Llega el buen tiempo y son muchos los que por las calles de Valladolid se deleitan con los más sabrosos helados. Desde el típico de chocolate, pasando por el de vainilla, y llegando a los más increíbles sabores que han ido apareciendo con el paso de los años.
Vallisoletanos y turistas paran en pleno centro de la ciudad del Pisuerga frente a un escaparate histórico en el que se puede leer: ‘Turrones y Helados Iborra’. Un negocio que se ubica en la calle Lencería, junto a la Plaza Mayor, y que guarda una gran historia. Ahora, que hace poco contábamos el cierre de la Pastelería Cubero, a escasos metros, merece la pena destacar el valor de estos pequeños comercios de los de toda la vida.
Un negocio que comienza su andanza con Manuel Iborra García. Con anterioridad llegaba al lugar con unos tíos suyos a vender turrón. Se separó de ellos para emprender su camino en solitario. Continuará con la venta de este manjar en un puesto ubicado cerca de la acera de San Francisco, actual calle Ferrari, en 1900.
Fue con posterioridad cuando alquiló una parte de almacén y otra de mostrador, en negocios ubicados en Valladolid y comenzó a publicitarse a través de los medios de comunicación. Así lo hizo hasta en 1957. El abuelo de nuestros entrevistados decidió instalarse en el local actual. El primer año solo ofrecía turrón, pero en 1958 arrancó con el helado en verano. Así empezó la venta de este refrescante producto con Helados Iborra en la ciudad del Pisuerga.
Carmen, Manuel y Antonio continúan con la tradición
“Hemos trabajado casi toda la vida en el negocio. Era familiar. Nuestro bisabuelo, Manuel Iborra García, fue el que empezó a vender el turrón en Valladolid. Más tarde nuestro abuelo Manuel Iborra Planelles, con nuestro padre, Manuel Iborra Sánchez, y nuestra tía, María Isabel Iborra Sánchez, comienzan a vender helado desde el año 1958”, aseguran los tres hermanos en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
Ellos son Carmen Iborra Cremades, Manuel Iborra Cremades y Antonio Iborra Cremades, hijos de Manuel padre, que nos reciben en su histórico negocio. Entraron en el mismo poco a poco. Aprendiendo del maestro, hasta que falleció y cogieron las riendas para continuar con la tradición familiar.
Carmen nació en Jijona. Los hombres ya en Valladolid. Confiesan que los primeros años, según contaban sus progenitores, eran “más tranquilos” en lo que a la venta de helado se refiere. No había tantas colas de personas deseosas de deleitarse con el mejor sabor de sus elaboraciones artesanales y, además, la calle no estaba peatonalizada.
Calidad y cariño
“Intentamos ofrecer una gran variedad de productos. Siempre primando la calidad y el cariño. Con esos valores intentamos dar a nuestro cliente el mejor helado o el mejor turrón elaborado con las mejores materias primas y con esmero para que disfruten con él”, añaden los tres dueños ahora del negocio.
La ubicación, en pleno centro de Valladolid, es perfecta para la venta de estos productos. Aunque no estén en una de las vías principales, son muchos los que se acercan para disfrutar de un helado desde cualquier punto de la ciudad. Los turistas también quedan sorprendidos con el sabor de sus elaboraciones.
“Cada temporada de helado es distinta. Sólo esperamos que haga buen tiempo y no un calor excesivo. Este es un negocio que depende totalmente del clima. Somos como los agricultores, siempre miramos al cielo”, aseguran hablando de cómo se presenta esta temporada de ventas.
Los daños del coronavirus y la subida de precios
Como casi todos los pequeños negocios de Valladolid, éste no se libra de los daños colaterales del coronavirus. Tuvieron que poner mamparas, gel hidroalcohólico y asumir todas las medidas que la normativa sanitaria exigía. Ello hizo que la facturación del negocio se resintiera notablemente.
“Ahora notamos también mucho la subida del precio de la energía y, sobretodo, de las materias primas que han subido en un 20%, y de ahí, para arriba. Hemos tenido que aumentar el precio de los helados aunque no lo hemos querido repercutir en ello totalmente”, finalizan.
Un negocio que lleva vendiendo turrón desde el año 1900 y helados desde 1958 y que forma parte de la historia viva de Valladolid.