Si a las ocho de la noche has quedado en la Plaza Coca de Valladolid, hasta los turistas, sabrán que está al lado de la plaza Mayor. Otra cosa diferente es si les dice que la quedada se hace en la Plaza Martí y Monsó. Sin embargo, la segunda opción es la correcta si echamos un vistazo al callejero de la ciudad del Pisuerga. Y es que en la capital existen calles, plazas, puentes e incluso parques con dos nombres: el oficial y el popular.
Curiosamente no están escritos en placas, pero el boca a boca les ha hecho mucho más famosos que los originales. Como decimos, el caso más llamativo es de la Plaza Martí y Monsó que recibe el nombre de un pintor y director de la Escuela de Bellas Artes allá por finales del siglo XIX, pero todo el mundo lo conoce por la Plaza de Coca, como referencia al propietario de los cines que tuvo.
La Plaza de la Rinconada, la que está situada detrás de la plaza Mayor, se la conoce como la de Correos, y sobran los motivos. En otras ocasiones, los vallisoletanos, así de chulos, acortan los nombres para economizar el lenguaje y entenderse mejor. La Rosaleda se queda siempre sin apellido ya que su nombre oficial es La Rosaleda de Francisco Sabadell. Dedicada a la persona que desempeñó el cargo de director de jardines del Ayuntamiento de Valladolid.
Lo mismo ocurre con la Plaza de Portugalete, o lo que es lo mismo, el Portu para todos. La de Cantarranas es Cantarranillas. Mientras que la plaza de El Rosario es la del Rosarillo. Y nadie dice que va a la Plaza de Santa Brígida, sino que va a Las Brígidas.
El poder del pueblo es tan grande que, por ejemplo, la hoy conocida como Plaza de la Circular se denominaba plazuela de Tudela o de las Puertas de Tudela, luego pasó a ser oficialmente plaza de Pérez Galdós’, pero para los pucelanos era la de la Circular, por su forma. Al final, el Ayuntamiento cedió y se quedó con este nombre.
Puentes desconocidos
Esta curiosidad también llega a uno de los mejores legados que hay en la ciudad, sus puentes. El Puente del Poniente, que une el Paseo de Isabel la Católica y los jardines del mismo nombre, fue hasta 2013 el Puente José González Regueral y Jové, (alcalde de la ciudad entre 1949 y 1957), pero seguro que nadie lo llamó ni lo llamará así. Lo mismo ocurre con el Puente de Isabel la Católica (uniendo el paseo de Isabel la Católica y la Avenida Miguel Ángel Blanco) al que se le denomina Puente del Cubo o ahora más recientemente como Puente de la Plaza del Milenio.
En otras ocasiones, es la ubicación de otros establecimientos los que hacen heredar el nombre, Por ejemplo, el Puente de Juan de Austria es el de El Corte Inglés. El Puente Colgante es muy curioso, porque su estructura no responde a la de un puente colgante. Ocurre igual con el Puente del doctor Quemada (años atrás de la División Azul) y más conocido para todos como el Puente de Arturo Eyries, por el barrio donde se ubica.
El Puente de Santa Teresa es de los más recientes construidos y se hizo para favorecer la circulación del barrio de La Rondilla con la Victoria. Ahora bien, se le conoce más como el puente del Cabildo, por la zona donde se encuentra.
Por último, los edificios también pierden su identidad a favor del servicio que ofrece. El Palacio de Conde Benavente es mucho más conocido como la Biblioteca de San Nicolás y el Palacio Fabio Nelli es el Museo Arqueológico y el Palacio Real al que se le reconoce como ‘Capitanía’.
Un sinfín de curiosidades por las calles de Valladolid, que solo si eres pucelano puedes conocer como ocurre con estas expresiones.