“A partir del 31 de marzo de 2023 este quiosco cierra para siempre por asuntos personales. Muchas gracias. Disculpen las molestias. Ha sido un placer darles servicio estos seis años”, se puede leer en la ubicación en la que se encuentra la caseta de dicho kiosco en la calle Felipe II de la ciudad del Pisuerga.
Un kiosco que lleva “toda la vida” en la ubicación actual, por lo menos 45 años. Antes, la caseta era más pequeña y la ubicación es perfecta. En pleno centro de Valladolid. Cerca de la Plaza de San Miguel y de San Pablo. Al lado de un colegio. Perfecto para vender prensa, chucherías y demás.
“Cerramos porque el Hospital Felipe II Recoletas, que tenemos detrás, va a hacer obra en la entrada. Según tengo entendido quieren que la acera se despeje un poco para tener un mejor acceso para las ambulancias”, confiesa en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León Pablo Castaño López.
A sus 39 años, es el dueño del Quiosco Chupalandrina, al que le quedan aproximadamente 15 días de vida. Vallisoletano de nacimiento, cogió las riendas del negocio en mayo de 2017. Hace casi seis años ya.
“No me planteo cambiar de ubicación. Nos han hecho una oferta y he vendido. Ahora, en principio, buscaré trabajo”, confiesa el pucelano. Asegura que el sector de los kioscos, y concretamente el de los que venden prensa, “cada vez va a peor”.
Sobre todo, porque las ventas de la prensa van a menos. También porque los márgenes se reducen cada vez más en cuanto al precio que pagan a los proveedores. “Cada vez han subido más los productos y para nosotros el margen es menor”, añade resignado.
Antes de coger el quiosco se dedicaba a otra cosa. Tiene una carrera, pero nunca ha ejercido de ello. Tomó las riendas del kiosco porque vio “una posible oportunidad” y “metió la cabeza en un difícil sector”.
“Me he dedicado a la venta comercial y trato con el público. Era una rama en la que veía que podía ejercer porque tenía cierta experiencia en el trato con la gente. Vendía de todo. Chucherías, revistas, tabaco, bolsas de gusanitos…”, afirma.
El 31 de marzo bajará las persianas de su quiosco por última vez. Una triste noticia y otro palo duro para el sector del comercio de proximidad de Valladolid.
“Habrá que buscar trabajo y ver qué sale”, finaliza Pablo. Eso sí, con una sonrisa.