Una galería parisina en pleno corazón de Valladolid
Considerado uno de los rincones más desconocidos de la ciudad, el Pasaje Gutiérrez alberga actualmente varios bares en los que poder tomar algo mientras se contempla su belleza arquitectónica
6 mayo, 2023 07:00Todas las ciudades del mundo cuentan con rincones de incalculable belleza que por unos motivos u otros resultan desconocidos para la gran mayoría de los turistas. Emplazamientos ocultos que llegan a pasar desapercibidos, pero que, una vez visitados, se convierten en un imprescindible a la hora de establecer los puntos de interés turístico del lugar en cuestión.
Es el caso del Pasaje Gutiérrez de Valladolid, una galería comercial cubierta de estilo parisino y situada en pleno corazón de la ciudad, que es capaz de transportar a todos aquellos que la visitan, además de a la denominada 'ciudad del amor', a otra época totalmente diferente, a la revolución industrial del siglo XIX, pues fue ahí cuando surgieron las primeras galerías comerciales de este tipo en París.
Esta galería se concibe como una especie de pasadizo cuya finalidad es comunicar calles muy concurridas, concretamente, la de Fray Luis de León con la calle Castelar y, ya de paso, ampliar la zona comercial del lugar. En el caso del Pasaje Gutiérrez, este ha albergado diferentes comercios y establecimientos, además de una arquitectura absolutamente espectacular.
Cabe destacar que el principal objetivo del proyecto era unir la zona de la Plaza Mayor con la de la Catedral debido al rápido progreso económico que ambas experimentaron en la segunda mitad del siglo XIX, y a crear una zona comercial especializada en la venta de productos europeos y destinada a la alta y a la media burguesía vallisoletana.
Este dejó de funcionar a los pocos años de su inauguración. Sin embargo, desde que fue restaurado a finales del siglo XX por los arquitectos Javier López de Uribe y Fernando Zaparín, protagonizó un resurgir que todavía perdura, ya que actualmente son varios los establecimientos que permanecen abiertos en su interior y que se llenan de vida, sobre todo, en las últimas horas del día.
Y es que, tal y como explican en la web de turismo de Castilla y León, fue en 1886 cuando un hombre adinerado llamado Eusebio Gutiérrez ordenó construir la que muchos consideran la galería parisina de la ciudad del Pisuerga a Jerónimo Ortiz de Urbina, quien la levantó en dos alturas, unidas por una escalera con balaustrada y zócalo de azulejos.
El primer piso estaba destinado a tiendas y espacios de ocio, mientras que el segundo estaba hecho para viviendas. Pero lo más llamativo del pasaje no es esto, sino su arquitectura, así como el hecho de que esté desarrollada en dos tramos unidos por una rotonda cubierta por una gran cúpula de cristal, en la cual se haya una escultura que imita la obra de Juan de Bolonia, el renacentista Mercurio, considerado el dios del comercio; además de cuatro esculturas de terracota que representan las estaciones del año y que custodian al Mercurio central.
En el Pasaje Gutiérrez también podemos encontrar un grupo escultórico situado en el balcón de la entrada de Fray Luis de León y formado por dos niños que sostienen un reloj con campanilla, con el que se recordaba a los comerciantes que, tras la jornada de trabajo, les esperaban sus familias, según explica el historiador Clemente de Pablos en su libro homónimo.
Las fachadas exteriores están construidas en ladrillo; los balcones son de hierro forjado, las cubiertas del enclave conforman un sistema independiente al resto del edificio; la estructura que las soporta es de madera, a excepción de la rotonda central, que fue elaborada a base de hierro y teja de vidrio; los techos están adornados con pinturas mitológicas y alegóricas de Salvador Seijas, así como con ornamentación de estucos y elementos vegetales; y las puertas, las cuales llevan grabadas las fechas de su construcción y la inscripción 'Pasaje Gutiérrez', son de rejería.
Es tal su importancia, su singularidad y su valor arquitectónico, que en 1998 el Pasaje Gutiérrez fue declarado Bien de Interés Cultural. Sin duda, una parada obligatoria para todos los visitantes de Valladolid, y también un lugar perfecto para sus residentes, quienes pueden disfrutar de una velada mágica y especial tomando algo en uno de los bares de copas que se pueden encontrar en la planta baja del enclave.