Y hay que aclarar, una vez más, que las huellas nunca son iguales entre dos personas distintas “ni siquiera en el caso de hermanos gemelos univitelinos”. Lo mismo que sucede con la de las orejas. Otro sistema que se usa en esta Brigada y en la que Valladolid es una de las pioneras. Técnicamente se conoce como identificación por otograma.
En Castilla y León trabaja uno de los precursores de esta técnica en España, el inspector José Carlos Da Silva, también responsable del grupo de delitos violentos, grandes catástrofes e incendios.
Sí, los incendios. Porque a diferencia de lo que pueda parecer, son los cuerpos policiales y en concreto las unidades de policía científica, quienes se encargan de la investigación de los incendios a nivel nacional y auxiliados en ocasiones por el cuerpo de bomberos.
Delitos violentos
“En el caso de los delitos violentos, en coordinación con el grupo de homicidios, nos encargamos de toda la investigación, lo mismo que cuando por ejemplo se produce un atraco”. De hecho, por ejemplo, su labor fue fundamental en el caso del homicidio de la Circular en la que la investigación del grupo de homicidios contó con el apoyo de la Policía Científica “durante aproximadamente un año y medio”. “Somos un complemento y apoyo para todo lo que necesitan nuestros compañeros de homicidios”.
Afortunadamente, en Valladolid, nunca se ha producido una gran catástrofe, pero si fuera necesario “tenemos un protocolo coordinado con el Instituto de Medicina Legal y Forense para que se pueda identificar, en el menor tiempo posible, a las víctimas que se hayan producido”. Incluso está establecido el lugar al que se llevarían las víctimas en el caso de que fuera necesario, así como los procedimientos y los equipos humanos y técnicos necesarios para efectuar una identificación rápida y fiable tanto de cadáveres como de heridos desplazados a los hospitales. Nada queda a la improvisación y todo está perfectamente establecido.
Por eso cuentan con unos equipos con los que acuden a los lugares en los que se les requiere en los que llevan “diferentes equipos de protección individual para evitar la contaminación de las escenas delictivas, equipamiento de fijación fotográfica digital en 2D y 3D, material de recogida de vestigios y diferentes herramientas, como por ejemplo linternas “de distintas longitudes de ondas y cada una nos sirve para evidenciar distintos tipos de vestigios”. Sangre, semen, pelos o fibras quedan a la vista de estos aparatos para después “realizar la recogida de las muestras”.
O el luminol, tantas veces visto en las películas, que es un reactivo que “reacciona ante la presencia de sangre o de sus posibles restos”. Porque por mucho que se limpie “reacciona emitiendo una luminiscencia azul en total oscuridad”.
Además, llevan maletines de señalización ya que cada vestigio que se encuentra se tiene que señalar individualmente y así garantizar la cadena de custodia hasta que llegue al juicio. Una fase en la que también se cuenta con su presencia al acudir como peritos.
En el caso de los crímenes hay una parte complicada para cualquiera y es separar lo profesional de lo emocional. Da Silva explicó que “al final es cuestión de experiencia” aunque también reconoció que “hay casos muy delicados, sobre todo cuando afecta a niños, que son los casos más duros”. O el caso que le tocó vivir en Valencia en 1997 después de la explosión de un barco en el puerto del municipio en el que murieron 18 trabajadores. “Teníamos los cadáveres, dispuestos para su identificación en un hangar del puerto y entró el hijo de uno de los fallecidos que rápidamente se tiró hacia el cuerpo de su padre y le suplicó de forma desgarradora que se despertara a la vez que le abrazaba y es algo que por muy duro que quieras ser, nunca se te olvida y te toca mucho emocionalmente”.
Lo que sí le llena de orgullo es que en Valladolid el número de delitos violentos sin resolver es casi nulo. Porque en la provincia los criminales lo tienen muy complicado “o al menos eso intentamos”.
Balística e incendios
Dentro de las funciones de la Brigada también está la de la investigación de la balística, concretamente de la operativa. “Recibimos armas requisadas por las distintas unidades para realizar un peritaje y comprobar su operatividad o para analizar las vainas (casquillos), así como balas testigo y remitirlas después a la Comisaría General”. Así lo indicó Javier Pérez quien aclaró que así “se puede saber si están relacionadas con otros hechos delictivos”.
