Cigales es un municipio de la provincia de Valladolid que está situado a unos 13 kilómetros al Noroeste de la capital y cuenta con una extensión de 60,97 kilómetros cuadrados. Pasa por ser el centro de la Comarca de la Campiña del Pisuerga y cuenta en la actualidad, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), con un total de 5.286 habitantes.
Cuenta con una gran tradición vinícola. No en vano, es la principal localidad de la Denominación de Origen Cigales. Sin ir más lejos, la pasada semana, sobre todo el sábado y el domingo, celebraron con una multitud de público la XLIII Feria del Vino y Fiesta de la Vendimia, para poner en valor la tradición de un pueblo que brinda, con un buen clarete.
Cigales es valor vitivinícola, pero también patrimonial. Allí nos encontramos con la Iglesia de Santiago y por allí pasaron personajes históricos de gran calado. No vamos a hacer spoilers porque desde el municipio pucelano realizan rutas organizadas para conocerlos a todos. Pero Cigales es también buena gastronomía y, sobre todo, disfrutar en establecimientos hosteleros de calidad y para chuparse los dedos.
Entre ellos está el Clandestino. Un local en el que se puede encontrar gastronomía tradicional, combinada con toques reunidos de las aventuras que se han vivido a lo largo del mundo terminando el recorrido disfrutando de un sabroso cocktail. “Lo inesperado provoca a los sentidos y lo podrás comprobar un restaurante secreto de Cigales”, aseguran sus dueños, desde la calle Fray Antonio Alcalde, donde se ubica el restaurante.
Las Barricas y el Clandestino
“Somos dos hermanos a los que nos gusta la hostelería y que hemos querido invertir en nuestro pueblo. En el municipio en el que empezamos nuestra andadura. Nos gustaría continuar con esta aventura, dando un buen servicio a nuestros clientes, muchos años más”, cuentan, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y Léon, Rubén y Jesús Valdivieso Villaumbrales, los dueños del Restaurante Clandestino.
Los dos son nacidos, criados y crecidos en el pueblo vallisoletano. Jesús, de 41 años, y Rubén, con 36 primaveras. Ambos suman más de 20 años en el complicado y sufrido mundo de la hostelería, antes incluso de que abrieran ‘Las Barricas’, en el año 2006.
El Clandestino abre en 2017. Las Barricas siempre han estado en la planta de abajo, donde hoy está el comedor de Clandestino, antes había un bar de copas. Lo que ha cambiado es la planta de arriba, que era el bar de copas y ha pasado a ser ahora Clandestino.
“’Las Barricas’, como bar de tapas y vinos, lo inauguramos en el año 2006. Después, en el 2017, nos lanzamos a la aventura del Clandestino porque queríamos abandonar el mundo de la copa pura. Estábamos haciéndonos mayores y apostábamos más por el concepto de cena y copa o de comida y copa, que implicaba que el comensal estuviera durante más tiempo en nuestra casa”, confiesa Rubén.
Los dos negocios, uno en la planta de arriba y el otro en la de abajo. En Cigales, su tierra y su casa, no cabía otro lugar. Los inicios fueron complicados porque arrancaba también su carrera como empresarios. Ahora, con la experiencia, han ganado muchos enteros.
Cocina mediterránea con otro toque y la morcilla de la Maruja
“Ofrecemos una cocina mediterránea, hecha con el cariño de una madre y con un toque de evolución. Unos platos tradicionales que nos recuerden al pueblo y a las experiencias en casa desde pequeñitos. Nuestro plato estrella, el que más gusta, es sin lugar a dudas la morcilla de la Maruja que nosotros preparamos con pimientos caramelizados, piñones y salsa de seta de la muerte”, nos explica Jesús.
A pesar de la situación complicada que vive el sector, con esa pandemia del coronavirus que le debilitó hace tres años y ahora con la subida de precios de las materias primas, derivada de la Guerra de Ucrania y la de la energía, nuestros hermanos son optimistas y miran el futuro con esperanza para seguir creciendo.
En la actualidad cuentan con una plantilla de once trabajadores fijos, entre ‘Las Barricas’ y ‘El Clandestino’. Cifra que aumenta en verano y durante los festejos de la localidad. Pueden dar comida, en el comedor del Clandestino a unos 40 comensales y cuidan, muy y mucho, el vino, en la cuna del clarete.
Dos plantas con un total de 800 metros. La planta baja y la taberna, de 70 metros, donde se ubica ‘Las Barricas’. El comedor, donde está ‘El Clandestino’, con 90 metros cuadrados, y la gran novedad de la terraza de 600 metros recientemente estrenada.
Una nueva terraza y en busca de ser un “clásico”
“Inauguramos la terraza el jueves de la semana pasada. Tenemos zona de parrilla para ampliar nuestra oferta gastronómica. Queremos preparar un espacio para eventos y para poner en marcha esos platos que están relacionados con la parrilla”, añaden los hermanos que aseguran estar “de dulce”.
A ambos, les gustaría “ser un clásico en la provincia de Valladolid y no un restaurante de moda”. Para ello trabajan cada día. “El objetivo es consolidar la oferta gastronómica de la terraza y convertir nuestro local en uno de referencia en la provincia de Valladolid”, finalizan.