La vida de Juan Carlos Domínguez no ha vuelto a ser igual desde el pasado 9 de febrero. Ese día, su hija Estela, de sólo 18 años, perdía la vida tras ser arrollada por un camión. Las muestras de afecto de la sociedad ayudaran a que, en un primer momento, el dolor fuera más llevadero pero la ausencia de su pequeña se nota más con el paso del tiempo.
EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León se cita con él y con su mujer y madre de Estela: Yolanda García. Aún están destrozados ahora que están a punto de cumplirse los cuatro meses desde aquella tragedia en las carreteras de la localidad salmantina de Villares de la Reina.
“Los tres éramos un equipo. Éramos padres, amigos y compañeros”, asegura Juan Carlos Domínguez en el final de una entrevista desgarradora y que pone los pelos de punta.
P.- ¿Cómo recuerda ese fatídico ya 9 de febrero?
R.- Fue el peor de mi vida. Mi mujer y yo íbamos a Zaragoza porque allí vive mi suegra. El día antes nos avisaron desde la Cruz Roja de que se encontraba ingresada debido a una fractura de cadera. Decidimos viajar hasta allí para estar con ella y hablar con los médicos, ya que tenía que pasar por quirófano. Ese jueves, 9 de febrero, llegamos a Zaragoza a las 20:00 y fuimos directos al hospital. Mi mujer subió a la habitación y yo me quede en el parking. Cuando estaba aparcando el coche, me llamo Hugo, el novio de Estela. Me informó de lo sucedido. No me lo podía creer. Le pregunté una y otra vez si estaba seguro de que era Estela. Él me lo confirmó. No me lo podía creer. Más bien, no quería creérmelo. Entré en shock.
P.- ¿Qué es lo primero que piensa cuando le dan la trágica noticia?
R.- Me quedé inmóvil en el coche. Pensé en mi mujer y en cómo comunicárselo. Llamé a un amigo de la Guardia Civil para ver si me podía ayudar, si había oído algo. Después, a mis hermanos. Decidí entrar al hospital y me dirigí a admisión. Les informé de lo ocurrido y solicité ayuda médica y psicológica para informar a mi mujer de lo ocurrido.
P.- ¿Cuándo había hablado con su hija por última vez?
R.- Hacía 7 días que no la veía poque estuve en la Vuelta a Valencia. Todos los días hablábamos por teléfono y por WhatsApp varias veces.
P.- No alivia el gran dolor que genera perder a una hija, pero el apoyo de la sociedad fue tremendo. ¿Se sintieron arropados?
R.- La verdad es que el dolor desgarrador e inhumano que genera la pérdida de una hija es tan profundo e infinito que no encuentras alivio ni consuelo. Es cierto que el apoyo y las muestras de cariño que hemos recibido del mundo del ciclismo, familiares, amigos y vecinos, tanto a nivel nacional como internacional, ha sido tan inmenso que nos ha ayudado a aliviar el gran dolor.
P.- ¿Cómo han sido estos más de tres meses sin Estela?
R.- Los peores de nuestra vida. Muy muy duros. Sentimos mucho dolor y sufrimiento. No se lo deseamos a nadie. Y lo que nos queda porque esto es para toda la vida. Intentamos completar los días como podemos, acompañados de dolor por la ausencia de Estela. También de tristeza, pena, angustia e impotencia. Es lo peor que te puede pasar en la vida.
P.- ¿Cómo está Juan Carlos Domínguez y el resto de la familia ahora mismo?
R.- Muy mal. Estamos todos muy afectados. Mi padre y mi suegra ya son mayores y mutuamente se tenían mucho afecto, estaban muy pendientes de Estela y viceversa. Les ha afectado mucho. En cuanto a mis hermanos y los de mi mujer también lo están llevando muy mal, pero toda la familia está muy pendiente de nosotros. Todos estaban muy ilusionados con Estela. Seguía mis pasos. Era una niña ejemplar y muy cariñosa.
P.- ¿Han tenido que recibir ayuda?
R.- Tanto yo, como mi mujer, estamos recibiendo terapia psicológica. Yo estoy muy mal, pero intento hacerme el fuerte para apoyar a mi mujer. A Yolanda, además, el médico ha tenido que prescribirla medicación para la ansiedad y depresión. Los tres estábamos muy unidos, teníamos mucha complicidad. Ahora mismo es imposible ver una imagen de Estela porque se nos rompe el corazón. La observas tan viva que nos parece mentira todo lo que ha sucedido. La psicóloga nos ha dicho que la pérdida de una hija es el duelo más duro de tratar. A mayores hay que sumarle la tragedia y fatalidad de las circunstancias de su fallecimiento. Este duelo suele durar más o menos dos años. Es una tortura diaria la que nos espera.
