Un taller con historia de campeón
Visitamos en Valladolid el taller de Evelio Tejero, un hombre vinculado al mundo del motor desde que era un niño
26 marzo, 2023 07:00Noticias relacionadas
Desmo Racing se puede leer en la fachada de la calle Azalea número 24, en la nave 8 del barrio de Las Flores de Valladolid. Allí tiene su taller de motos un apasionado de ellas: Evelio Tejero Cid. Nacido en Moraleja de Cuellar el 17 de noviembre de 1947 y que lleva en la ciudad del Pisuerga más de 40 años.
A sus 75 lleva toda la vida, como confiesa en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, trabajando en el mundo del motor. Recuerda como, a los tres años, ya empezaba a ayudar a su padre en el terreno de la agricultura. Con 11, ya desmontaba motores agrícolas. “Descubrí en ese momento que me gustaba la mecánica y quería investigar", nos explica.
Su padre, cuando él tenía 11 primaveras, se compró una Montesa Brio 80. Él, se tomaba la licencia de quitársela para comenzar a pilotar hasta que los vecinos de Escarabajosa de Cuéllar, otro municipio en el que vivió durante su infancia, daban el chivatazo y se ganaba la reprimenda de su padre.
Un accidente lo cambiaría todo para él. Sin embargo, cuenta en su palmarés con dos títulos de Campeón de España y dos subtítulos en el Campeonato de Europa. Muchas carreras ganadas en el RACE y ha firmado grandes papeles con Ducati y Aprilia. Además, y sobre todo, presume de tener un taller con mucha historia que ha suministrado grandes monturas a pilotos que se han cubierto de gloria en los últimos años.
Una persona normal y amante de las motos
“Me considero una persona normal que desde la infancia ha tenido una inquietud por la mecánica. Desde que tuve una Montesa me empezó a gustar el mundo de la moto. Siempre he tenido ilusión por ellas y, a lo largo de toda mi vida, he sido una persona muy arriesgada y me he caído en varias ocasiones. Con once años te quitabas el polvo y a seguir”, cuenta nuestro entrevistado entre risas.
Todo en su taller. Un lugar que huele a historia. En el que nos podemos encontrar auténticas motos para el recuerdo. Con imágenes de campeón y con herramientas con las que todavía Evelio trabaja en ocasiones, pese a que a sus 75 años ya está jubilado. Eso no le impide disfrutar de su pasión: la moto y el mundo del motor.
Con 17 años, el de Moraleja de Cuéllar, que ya vivía en Cuéllar, contaba con buenos amigos en Valladolid. Viajaba hasta la ciudad del Pisuerga, sin permiso y con la Montesa o en bus, para ver como marchaban por la Plaza de La Circular la Derbi y la Ducati de cuatro tiempos. En Pucela compró la Montesa Impala 175 Sport.
“Me la vendió un chico de Valladolid por 7.500 pesetas. Ahí empecé a correr con una moto potente. Quería participar en carreras y después me compré una Derbi Sport de 75 centímetros cúbicos y cinco marchas relación cerrada con unidades limitadas para competición, solo 17 en todo el territorio. Con esta moto tendría un accidente que cambió mi vida”, confiesa nuestro protagonista.
Un accidente que marcó su vida y lo cambió todo
Fue el 26 de septiembre de 1968. Evelio Tejero tenía 20 años y un accidente cambió su vida. Con esa Derbi, prácticamente recién comprada, tuvo un siniestro en unos entrenamientos en el Circuito de Alcarreño de velocidad. En el Polígono El Balconcillo, en la zona Sur de Guadalajara.
“Un hombre con un Renault Dolphin me llevó por delante. Me destrocé la pierna izquierda. Tibia, peroné y talón de Aquiles. El médico me dijo que la rodilla tenía más de 40 fracturas. Se me partió además el brazo izquierdo”, confiesa nuestro protagonista.
La moto se la devolvieron, reparada, a coste cero. Pero el dolor de Evelio, sobre todo el mental, era tan grande que le hizo marcharse a Francia para superar este episodio de su vida. Quería estar lejos de todo. Resetear para volver a España más fuerte y, sobre todo, con la mente limpia para comenzar su nueva vida.
“El accidente de Guadalajara me frustró y acabó con mi vida como piloto”, asegura sin titubeos mientras charlamos en un taller de campeones.
Sale el sol
A los 29 años regresa a Cuéllar. Allí monta su taller. Reparaba todo tipo de vehículos. Tenía una buena base teórica. Desbancó a su competencia en la localidad segoviana y comenzó a preparar motores de dos tiempos. Llegó a Valladolid hace 39 años. Su primer taller estaba ubicado en la calle Padilla. Luego tuvo otros dos hasta que en el año 2003 se instaló en el de la calle Azalea, en el que lleva 20 años casi, ni más ni menos.
“Desde el principio he obtenido buenos resultados. He hecho motos que han servido a otros para ganar y que hayan sido campeones gracias a mi trabajo. Tengo que agradecerle mucho a mi mujer, Araceli. Era mi brazo derecho. Falleció y siempre la tengo en el recuerdo porque tiene mucha culpa de mi éxito”, asegura nuestro campeón.
Sus inicios se remontan al año 1988. Consiguió en el año 1992 ser sexto en el Campeonato de España y primero en el de marcas sumando puntos con Dani Amatriain. En el 96, con una de sus motos fue segundo en el Campeonato de Europa de Superbikes. En el 97 consiguió el Campeonato de España de Super Sport con Erri Torontegui pilotando una Ducati 748 de Evelio Tejero.
En el año 2002, con el piloto segoviano Isaac Martín, consiguió también quedar entre los diez primeros en el Campeonato de España De Super Stock y ese mismo año alcanzó el segundo puesto, en el Campeonato Race Madrid, con una Aprilia. Entre otros muchos logros.
El karate
La pasión por el karate le viene a nuestro entrevistado desde pequeño también. En Francia entró en un centro en el que tomó contacto con este deporte, en 1973. En Valladolid continuó con su pasión en el Gimnasio Budokan, con el profesor Garrrachón. Desde 1998 y de manera continuada hasta 2020.
“Me apunté porque era una asignatura pendiente que tenía. El karate iba mucho con mi personalidad. Es educado, serio y respetuoso. Es el más completo de todos los ejercicios físicos que he hecho a lo largo de mi vida”, asegura. “Te educa y te hace comprender por qué los japoneses se comportan de esa manera”, añade.
Evelio Tejero, una institución en el mundo de la moto de Castilla y León, finaliza afirmando que “seguirá montando en moto” mientras su cuerpo aguante. También conservando un taller que es historia viva del motociclismo español.