Torrecilla de la Orden es un pequeño pueblo de la provincia de Valladolid que cuenta, en la actualidad y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), con una población de 230 habitantes. Un municipio, de esos de la España vaciada, que sufre una sangría poblacional progresiva y ve como, poco a poco, pierde cada vez más vecinos.
De la falta de personas, a la reducción de servicios. Esto es así, lo reconozcan o no las diferentes administraciones. El pueblo pucelano cuenta con el bar de las piscinas que da servicio durante los meses de verano, de junio a septiembre. Sólo 3 meses. También con otro, el Bar Pablo, que, sin embargo, reza para seguir dando servicio.
“Hemos decidido poner el bar en alquiler porque tras la jubilación de mis padres en junio de este año, lo regentaron dos hermanas de un municipio vecino y, tras acabar el verano, decidieron no seguir con ello”, cuenta en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Álvaro García Fradejas, el hijo de los fundadores del establecimiento hostelero.
30 años de historia
Álvaro García Fradejas es un joven de 27 años al que le apasiona Torrecilla de la Orden. Se define como una persona sociable al que le gusta ayudar a todas las personas que lo precisen y muy cercano con la gente del pueblo. Sobre todo, una persona humilde. De esas con las que gusta encontrarse y de las que ahora pocas quedan.
Él se ocupa ahora de la gestión del Bar Pablo, en la localidad pucelana. La historia de este establecimiento hostelero se remonta al año 1993, cuando sus padres, Rosario y Pablo, decidieron comprar una parcela y construir su propio negocio, después de que años atrás tuvieran alquilado otro en Torrecilla de la Órden. Tras dar servicio a los vecinos del lugar durante 30 años, decidieron jubilarse en junio de este 2023.
“Las personas que lo gestionaron después de la jubilación de mis padres han decidido dejarlo. El bar está situado en una ubicación inmejorable, al lado de la iglesia y a pocos metros de la carretera principal”, asegura.
Se trata de un bar de 100 metros cuadrados que cuenta con una cocina recién reformada y una amplia terraza. Cuenta con todos los útiles para poder funcionar inmediatamente. “Tiene 30 años de vida y esperamos que sean muchos más”, añade.
En alquiler
“El bar ofrece una gran variedad de tapas y raciones. Comidas y cenas por encargo para consumir en el bar. Pero, sobre todo, lo que ofrecíamos era un gran servicio preocupándonos por cada cliente que entraba a nuestro bar, que era su casa”, añade nuestro entrevistado.
Cuando lo gestionaban sus padres, en la temporada de invierno, eran tres personas las que trabajaban en el lugar. Sin embargo, la plantilla se ampliaba en los meses de verano, cuando más forasteros llegaban hasta el pueblo pucelano, llegando a ser seis personas para dar el mejor servicio posible a los clientes.
Ahora, desde el mes de septiembre, está en alquiler. Todo después de que los anteriores arrendatarios decidieran no seguir con el negocio. “Lo ponemos en alquiler porque no queremos dejar a nuestro pueblo sin un centro de reuniones donde puedan dejar sus problemas en la puerta y pasar un rato agradable”, confiesa Álvaro.
Con el objetivo de que el pueblo no pierda su bar
Nuestro protagonista asegura que han recibido llamadas de personas interesadas, pero, explica, están buscando “a la persona adecuada” para que los elegidos “hagan el mismo trabajo que él y sus padres completaron por los clientes”.
“El precio puede ser negociable si las personas interesadas tienen ganas e ilusión. Preferimos reservárnoslo para que se pongan en contacto con nosotros solo los hombres o mujeres que estén realmente interesados en hacerse cargo del negocio”, añade Álvaro.
Los vecinos, nos confiesa, “están tristes” tras conocer que se ha cerrado el bar del pueblo. El bar de toda la vida, el Bar Pablo. Eso a pesar de lo complicado que resulta, y los habitantes del lugar lo saben, mantener un negocio en una localidad.
“Nuestro objetivo es alquilarlo cuanto antes porque nuestro pueblo no se merece estar en esta situación. Un pueblo sin bar es un pueblo sin vida. Nuestro deseo es que la felicidad que se creó en ‘El Bar de Pablo’ no se apague y que continúe durante muchos años más”, finaliza.