El pasado martes, 11 de abril, se celebraba el Día Mundial del Párkinson. Todo coincidiendo con el aniversario del nacimiento de James Parkinson. Él fue un neurólogo británico que en el año 1817 describió lo que por aquel entonces se denominó Parálisis agitante. La Organización Mundial de la Salud fijó esta fecha para celebrar la lucha contra una enfermedad que afecta en Valladolid a unas 2.000 personas.
Carlos Rodríguez de Torre es una de ellas. Vallisoletano de nacimiento, amante del deporte, de la música, de la cerámica, y de disfrutar con sus amigos, tiene en la actualidad 55 años. En el 2009, cuando tenía sólo 42 le diagnosticaron párkinson y su vida cambió totalmente. Era arquitecto y “disfrutaba” haciendo lo que le gustaba.
Desde hace un lustro es el presidente de la Asociación Párkinson Valladolid (APARVAL). Una institución que ejerce una labor encomiable y que atiende, cada semana, a 180 personas afectadas por esta dolencia en la ciudad del Pisuerga.
“Mi mayor deseo es mantener unos niveles de calidad de vida aceptables para todas las personas que padecen esta cruel enfermedad. Ello repercutirá en su bienestar personal y también en el de sus familias”, añade nuestro entrevistado.
Una vida feliz y un cruel diagnóstico
Carlos es una persona que intenta llevar una vida “normal”. Abierto, extrovertido, alegre y familiar intenta ser “muy amigo de sus amigos”. Viudo y padre tres hijos con los que se emociona y de los que dice que “son estupendos”. Un orgullo para él.
“Me diagnosticaron la enfermedad en el año 2009, con 42 años. En un principio fue un alivio tras sensaciones extrañas y diagnósticos equivocados. Por fin sabía lo que tenía. Después, se me vino el mundo encima y tardé mucho en asimilarlo”, confiesa. Sin embargo, desde el principio tuvo el apoyo “incondicional” de su familia.
Una lucha constante contra el párkinson
“Hace un año me sometí a una intervención quirúrgica llamada estimulación cerebral profunda. Consiste en la implantación de dos electrodos en el cerebro conectados a un electroestimulador que se coloca bajo la piel del pecho. Consigue activar la generación de dopamina a través de impulsos eléctricos. Todavía estoy en fase de regulación del aparato, pero, desde luego, mi calidad de vida ha mejorado bastante”, nos explica nuestro protagonista.
El párkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta al sistema nervioso central. Es incapacitante y no tiene posibilidad de curación. Provoca una serie de síntomas motores como lentitud en los movimientos, temblores, rigidez y desequilibrio. También otras complicaciones no motoras como son el deterioro cognitivo, los trastornos mentales y los de sueño y también alteraciones sensoriales.
“Actualmente tengo ciertos problemas de movilidad, pero lo que más me afecta son las fluctuaciones de mi estado general. Esto hace que tenga momentos muy buenos intercalados con otros no tan buenos a lo largo del día”, nos confiesa un hombre que tuvo que jubilarse tras ser diagnosticado de párkinson pero que se embarcó, hace cinco años, en otra preciosa aventura que implicaba ayudar a los demás.
Al frente de la Asociación Párkinson Valladolid
En febrero del año 2018 coge las riendas de APARVAL. Una asociación que lleva a cabo una labor fundamental tanto para el enfermo como para sus familiares. Allí se da información sobre la enfermedad, ayudas, subvenciones, y además se presta atención psicológica y se imparten una serie de terapias que ayudan al paciente. Y de qué manera. No curan el párkinson, pero hacen mejorar la calidad de vida de los que lo sufren.
Desde hace cinco años cuentan con unas instalaciones renovadas en la calle Reja de la ciudad del Pisuerga que les permiten mejorar la calidad la atención. Atienden, cada semana, a 180 personas. Se estima, desde la institución, que son 2.000 los enfermos de párkinson en la ciudad y provincia. Además, reclaman más ayudas, y aumentar el número de neurólogos para que las consultas no sean tan espaciadas en el tiempo.
“Me encantaría que se encontrara un medicamento que curara la enfermedad, pero me temo que en el corto y medio plazo no va a ser posible a pesar de que se está invirtiendo mucho dinero en investigación”, finaliza Carlos Rodríguez de Torre, un luchador que convive, día a día, con el párkinson.