P.- ¿Cómo era Estela?
R.- Es cierto que cuando alguien fallece, casi siempre, solemos decir lo bueno que esa persona ha sido en vida. Todos tenemos cosas buenas y malas, pero Estela, apenas tenía malas. Ella siempre ha sido una niña muy madura, responsable y comprometida. Además, muy legal y amiga de sus amigos. No soportaba la falsedad. Era leal y muy humana con los animales y las personas. Muy cariñosa. Derrochaba alegría, pero al mismo tiempo sabía estar según las circunstancias. Humilde y no le gustaba el postureo. Destacaba por sus logros sin llamar la atención.
P.- Su carrera prometía y mucho… Seguía los pasos de su padre.
R.- Efectivamente. No sólo lo afirmo yo, sino su preparador José Luis Pascua. También fue el mío, el de Pedro Delgado, Ángel Casero, Santi Blanco o el Chava Jiménez. Sus resultados y valores era francamente buenos en los test que realizaba. Aún le faltaba formación ya que hemos ido pasito a pasito, en función a su edad y sin hacer grandes kilometradas. Tenía una gran progresión.
P.- Han desarrollado diversos actos para concienciar a las personas que van al volante del respeto a los ciclistas. ¿Qué mucho por hacer?
R.- Es importante insistir en la concienciación de los conductores y en la necesidad de una respuesta penal acorde a la gravedad de los hechos teniendo en cuenta las circunstancias de este caso en concreto.
P.- ¿Qué medidas pide?
R.- Formación de los conductores y concienciación del riesgo, así como campañas publicitarias en televisión y redes sociales ya que, a parte del alcohol y drogas, cada vez hay más distracciones al volante graves con el móvil y otros aparatos tecnológicos que pueden provocar un accidente mortal como en el caso de Estela. También una mayor concienciación desde las autoescuelas.
P.- ¿Qué le diría al conductor que atropelló a su hija?
R.- Le pido que se ponga en nuestro lugar, tan sólo un día. Que piense en todo el daño que nos ha causado a nosotros y a nuestra hija. Se nos ha ido la vida con ella y ella ha perdido todo. La esperaba un gran porvenir, un futuro prometedor, tanto a nivel deportivo como académico. Que examine su conciencia, reflexione y diga la verdad de todo lo sucedido.
P.- ¿Cómo está el tema, judicialmente hablando?
R.- No soy experto en temas legales. Hasta donde sé, después de que la Guardia Civil elaborará su informe, hubo una resolución del Juzgado con la que nuestros abogados no están de acuerdo y se ha recurrido. Ahora deberá resolver la Audiencia de Salamanca. En todo caso, lo único que nosotros queremos es que se haga justicia. Confiamos en los tribunales y pelearemos por ello hasta el final.
P.- ¿Cree que fue un descuido imperdonable?
R.- No fue un descuido. Fue una falta de atención en la conducción durante bastante tiempo a lo largo del recorrido. Me gustaría puntualizar que este sujeto no es un transportista o camionero, si no un mecánico que salió a probar y comprobar el arreglo del camión, por lo que estaba más pendiente de otras cuestiones que de la conducción. Quitar la vida a una persona es imperdonable. Lo peor de todo es que este accidente se podía haber evitado.
P.- ¿Qué le diría a Estela, si pudiera oírle?
R.- El 4 de abril me dirigí a Estela a través del WhatsApp, sin pensarlo mucho, era tan desgarrador el dolor que la escribí palabras que me salían del corazón. Son las siguientes: “Qué desconcierto. Es una locura tu ausencia. Tanto cariño nos has dado que ahora se ha quedado todo muy vacío. Si me pudieras escuchar, te digo que nada en el mundo es parecido a tu amor. Tu madre y yo te hemos querido y te queremos con locura y no podemos perdonarnos lo sucedido. De haber sabido este desenlace nunca hubiéramos dejado que practicarás ciclismo y eso que sabemos que la culpable no ha sido la bicicleta, si no un desalmado que te ha robado tu vida y la nuestra”.
P.- ¿Cómo ve el futuro, sin Estela?
R.- Muy negro, ahora mismo no veo el futuro. Estela era nuestro motor, nuestra vida. Una hija te da identidad, confianza, seguridad, cariño, ilusiones. Los tres éramos un equipo. Éramos padres, amigos y compañeros.