Porque lo mismo que sucede con las huellas dactilares, cada cartucho que se dispara “en su vaina quedan reflejadas unas marcas que son identificativas porque todas las armas tienen micro lesiones que deja unos rastros muy evidentes”. De esa manera, por ejemplo, si se localiza un revolver en Valladolid que se usó en un delito en Sevilla, se puede relacionar al poseedor del arma con el hecho. O al menos con la presencia de ese aparato en el delito. Además, dentro de sus funciones, en el caso de un tiroteo, “analizamos su trayectoria, altura, distancia y posibles autores”.
Dentro de esas armas hay muchas que son de fabricación casera. Una cachava que en su interior escondía el mecanismo de una escopeta. O un tubo metálico que con un percutor puede disparar balas. Instrumentos que se analizan y se inspeccionan, a la ves que se requisan, para que no pongan aún más complicada la tarea de los agentes.
Un trabajo que, en el caso de los incendios, también entra en sus funciones. Al contrario de lo que se pueda pensar es la Policía Científica la responsable de analizar las posibles causas en un siniestro de este tipo. “Es una de las especialidades más complejas y duras. Como Policía Judicial se tiene que investigar y llegar al fondo de las causas de los incendios en que se sospeche que pueda tener tipología criminal”, puntualizó Ignacio Nieto. Incluso, aunque al final se concrete que ha sido accidental, se investigan las causas de todos aquellos incendios de grandes dimensiones y los que hayan supuesto graves perjuicios o puesto en peligro a personas.
La inspección de un incendio, como puede ser la de un vehículo o de un espacio reducido, es más sencilla, pero hay otros, que son estructurales, como puede ser en una fábrica, que llevan mucho tiempo a la hora de encontrar tanto el foco como las causas. “Pueden llegar a semanas”, como sucedió en el de la factoría de Campofrío en el que efectivos de Valladolid apoyaron las investigaciones de compañeros de Madrid.
Falsificaciones de todo tipo
Fernando Álvarez es el jefe de la sección de documentoscopia. En esa parte se analizan todos los materiales que puedan ser susceptibles de no ser reales dividiéndose en tres áreas. La falsedad documental, en la que se analiza cualquier tipo de documentación (pasaportes, visados, documentación bancaria o DNI) tanto nacional como internacional. La grafoscopia, que se ocupa de las falsificaciones de firmas “en un contrato de compraventa, de trabajo o cuando se envía un manuscrito anónimo”. Y los delitos contra la propiedad industrial e intelectual, un ámbito en el que entran “relojes, perfumes, bolsos o ropa entre otros muchos más”. De todo ello “se hacen informes periciales que se envían al Poder Judicial o a quien lo haya solicitado”.
Sin duda, su ‘producto estrella’ es la falsedad documental. En ese apartado uno de los expertos es Luis Martínez, uno de los expertos más reconocidos en España. Disfruta y vive su trabajo con una pasión que, al oírle hablar, entiendes porqué es casi imposible que se le escape cualquier detalle con el que identificar un documento falso o falsificado. Porque, aunque parezca lo mismo, no lo es. “Un DNI falsificado es aquel que, siendo original, se ha cambiado el nombre, la fotografía o los datos de filiación, mientras que el falso es el que ni siquiera tiene esa originalidad previa y todo el soporte es íntegramente malo”.
A partir de ahí y con diferentes máquinas con las que cuentan, además de varios ordenadores, tienen la capacidad de detectar cualquier documento que no sea legal. “Lo pasamos por un video espectro para que, aplicando diferentes frecuencias de onda, podemos ver lo que no ve el ojo humano y encuentra las falsificaciones”. Por muy bien falsificado que esté “siempre se detecta”.
En definitiva, mil y una labores que hace que la importancia de esta Brigada sea fundamental en cualquier investigación. Una buena labor realizada por la Policía Científica es "la que pone la guinda". Conscientes de ello, todos sus miembros gozan de minuciosidad, organización y paciencia en su trabajo, haciendo que los ‘malos’ difícilmente se queden sin castigo.