No se entiende Cigales, una localidad vallisoletana de algo más de 5.000 habitantes según las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) sin hablar de vino, del mejor clarete del mundo. Tampoco sin hacerlos de las morcillas de La Maruja, que llevan deleitando el paladar de los ciudadanos de la localidad vallisoletana y de todos los amantes del producto, a lo largo y ancho de todo el mundo, desde el año 1950.
Como informaba en una entrevista a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Florencio Caballero Prieto, el dueño de Morcillas Maruja, venden un total de 70.000 kilos de este manjar gastronómico al año. 1.300 a la semana de media, de forma aproximada, que llegan a todos los puntos de España y que enamoran a todos los que las prueban.
Ahora, las morcillas han cruzado el charco para llegar hasta la Antártida. Concretamente hasta la Base Gabriel de Castilla en la que el Ejército de Tierra presta cobertura a los investigadores y científicos que hasta allí viajan para llevar a cabo sus investigaciones relacionadas con las mareas, con el permafrost o, incluso, con los movimientos sísmicos. Son más de 10 las que están desarrollándose.
EL ESPAÑOL de Castilla y León charla, en línea directa con La Antártida, con el cabo primero, Javier Gálvez Martín, desplegado en Isla Decepción. El responsable de que las morcillas de La Maruja hayan llegado hasta allí y el encargado de cocinarlas en el lugar.
La Campaña Antártica del Ejército de Tierra
“La campaña comienza el 22 de diciembre de 2023, que es cuando volamos para Argentina. Volamos a Ushuaia. Allí estamos dos o tres días a la espera del buque Hespérides. Todo para llegar hasta donde estamos ahora, que es en la Isla Decepción, en La Antártida. Ahí se ubica la base Gabriel de Castilla, que es donde me encuentro yo destinado. Hay otra base española, en la Isla de Livingston, a unas 20 millas”, asegura Javier Gálvez Martín, en declaraciones a este periódico, hablando de la Campaña Antártica del Ejército de Tierra.
Llegar hasta allí, para el cabo primero, no ha sido sencillo. Es muy complicado conseguir un puesto en una de estas campañas, de tanta importancia para nuestro país. En diciembre del 2022 aparecieron las vacantes. Él optó a ella y tras un minucioso proceso de selección consiguió su plaza. Era la octava vez que la solicitaba, ni más ni menos. Antes de partir, cuando el año 2023 agonizaba, tuvo que afrontar siete meses de minuciosa preparación enfocada a la navegación con embarcación o la aclimatación a la montaña.
“En la base Gabriel de Castilla del Ejército de Tierra prestamos apoyo logístico a los grupos de investigadores que llegan hasta La Antártida. Les ayudamos con el transporte de material, en los desplazamientos, al ser Isla Decepción el cráter de un volcán inundado por el centro esto es muy importante, y les damos el soporte logístico que necesitan”, apunta el nacido en Plasencia (Cáceres) que vive en la provincia de Valladolid, concretamente en la localidad de Villanubla.
Allí pasarán 100 días, hasta finales de abril. Será el 30 de marzo cuando la base cierre con la gratificación del trabajo bien hecho.
El porqué de que las morcillas de La Maruja estén en La Antártida
El Ejército de Tierra también da de comer a los investigadores que se desplazan hasta La Antártida para investigar. Javier, junto a la cabo Fidalgo de Granada son los encargados de llevar a cabo el servicio de alimentación a las personas que hasta allí se desplazan.
“Hablé con Floren (de Morcillas Maruja), al se proveedor del cuartel de Valladolid. Quería traer hasta aquí algo típico de la provincia en la que vivo. Cogimos 12 kilos de morcillas. También embutidos y queso o aceite de Jaén. Además, contacté con Cárnicas Palencia para comprar la carne allí con presencia también de las chuletillas de cordero”, nos explica nuestro entrevistado.
Él, junto a la cabo Fidalgo, son los encargados de confeccionar ese menú diario en algo que no es fácil, ni mucho menos. Antes de viajar hasta tierras congeladas, completaros varios cursos de alimentación y llevaron a cabo un proceso minucioso de estudio en busca de sacar el mejor rendimiento a los productos congelados. Tienen que elaborar menús “más potentes” porque en el lugar “el gasto de calorías es mayor”.
“Cuando los investigadores probaron las morcillas de La Maruja, les encantaron. Con ese toque picante. Comer este manjar te sube la moral. Una buena alimentación es clave para un mejor ambiente. Me he dado cuenta con el paso del tiempo y con misiones en el Líbano o Afganistán”, asegura convencido el cabo primero.
Echando de menos a Álex, Paula y a su mujer, Cristina
“Mi mujer Cristina es también militar. Hace dos años fue destinada a Letonia a una misión de seis meses. El que se queda en Valladolid tiene otra misión complicada que pasa por cuidar a nuestros dos pequeños. Intentamos hablar cada día, aunque se nota la diferencia horaria y esas cuatro horas de menos”, añade nuestro protagonismo.
Ahora le toca a Cristina cuidar de Álex, su pequeño de 6 años y a Paula, de solo 4. Ambos echan de menos a su papá en una casa de Villanubla en la que llevan desde hace 16 años, y en la que las puertas están abiertas, de par en par, para el retorno de Javier.
A sus 40 años, nuestro entrevistado soplará velas en febrero para llegar a los 41. En tres meses espera volver a casa, no sin antes deleitar a los comensales con los mejores platos y, también, con los mejores productos como las morcillas de La Maruja, un producto cigaleño que da la vuelta al mundo.